Capítulo 18 | Apagón - Segunda parte

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Sara

Descendemos las escaleras en silencio, guiados por Charlie, aunque esta vez, los tres iluminamos el espacio con nuestros teléfonos.

Casi tropiezo, por fortuna, Hugo me toma del brazo, ayudándome a recuperar el equilibrio.

—Gracias —susurro, sin saber muy bien por qué, quizás porque estar a oscuras me pone nerviosa.

—No te preocupes —habla suave y calmado, como siempre, y tengo que admitir que eso le viene bien a mi ansiedad.

—¿Por qué susurran? —cuestiona Charlie divertido —. No estamos en una película de terror.

Me dispongo a responder, pero mis pies ya no encuentran más escaleras, eso y que choco con su espalda, son las señales que necesito para asumir que ya llegamos a nuestro destino, el sótano. No es que sea así normalmente, sigo algo mareada, por lo que que tardo en asimilar todo un poco más, al igual que ellos.

—A ver... —Charlie chasquea la lengua y se coloca frente a la tableta llena de interruptores —bueno, no soy un experto en esto, cualquier cosa, los veo en el más allá —se persigna antes de manipular los botones y cierra los ojos.

La luz regresa de inmediato, lo que es un verdadero alivio. Hugo suspira.

—Menos mal —Charlie lo mira mal y él sólo ríe —. Tenía mis dudas.

Un ruido extraño nos obliga a girar en la misma dirección. Nos mantenemos en silencio, aguardando alguna pista que nos indique de qué se trata. No pasa mucho hasta que se repite, una, dos, tres veces más. Primero creo reconocer golpes, quizás una persona con un objeto, sí, parece ser eso. Pero, ¿por qué? ¿Serán los chicos? Una vez más y ahora se siente como si estuviera junto a nosotros. Puedo notar los latidos de mi corazón descontrolado, tengo un mal presentimiento.

—¿Ahora qué? —se queja Charlie.

—Tal vez una rata —me apresuro en responder y niega de inmediato.

—Aquí no hay ratas.

De nuevo, el mismo ruido nos pone en alerta. Proviene de las escaleras, de dónde acabamos de venir y se oye cada vez más fuerte. Descarto la idea de los golpes y la rata, se oye más bien como pisadas, de alguien bastante grande.

—A lo mejor es T —Hugo se adelanta y camina hacia allá —, él solo debe pesar como 90 kilos de puro músculo —Charlie y yo intercambiamos una rápida mirada antes de seguirlo. Cruza la puerta y cuando estamos por alcanzarla, esta se cierra de golpe.

Lo primero que pienso es que se trata de una broma de parte del moreno, aunque no suele hacer ese tipo de cosas, no que yo sepa, y tampoco tiene mucho sentido. Charlie lleva una mano a la manija y trata de abrirla, pero parece que tiene la llave puesta.

—Genial —murmura —, ¡Hugo! —grita su nombre repetidas veces, pero no recibimos ninguna respuesta de su parte. Lo siguiente es llamarlo, o a cualquiera de los que también se encuentran en la mansión, en cuanto lo intentamos, resulta que no tenemos señal.

—Sí que parece una película de terror —digo y él solo niega confundido.

—Al menos hay luz —tan pronto como termina de pronunciar la última palabra, volvemos a quedar a oscuras. Me aferro a su brazo con fuerza, que incrementa a medida que unos pasos se acercan a nosotros, o eso es lo que parece. Quien sea el intruso está a nuestra espalda.

El cuerpo de Charlie empieza a temblar, aun así no duda en ponerme detrás suyo, haciendo un gran esfuerzo por cubrirme, mientras él mismo no entiende qué sucede y está asustado, puedo notarlo. Una pequeña brisa de aire ingresa desde algún lugar aquí abajo, tal vez hay alguna ventana abierta y es el ruido de fuera lo que oímos. 

Yo no lo hiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora