El sol ya se había puesto cuando Aldric se encontraba practicando con la lanza en el campo de entrenamiento del castillo real. Sus movimientos eran precisos, aunque llenos de la energía inexperta de su juventud. Estaba solo, concentrado en sus ejercicios, cuando dos sombras con máscaras negras aparecieron de la nada.
Uno de los enmascarados intentó colocar una bolsa sobre la cabeza de Aldric, pero el joven príncipe reaccionó con rapidez, golpeando al atacante con la lanza y haciéndolo retroceder. El segundo enmascarado, sin perder un segundo, desenvainó su espada y se lanzó al ataque. Aldric se defendió con determinación, logrando herir a sus agresores con su lanza. Sin embargo, la superioridad numérica y la experiencia de los enmascarados finalmente prevalecieron, y Aldric fue sometido y encapuchado.
Al despertar, Aldric sintió el peso de las cadenas que aprisionaban sus brazos, colgando del techo. No podía ver nada debido a la bolsa que cubría su cabeza, y su respiración se aceleró con la mezcla de miedo e incertidumbre. Una voz profunda rompió el silencio.
"Veo que ya despertaste, niño," dijo la voz.
La bolsa fue retirada de su cabeza, y Aldric parpadeó para ajustar sus ojos a la luz tenue de la habitación. Ante él estaba un hombre de cabello blanco, vestido con una armadura negra y una máscara de lobo. Sus ojos, fríos y calculadores, se clavaron en los de Aldric.
"Bienvenido a la Orden de Caballeros Colmillo de Sangre," dijo el hombre con voz grave. "Soy el líder de esta orden. Aquí aprenderás lo que significa ser fuerte, lo que significa sobrevivir."
Aldric tragó saliva, intentando mantener la compostura. "¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieren de mí?"
El líder se levantó y se acercó a él, sus pasos resonando en la habitación. "Tu padre, el rey, ha decidido que es hora de que aprendas el verdadero significado de ser un guerrero. Aquí no serás tratado como un príncipe. Serás forjado en la disciplina, la fuerza y la lealtad."
La Conversación con el Rey
Días antes, Aldric había estado caminando por los pasillos del castillo real junto a su padre. "Padre, ¿qué es la Orden de Caballeros Colmillo de Sangre?" había preguntado Aldric con curiosidad.El rey, con una sonrisa enigmática, había respondido, "Paciencia, hijo. Pronto lo sabrás. Ellos te encontrarán."
Aldric había fruncido el ceño. "Aún no entiendo por qué no puedo traer nada de mis cosas, y por qué no pude traer a Death."
El rey había dejado de sonreír y había respondido fríamente, "Porque ya no los necesitarás."
De vuelta en la habitación oscura, el líder de la orden hizo una señal, y los dos enmascarados aparecieron de nuevo. Uno de ellos llevaba un hierro al rojo vivo, con las palabras "Sangre y Acero" grabadas en él.
"Tu primer desafío será simple," dijo el líder. "Resiste."
El enmascarado con el hierro se acercó a Aldric, quien comenzó a retorcerse en las cadenas. "No, no, por favor..." murmuró, pero sus súplicas fueron ignoradas. El hierro caliente se acercó a su piel, y el dolor fue insoportable cuando lo marcaron en el pecho.
Aldric gritó, su voz resonando en la habitación. Su piel se quemaba, el olor a carne chamuscada llenaba el aire. El líder de la orden observaba sin emoción.
"Este es tu primer paso hacia la verdadera fuerza," dijo el líder mientras Aldric jadeaba, luchando por soportar el dolor. "Aquí aprenderás que el dolor es temporal, pero el poder y la lealtad son eternos."
Aldric, con el pecho ardiendo, miró al líder a los ojos, su resolución inquebrantable a pesar del tormento. "¡Te mataré! ¡Harland te hará pagar por esto!"