Capítulo 14 | Invitación

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18 de abril, 2022

1:20 p.m. 

(Comisaría del Valle)

Sara

—Podría no ser nada —el comisario se rasca la calva mientras camina de un lado a otro por su estrecha oficina, con evidente preocupación.

—Lo sé, pero he visto muchas películas —pongo las manos sobre su mesa, como si de alguna manera esa acción le diera más énfasis a mis palabras, me mantengo de pie a la espera de una respuesta lógica, pero mi mente trabaja más rápido de lo esperado —, podría ser un psicópata —Bien, puede que exagere, de todas formas, prefiero pecar por eso que por confiada —. Solo quería hacérselo saber.

—Hiciste lo correcto, no te preocupes, enviaré una unidad para revisar la zona y si es necesario pondré vigilancia frente a tu puerta —Un escalofrío recorre mi cuerpo, es una extraña sensación entre tranquilidad y tristeza absoluta.

—No creí que los supuestos asesinos merecieran esa clase de cuidados —el comentario sale de mi boca como un escupitajo, es bastante notorio lo mucho que me incomoda estar en esta situación. Debo reconocer que cualquier mención al caso de Natalia es como una puñalada directa al corazón.

—Sé que tú no lo hiciste —la seriedad de su mirada y la expresión imperturbable de su rostro, no dejan ningún lugar a dudas —, Romero sabe que no lo hiciste —Trago saliva y evito sus ojos.

—No me importa lo que él piense —Chasquea la lengua.

—Lo que pasó hace años...

—¡No es eso! —No dejo que termine de hablar —, es un idiota y es todo —Frunce el ceño.

—Bien —supongo que ahora mismo me ve como a una niña grosera, pero no puedo contener mis emociones y realmente detesto a ese hombre —. Te avisaré de cualquier avance en el caso, puedes ir a casa y descansar.

Como si eso fuera posible. No tengo idea de la cantidad exacta de horas que he dormido durante los últimos días, pero podría decirse que es mucho más de lo que dormí todo el año pasado. Sí, exagero de nuevo, pero mi punto es que no importa cuánto tiempo pase inconsciente, cada vez que despierto me encuentro en medio de esta estúpida pesadilla.

—Buenos días —digo a modo despedida, mientras me dirijo hacia la salida.

—Buenos días —alcanzo a oírlo pronunciar justo antes de abandonar el lugar.

***

Pasear por el pueblo en estos días, se siente como estar justo en el centro de una pasarela de moda, pero de forma tétrica. Todos me observan, o al menos, así lo siento. Noto las miradas sobre mí, juzgandome, decidiendo si luzco lo suficientemente culpable o si, por el contrario, parezco inocente.

Me apresuro en esquivarlas, como en un maldito videojuego, como si los habitantes del Valle fueran granadas a punto de explotar, esperando que las mire o las toque, para estallar justo frente a mí. Estoy tan concentrada en mi tarea por sobrevivir, que no soy del todo consciente de cada cosa que me rodea, T Grace, por ejemplo. Tal vez esté mal llamarlo "cosa".

—Hey, ¿estás bien? —Froto mi frente dolorida.

—Sí, lo siento. No te vi —me disculpo. Roza su brazo, la zona en la que acabo de estampar mi cabeza, hace menos de dos segundos.

—No te preocupes —esboza una pequeña sonrisa —, ¿A dónde vas con tanta prisa? —cuestiona intrigado.

—Con mis padres —me encojo de hombros —. No tengo otro lugar a donde volver.

Yo no lo hiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora