Capítulo dos: ''No deberías hablar con un extraño. ''

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Meredith, jamás había conocido a alguien que me haya gustado tanto su nombre (y no, Ered es un buen apodo). Siempre me dijeron: No hables con extraños, pero aquí estoy escribiéndote.

Para que no te asustes, tengo diecisiete y no quiero matarte.

No me agrada Tom, puedo percibir que no es buena persona ¿verdad?

J.

Por supuesto que no, es más, siento que por su lamentable personalidad no ha tenido ni un solo amigo.

Giré sobre mis talones y abrí los ojos.

-Vaya, vaya, Houston. Tiempo sin verte, esta mañana no me saludaste. –Tom sonrió con sus separados dientes amarillos.

-Tom, hola. Disculpa, estaba de mal humor.

-Claro, ¿Qué hacías allí?

-¿Allí, donde específicamente hablando?

Se rió ligeramente y apoyo su mano de la pared.

-Hagamos como que no vi nada, Meredith. Pero, si te vuelvo a pillar en algo raro, haré que tu mente sufra tanto que tendrás que decírmelo. –su tono de voz fue cambiando a uno amenazador, sentí escalofríos.

-¿Qué te hace pensar que te tengo miedo?

Aunque sí, definitivamente le tengo miedo, pero eso no lo debe saber él.

-Que, soy el hijo del director. Y si me propongo que no te acepten en ningún lado y termines en una tienda de zapatos, lo haré. –se acercó a mi rostro, tragué saliva.

-¿Entonces me tienes miedo? –habló nuevamente.

-No, mal aliento. –Hice una reverencia- hasta luego, hijo del director.-dije entre dientes mientras me iba.

Miré mi reloj, eran las seis treinta, debía ir al dormitorio antes de que Hannah lo hiciera, cuando me di cuenta ya estaba corriendo hacia el edificio A. Corría con todas mis fuerzas mientras mi corazón latía a toda velocidad y mis pulmones se llenaban y vaciaban en segundos.

-¡Cuidado! –alguien me gritó.

Ignore a las personas que empujaba, llegue a las escaleras, y corrí, corrí, corrí...

La puerta estaba entre abierta, venía con tanta velocidad que choqué y caí dentro de la habitación.

-¡Auuuuu! –me quejé y me retorcí en el suelo.

-¿Qué caraj...? ¿Quién rayos eres tú? –Hannah se giró y me vio con asco, estoy segura que yo la vi igual desde el suelo.

-Meredith...-me miró confundida aun- Houston.

-Ah, la rara. Vete de aquí.

-Este es mi dormitorio.-me puse de pie y crucé mis brazos.

-Disculpa, creo que no entendiste ¡vete de aquí, arrastrada!

RE-SIS-TEN-CIA y mucha paciencia....

-No. Voy a dormir aquí y no puedes hacer nada para sacarme.

Sólo diré una última cosa, Hannah sonrió y lo siguiente era que estaba arrastrando mi cobija de flores por el patio. Sin llaves.

Me senté en una banca con mi orgullo por el piso. Tenía mucho tiempo que no lo hacía porque me había vuelto muy poco sensible, pero estaba llorando con todas mis fuerzas, y sollocé sin importarme si alguien venía y me grababa para reírse después. No tenía dignidad, no tenía valor para nada. Soy una debilucha y como ella dice, soy rara.

Meredith no es rebelde. Por: Peypef.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora