Capítulo 4 | Avergonzada

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20 de diciembre, 2015

12:05 p.m.

7 años atrás...

Sara

No estoy muy segura de cuánto tiempo llevo corriendo, lo único que sé es que jamás había sentido mi hogar tan lejano como en este momento. Tal vez debí tomar el viejo atajo, pero no quería ver a nadie.

Cuando puedo distinguir la casa blanca al final del camino, mi visión se nubla y me encuentro tropezando con una piedra en medio de la acera.

Recupero el equilibrio antes de caer y me froto los ojos con la manga derecha del jersey. No es hasta que veo los restos de humedad, que soy consciente de lo que sucede, estoy llorando.

—¡Oye! —Reconozco su voz enseguida y trato de cubrirme cómo puedo, no creo ser capaz de enfrentarla —, ¡Sara, por favor! —no me detengo, no todavía.

Mi corazón late con tanta fuerza que siento que está a punto de salirse de mi pecho. Noto ese familiar sudor frío descender por mi cuello. No quiero mirar atrás, pero tampoco es necesario, puedo oír sus pisadas resonar en mis oídos. Igual que en mis pesadillas.

Está cerca de alcanzarme y ya no tiene caso que me esconda, sabe que se trata de mí y no va a detenerse, así que no me queda más que dar la cara.

—Sara —En cuanto me giro, la tengo justo frente a mí. Dafne cierra y abre la boca repetidas veces, como si no supiera qué decir y sinceramente, yo tampoco —, ¿Cómo pudiste? —Su labio inferior tiembla y sé lo que sigue.

—Lo siento —no soy capaz de verla directamente, así que mantengo la mirada fija en el suelo, casi parezco fascinada por las pequeñas manchas de suciedad.

—¿Lo sientes? —pregunta con incredulidad —, ¿Es todo lo que dirás? Después de lo que hiciste... lo que hicieron —, se corrige y no tarda en agregar —: deberías estar avergonzada —Hay tantos sentimientos en ella, casi puedo ver la rabia y decepción mezclándose y convirtiéndose en una sola. Una nueva emoción, si eso es posible.

—Lo estoy, créeme —Por supuesto que lo estoy y si pudiera volver en el tiempo sé que haría todo diferente, pero no es así —. No puedo hacer nada más que pedirte perdón, jamás quise lastimar...

Lo siguiente que ocurre simplemente me deja sin habla. Dura apenas un segundo y el dolor no es inmediato, pero en cuanto llega no tardo en llevarme una mano a la mejilla. Acaba de darme una bofetada.

Yo no lo hiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora