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Mingyu llegó a la academia de la señorita Grenville unos minutos antes de la hora.
Se sentía como un maldito idiota esperando fuera de la verja, un pecador desterrado del cielo, pero la señorita Irene Grenville había dejado bien claro que no debía poner un pie dentro de sus tierras. El antiguo Mingyu habría echado abajo las puertas, pero hoy no le agradaba la idea de tener una veintena de jovencitas gritando, fugándose y desmayándose a sus pies.
Sin embargo, a medida que se acercaba la hora de la cita comenzaba a considerar seriamente una incursión estratégica. Y entonces, apareció su ángel, recorriendo el largo y serpenteante camino. Parecía haber pasado más de quince días desde que lo había visto por última vez, y tuvo que sofocar el repentino impulso de derribar las puertas, echar a Wonwoo sobre la silla de montar y huir con él.
—Mingyu —dijo el institutor cuando llegó a las puertas cerradas. Al menos no pretendía fingir que jamás se habían conocido.
—Wonwoo —desmontó en ese momento. Quería estar tan cerca de él como fuera posible— ¿Qué tal está Shakespeare?
El joven inclinó levemente la cabeza.
—Mi gato está bien, gracias.
—Bien. ¿Y cómo te encuentras tú?
—Estoy bien.
Mingyu resopló. Esto era completamente inútil. Prefería un enfoque directo... y sabía que Wonwoo también.
—Has puesto mi ordenada vida patas arriba —dijo— Nunca pensé que alguien pudiera lograrlo.
—¿Es eso lo que has venido a decirme... que te he arruinado la vida? ¿Qué crees que has...?
—No he dicho que hayas arruinado nada —lo interrumpió con el ceño fruncido. Por lo visto no había sido suficientemente directo— Lo has cambiado todo... el modo en que miro a la gente, y a mí mismo. Y, considerando la magnitud de la tarea, te mereces mi enhorabuena. Y mi agradecimiento.
Wonwoo se puso a juguetear con un botón de su chaleco, esquivando su mirada cuando él buscó una grieta en su reluciente armadura.
—Entonces, no hay de qué. Aunque para eso me pagaste.
Mingyu negó con la cabeza.
—Te pagué para que no te marcharas. —Mingyu alargó la mano por entre los barrotes de hierro de la verja para tocar su mejilla.— Te echo de menos.
Wonwoo tomó aire con dificultad y se apartó de su caricia.
—Claro que sí. Ahora tienes que molestarte en buscar a otra persona con cuya vida puedas jugar.
Wonwoo seguía a la defensiva, como siempre, pero ahora lo comprendía.
—Nadie me dejará jugar —le dijo sin alzar la voz, y sonrió.
El joven se sonrojó.
—Déjalo. ¿Qué haces aquí?
—Aún me deseas.
—Es una reacción puramente física. En cualquier caso, estás mejor sin mí.
—Creí que iba a ser yo quien se disculpara. —replicó él—Sal de aquí y pasea conmigo.
—No. Márchate, Mingyu.
—Me siento como si tratara de secuestrar a un monaguillo de un convento —refunfuñó mientras observaba su rostro en busca de una chispa de su habitual humor.
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EAG [Meanie || Minwon]
Jugendliteratur[𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧] ⚠ Contenido+18 ⚠ Historia de época ╰► 𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣 𝙨𝙞𝙣 𝙛𝙞𝙣𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙪𝙘𝙧𝙤 ╰► 𝙏𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙧𝙚𝙘𝙝𝙤𝙨 𝙖 𝙨𝙪 𝙖𝙪𝙩𝙤𝙧𝙭