Capítulo siete: Miedos.

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Y si estás enamorado

Eres suertudo pues, la mayoría de nosotros

Está amargado

por alguien.

Daughter, youth.

Jack.

Querido Jack, hay cosas que aún no te he contado del todo. Tengo miedos como todo el mundo, hay algunas cosas que pasaron el año anterior, la mayoría son por las que aún sigo aquí:

Torpemente trató de limpiar el desastre que hice en la cocina, derramé una jarra entera de jugo de fresas.

-¡Que desastre! –exclamó mi madre mientras entraba a la cocina.

-Lo siento.-respondí mientras frotaba el piso con un pañuelo.

-Eso no va a limpiarlo. ¡Dios! ¿No aprendes? Actúas como una niña.

Su tono fue tan duro como un golpe en el estómago. Tragué saliva mientras respiraba más rápido, podía sentir mi molestia, mi confusión. ¿Por qué tanto drama por el suelo sucio? Jamás he logrado entender a ninguno de mis padres. Ambos se molestaban por cosas diminutas –y grandes también, de todas maneras- y siempre había un tono de ''vaya ¿Qué hice mal'' detrás de esas frases. Ellos, mis propios progenitores me hacían regañarme a mí misma de una forma no sana.

-Vete a la escuela.-bajó la cabeza.

Salí de la cocina y tomé mi bolso arriba de la mesa al lado de la puerta, cerré con paciencia.

Era nueva en este instituto y no conocía mucho a Roxx. Sólo algunas veces me sentaba a su lado en el comedor e intercambiábamos algunos diálogos vacíos que no llegaban a ninguna parte.

Recuerdo que ese día fue uno de los más duros. Ese día fue dónde conseguí mi apodo de rara gracias a Hannah.

En mi mochila llevaba un pequeño peluche, quizás del tamaño de la mitad de mi antebrazo, era un conejo blanco, como el de Alicia en el país de las maravillas. Adoro esa película desde siempre, siento que comprendo muy bien a Alicia.

Hannah se sentó detrás de mí y mi bolso cayó al suelo, el peluche saltó, Hannah movió la silla, me caí, todos voltearon y se rieron, ''Es rara e inmadura'' se murmuraba en los baños de las chicas mientras estaba con mis piernas abrazadas sin llorar, sólo mirando debajo de la puerta los pies. Desde ese día dejé de llevar ese peluche. Quizás si era algo tonto, pero era el único recuerdo que tenía de mi tío favorito.

Cuando el timbre sonó, fui a mi casilla de gimnasio y había escrito en ella en pintura negra ''Váyanse a la mierda''. Todos me culparon a mí, fui a la oficina del director y fue la primera vez que vi al señor Smith tan de cerca.

-¿Meredith Houston, verdad?

-Sí.

-No queremos problemáticos, será mejor que te coloquemos en la sección más estricta. Tendrás nuevos compañeros. Ya les avisamos a tus padres.

-Está bien.-respondí asintiendo.

Smith sonrió y yo me fui.

¿Qué cómo llegué al instituto entonces? Es otra historia.

Antes de todo eso, volvamos a mi yo de trece. Salí de casa luego de discutir con mis padres, sobre alguna tontería que no recuerdo. Caminé horas, oscureció pero yo no tenía miedo, tenía ganas de descubrir cosas, era tonta, lo sé. Llegue a un pequeño bosque, caminé unos minutos y volví corriendo a la calle. Allí encontré a un hombre que conoce a mi padre. Estuve, como podrás deducir, en graves problemas.

Al llegar a casa mis padres me miraban con el ceño fruncido, diciendo que había sido un error de mi parte y todas esas cosas de las que no quiero recordar.

De todas formas, parezco tosca, seca y aún así he tenido miedos. Tengo miedo de herirme con una de mis estúpidas ilusiones. Tengo miedo a la humillación pero no puedo controlar lo que otras personas me hacen, sólo controlo lo que siento hacia ello. Tengo que demostrarles, tengo algo que demostrarme.

Meredith no es rebelde. Por: Peypef.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora