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Ambos policías se dirigieron rápidamente a la comisaría para terminar su turno y cambiarse el uniforme. En los vestuarios, el mayor eligió una chupa de cuero para abrigarse del frío otoñal, mientras que Isidoro optó por su clásica chaqueta de mezclilla, ignorando la mirada de desaprobación del comisario debido al clima. Una vez listos, acordaron encontrarse afuera, revitalizados tras una ducha rápida. Freddy tomó las llaves de su Jester negro y se dispuso a esperar.

Isidoro, con un silbido de aprobación, se acercó y comenzó a dar vueltas alrededor del coche.—Vaya, parece que ser poli paga bien. Lástima que todavía nadie me lo haya dicho.

Freddy rió y sacudió la cabeza.—Si ahorraras en vez de gastar tanto en impresionar a tus mujeres, quizás te alcanzaría para algo mejor

—Tienes un punto. Si es que cuando tienes razón, la tienes.

Manejó en dirección al Bahamas, un animado club nocturno donde la música y el bullicio llenaban el ambiente. Isidoro, desinhibido y lleno de energía, se sumergió rápidamente en la atmósfera, disfrutando de la música y la compañía de la gente que lo rodeaba. Freddy no podía ignorar lo magnético que resultaba Isidoro; incluso fuera de sus horas de servicio atraía la atención de todos a su alrededor.

Encontraron una mesa en un rincón apartado del bullicio principal. Después de pedir sus bebidas, se sentaron frente a frente, un poco nerviosos al inicio.

Freddy, con una cerveza en la mano, rompió el silencio: —No pensé que aceptarías venir, con todo esto de ti rechazando invitaciones.

Isidoro se encogió de hombros, mirando su vaso de whisky y luego levantando la mirada hacia Freddy con una sonrisa relajada.—Supongo que necesitaba un cambio de rutina. Además, no me podía perder ver al comisario lejos del trabajo. Como pez fuera del agua.

Freddy soltó una risa suave.—Bueno, no soy tan diferente fuera de la comisaría. Pero creo que a veces es necesario desconectar un poco.

Isidoro aprovechó la apertura para profundizar.—¿Qué haces para desconectar? Nunca te he visto con nadie, ni tampoco me has mencionado a alguna familia.

Freddy tomó un sorbo de su cerveza, su mirada perdiéndose momentáneamente en el líquido dorado. —Mi familia... es complicado. Hace mucho que no tengo contacto con ellos. Tomé lo que creí que era una oportunidad, la que ahora me tiene atado a esta ciudad. El trabajo me ha consumido estos últimos años. Creo que es más fácil concentrarse en casos ajenos que en mis propios problemas personales.

Isidoro asintió, sintiendo que había tocado un tema sensible.—Me gustaría decir que te entiendo, pero creo que sabes muy bien que no es así.—Le replicó pícaramente con una pullita, con intención de aligerar la conversación.

—Lo siento por eso.—dijo Freddy con una sonrisa resignada, apretando ligeramente el vaso entre sus manos.—A veces olvido que no todos lidian con sus cosas de la misma forma en que yo, y hablo más de la cuenta.

Isidoro hizo un gesto con la mano restándole importancia.—¿Qué pasó con ellos... si no es demasiado preguntar?

Freddy suspiró, bajando la vista.—Mi esposa y yo nos separamos hace unos años. Fue... difícil. Nos casamos jóvenes, y el trabajo en la policía no es fácil para nadie, especialmente para quienes están en casa esperando. Eventualmente, ella se cansó de esperar y decidió que necesitaba una vida diferente. Una, donde yo ya no era parte.

Isidoro sintió una punzada de empatía. Jugueteó con sus manos sin saber muy bien qué hacer ni que decir. —Lo siento. No sabía que estabas casado. Debió ser difícil.

Freddy asintió, sus ojos reflejando una tristeza que rara vez dejaba ver tan abiertamente.—Sí, lo fue. Pero me enseñó a no tomar a la gente por sentada. Desde entonces, me he concentrado en mi trabajo, pero a veces me pregunto si estoy haciendo lo correcto.

