Capítulo 20 | Apagón - Última parte

13 1 0
                                    

Sara

El aire gélido cala mis huesos. Me abrazo a mí misma, buscando, de alguna manera, entrar en calor, pero el esfuerzo resulta inútil, no cuento con la vestimenta adecuada para ello. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil aquí?

No dejo de arrepentirme de haber venido, ni siquiera sé qué demonios pensaba que pasaría, claro que todo iba a salir mal, ¿Quién me manda meterme en la mansión maldita? Si no es el fantasma del sótano, o lo que sea que haya ahí abajo, es Joshua apareciendo para salvar la situación. Mire donde mire en este jodido pueblo, todo me lleva a él.

Después de nuestro último encuentro, no estoy segura de poder manejar otro enfrentamiento. El que actúe como si nada, no hace más que avivar la llama que crece en mi interior, deseosa de tirar todo por la borda y mandar al infierno a una figura de autoridad, al agente Romero, específicamente. Como si fuera tan sencillo, como si todo se resumiera a eso, pero no lo hace. No puedo pretender que no lo detesto, así como tampoco soy capaz de fingir que estar en este jardín, tan cerca del lugar donde vi a Natalia por última vez, no me causa nada.

Por desgracia, me vi en la obligación de venir. Una parte de mí, lo pensó tan pronto como recibí la invitación de T. La única forma de descubrir que pasó, es involucrarme, investigar, hacer algo en vez de cruzarme de brazos, tal como hacen los policías del Valle, aunque no quiero ser mal pensada. Y estando aquí sentada, comprendo que es lo que haré.

El periodismo debe servir para más que solo escribir estupideces, sobre relaciones clandestinas, infidelidades o riñas por popularidad, estoy tan harta de informar sobre cosas insignificantes. Quizás pueda resolver este caso, averiguar qué ocurrió con Nat, o al menos, estar segura de que hice todo lo posible para lograrlo.

El primer paso es ir al salón, mejor conocido como el escenario del crimen. Lugar que horas antes estuvo atestado de gente y al que ella regresó por alguna razón, una que nadie más sabía, salvo quien la lastimó. Trato de no complicarme más, sé que va a tomarme tiempo, pero es mi nueva motivación, jugar a los policías y atrapar al culpable.

Me pongo de pie y doy media vuelta. Cuando elevo la mirada del suelo, maldigo mentalmente. Ahí está de nuevo, mi pesadilla en persona y viéndome como si tratara de leer mis pensamientos. ¿Es que no se cansa?

—¿Qué haces aquí? —cuestiono de inmediato. No me ando con rodeos, no me agrada su compañía y tiene que saberlo.

—Podría hacerte la misma pregunta —responde calmado. Continúa analizándome, atravesándome con los ojos. Me siento invadida, desnuda ante él y tengo que hacer un gran esfuerzo por concentrarme.

—Yo hablé primero —lo reto, esperando que no tenga nada mejor que decir, para poder dejarlo hablando solo.

—Y yo soy policía —Bufo por lo estúpido de su respuesta.

—¿Y eso qué tiene que ver? —Pongo los ojos en blanco —, ¿Necesitas recordar tu cargo todo el tiempo para sentirte más macho? Sé lo que eres —Espera que siga hablando —, un idiota arrogante —me cruzo de brazos.

Creo ver el atisbo de una sonrisa en sus labios, una bastante fugaz.

—Sara... —El tono de advertencia en su voz, me pone de los nervios, no estoy de humor para soportarlo o a sus aires de superioridad.

—¿Qué? —contesto de manera automática. Fastidiada por tener que cruzármelo en cada paso que doy.

—¿Qué haces aquí? —Pienso seriamente en mi respuesta. La verdad es que no tengo ni idea, pero no puedo decir eso, claro. Ser sincera está prohibido, temo romperme de nuevo y estoy muy segura de no poder soportar otro de sus ataques.

Yo no lo hiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora