Una semana de tranquilidad y descanso había pasado para Aldric y Edrana. Habían aprovechado el tiempo para fortalecer su amistad y recuperar fuerzas, pero la realidad de la guerra los llamó de vuelta abruptamente. Una lechuza mensajera llegó a su campamento con noticias alarmantes: el rey había reunido todas sus tropas y las había desplegado en dos puntos estratégicos, la Presa del Desembarco y el Puente Acorazado. Esta maniobra había aislado a las fuerzas de Edrana, restringiendo sus suministros y debilitando la moral de sus soldados.
Aldric y Edrana se miraron con preocupación. Sabían que no podían permitirse más retrasos.
—Tenemos que volver de inmediato —dijo Edrana, su voz llena de determinación.
Aldric asintió, ya preparando a Death para el vuelo de regreso.
El vuelo de regreso fue tenso y silencioso. A su llegada, el campamento estaba en un estado de confusión y ansiedad. Los soldados se movían nerviosamente, algunos murmurando entre ellos sobre la imposibilidad de seguir luchando bajo tanta presión.
Edrana convocó una reunión de emergencia en la sala de guerra. Aldric, siempre a su lado, observó cómo el ambiente había cambiado drásticamente desde su última reunión.
Edrana se paró frente al mapa estratégico, con Iron y Lord Ryan a su lado. Aldric, aunque atento a la situación, no pudo evitar recordar los días de calma en la playa.
—Debemos actuar rápidamente —dijo Edrana, señalando los puntos críticos en el mapa—. El rey ha bloqueado nuestros suministros y ha dejado a nuestros soldados sin recursos. Necesitamos un plan para romper este cerco.
Iron, su mano derecha, propuso un ataque sorpresa en la Presa del Desembarco, sugiriendo que podría ser más vulnerable debido a su ubicación. Lord Ryan, por otro lado, abogaba por reforzar las defensas en el Puente Acorazado y esperar una oportunidad para contraatacar.
Mientras las propuestas de planes eran lanzadas, Edrana observó a Aldric, que solo había estado observando en silencio. Finalmente, le preguntó su opinión. Aldric se levantó y, señalando el castillo de la corona en el mapa, comenzó a hablar:
—La opción más segura es la siguiente: fingiremos una fuga de información y haremos creer al enemigo que estamos dos pasos por detrás. Primero, debemos esparcir el rumor de que llevaremos nuestro ejército al tapón de suministros. Esto provocará que el rey intente acabarnos de una sola vez, dejando al castillo desprotegido o con menos caballeros en el peor escenario. Mientras eso ocurre, nuestro verdadero ejército se apoderará de la corona, brindando un jaque mate a esta partida y terminando la guerra. Al ver cómo el rey pierde su territorio más fuerte, el resto de los lores dejarán de seguirlo.
—Eso es un buen punto —completó la frase Lord Ryan.
La mano derecha de Edrana, sin embargo, refutó de inmediato.
—Para que el plan tenga éxito y nos dé tiempo de conquistar la ciudad, tendríamos que sacrificar a muchos hombres para la emboscada. No podemos permitirnos perder tantos soldados.
Ante la refuta de la mano derecha de Edrana, Aldric se levantó con determinación y miró a Edrana a los ojos.
—¿Quién dijo que sacrificaremos soldados? —dijo Aldric con firmeza—. Solo necesito tres días, acero, una forja y 40 de nuestros soldados.
Edrana levantó una ceja, curiosa pero también intrigada por la confianza de Aldric.
—¿Qué tienes en mente, Aldric? —preguntó.
Aldric sonrió ligeramente
le respondió a la reina un digamos que no estoy a mi cien usando estas armas veras antes tenía un arma muy especial y necesito otra ahora