Freddy terminó de hablar y bajó la vista, tratando de mantener la compostura. Isidoro, viendo la vulnerabilidad en los ojos del mayor, decidió levantarse de su puesto y se acercó. Sin decir nada, lo rodeó con los brazos en un abrazo cálido y reconfortante. Freddy cerró los ojos y permitió que el abrazo lo envolviera, con ambos sintiendo una sensación de templanza y seguridad. Una conexión profunda que iba más allá de las palabras. El mayor devolvió tímidamente el gesto, acariciando con cariño la nuca del más bajo, disfrutando del tacto agradable de su cabello rapado.

—Creo que necesitas otra copa.—escuchó la voz de Isidoro amortiguada en su pecho. Mientras rompían lentamente el abrazo y caminaban hasta la barra, Isidoro pensó para sí mismo que también necesitaba esa copa, porque lo que sintió en ese abrazo no era algo a lo que estaba acostumbrado.

Mientras pedían sus bebidas, una chica se acercó con interés al lado de Isidoro, observándolo apreciativamente mientras se apoyaba sobre la barra.

—Hola. Creo que no te conozco.—dijo una morena espectacular, jugueteando con un rizo de su cabello.

—No. Creo que no.—respondió Isidoro, dedicándole una breve mirada.

—¿Quizás podrías invitarme a algo y cambiar eso, no? —preguntó ella con coquetería.

—Es que hoy no pago. Me invitan.—respondió el oficial, señalando con el pulgar hacia su espalda, donde estaba Freddy.

La chica miró con curiosidad tras él.

—Ni lo sueñes pava. No va a pasar.—la cortó Freddy con una sonrisa irónica.

La chica abrió la boca, indignada, y volvió su atención a Isidoro que intentaba aguantar una carcajada.

—¿Quizás lo dejamos para otra ocasión? Te puedo dar mi número...

—No traje mi móvil, lo siento.

Molesta por el evidente rechazo, la chica se alejó murmurando algo inaudible.

Freddy notó la situación con curiosidad sin comentar nada. De vuelta en su lugar, entre risas y anécdotas compartidas, el mayor aprovechó el momento para abrir el tema.

—¿Qué es lo que te está pasando últimamente? Es raro no verte interesado en todo lo que se mueve.—indagó el comisario con interés, notando la inusual reserva de su compañero de trabajo.

Isidoro se removió incómodo en su lugar. Tomó un lento sorbo de su vaso antes de comenzar a hablar.

—¿Alguna vez te has sentido como un fraude?—Comenzó, con un matiz de tristeza en su voz.

Freddy lo observó en un analítico silencio, captando la seriedad de la pregunta y la vulnerabilidad detrás de ella.—¿A qué te refieres? —preguntó interesado en profundizar.

—A que a veces no sé muy bien quién soy.—Comenzó Isidoro con una leve vacilación.—Me esfuerzo tanto en parecer ese tipo que todos esperan, el tipo tan seguro de sí mismo que liga con todas que luego no sé si es real. Siento que me pierdo entre eso. No sé si es lo que quiero ser. Me agota ser así.

Freddy notó la emoción en la voz de Isidoro y se acercó, intrigado por la vulnerabilidad inesperada detrás de la fachada que solía mostrar. Sutilmente, colocó una mano reconfortante en su hombro. Después de unos segundos de silencio comprensivo, decidió cambiar rápidamente de tema para distender la atmósfera.

A medida que la noche avanzaba y las copas seguían llegando, ambos continuaron compartiendo algunos detalles sobre sus vidas, lo que los hacía sentir cada vez más cómodos con la compañía del otro y fortalecía el vínculo de confianza entre ellos. Conforme pasaba el tiempo, el local se iba abarrotando con más personas, aumentando el bullicio y haciendo difícil conversar en el lugar.

—Vente, que te llevo a otro sitio.—dijo Freddy invitándolo a levantarse. Juntos, decidieron dejar el bar.

Capítulo flojito pero necesario. Me dicen si hay algún error. Gracias por el apoyo <3

Líneas Cruzadas - FredoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora