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John.

Han pasado ya dos semanas desde aquel bochornoso encuentro entre la hija de mi jefe y yo, sin embargo, lo más extraño de todo esto, es que no he podido dejar de pensar en ella, por lo que no habia día en que no me recriminara por ello, internamente, pues nunca en mi vida me había sucedido algo similar. Era consciente de lo inalcanzable que era para mí, ya que, estaba comprometida con Matthew Hamilton, aquel playboy millonario, que por si fuera poco era muy conocido por su escandalosa vida llena de excesos y mujeres hermosas, no había día en que las revistas de chismes no hablaran de él, o que sus fotos aparecieran en las portadas de estas, siempre con una mujer diferente, aunque también algo que me preocupaba de cierta manera, era la forma en que se tomarían la noticia, de que aquel mujeriego estaba ya comprometido con la heredera de los Smith, aquella jovencita dulce y de hermosos ojos, mismos que mostraban cierta tristeza, que me partía el corazón, me gustaría mucho poder acercarme y ofrecerle mi sincera amistad, pero...eso sería algo incorrecto.

—John...¡John! — Escuché a mi jefe llamarme, al mirarlo, pude comprobar que estaba molesto, pues su ceño fruncido me lo confirmaba.

—Dis...discúlpeme, señor—atiné a decir, dándome cuenta de mi gran falta, pues sólo a mí se me ocurría, estar pensando en su hija, justo cuando estábamos en medio de una reunión importante con los socios de España.

—Déjate de tonterías y mejor empieza a presentar los balances de los gastos que hemos hecho—ordenó, estirando su mano, para que le entregara la carpeta. — Como pude me puse de pie y empecé a repartir las carpetas, a cada uno de los socios, una vez que todos tuvieron dichas carpetas, empecé a explicar lo que se había gastado en las materias primas para la elaboración de la nueva línea de cosméticos, conforme iba explicando, los socios empezaban a revisar cuidadosamente las hojas, por primera vez me sentía nervioso y era porque no me encontraba concentrado, pues parecía como si fuera un novato, cuando titubeé y me quedé callado, el señor Henry, me fulminó con la mirada, acto seguido las miradas de los socios se posaron en mí, algunos empezaron a cuchichear, mientras que otros, me miraban expectantes, esperando a que continuará con mi explicación, justo cuando sentía que estaba perdido, Alexander, llegó a mi rescate, poniéndose de pie, tomó la palabra, y acto seguido empezó a explicar con detalle cada uno de los gastos que habíamos realizado no sin antes asegurar que los cosméticos, estarían listos en un mes, dispuestos para salir al mercado, ante lo cual, los socios asintieron complacidos, sin decir aun nada, volví a sentarme, solo para bajar la mirada, en el trascurso de la reunión el señor Henry, se dedicó a hablar, hasta que todos llegaron al acuerdo, de que la nueva línea de cosméticos, llegaría primero a las tiendas más importantes de España en un mes, cubriendo así la gran demanda de su mercado.

Una vez que la reunión finalizó, y tras las respectivas despedidas, el señor Henry con voz seria me pidió reunirme con él en su oficina en cinco minutos, ante lo cual sólo asentí, Alexander, solo me dedicó una mirada de lastima y me dio un ligero apretón en el hombro derecho, para después marcharse a su propia oficina, solo en aquella sala, dejé escapar todo el aire que llevaba conteniendo, mientras pasaba mis manos sobre mi cabello en señal de frustración, consciente de que mi jefe me esperaba en su oficina, me acomodé el saco y me dispuse a ir a su encuentro, al llamar a su puerta, él, desde adentro me indico que pasara.

—Señor—logré decir.

—Cierra la puerta— ordenó, aun molesto.

Sin chistar hice lo que me pidió, para después acercarme hasta quedar enfrente de su escritorio.

—Te juro que, si no fueras tan eficiente con tu trabajo, ya te habría despedido—dijo con evidente molestia—. ¿Qué demonios te ocurre, John? Has estado muy distraído últimamente.

—Yo...—titubeé—. Lo lamento señor, le prometo que no volverá a suceder—dije con seguridad, misma que en aquellos momentos no sentía.

—Eso espero, John, pues no voy a tolerar otra falta tuya. Sabes que te estimo, porque eres un muchacho muy comprometido con tu trabajo, sin embargo, eso no me va a impedir correrte ante tu falta de rendimiento, ¿te quedo claro?

—Me ha quedado muy claro, señor—dije, tomando una postura firme.

—Bien...ahora, quiero que te reúnas con los del laboratorio y que te den los informes de las pruebas que llevan, no quiero fallas y menos ahora que los españoles están atrás de nosotros.

—Ya mismo, señor, ¿se le ofrece algo más?

—Es todo, ya te puedes retirar.

—Con permiso, señor—dije, dándome la media vuelta y dispuesto a salir de su oficina cuando su voz me detuvo.

—Cuando tengas los informes necesarios, házmelos llegar, para darles otra revisada.

—Claro, señor—, una vez afuera de su oficina, podía sentir como el alma me regresaba al cuerpo, me recargue unos segundos en la puerta, hasta que la vi... saliendo del elevador, era una aparición celestial, con aquella hermosa sonrisa que era capaz de iluminar toda la recepción, saludaba amablemente a Nora y tras intercambiar unas cuantas palabras amables, ella poso su mirada en mí, ocasionando que mi corazón empezara a latir rápidamente, y que sintiera como mis manos me sudaban, por más que quería moverme, mis piernas parecían no responderme.

—Buenos días—saludó, dirigiéndose a mí.

—Buenos días—respondí tan rápido, que casi podía jurar que no se me había entendido nada.

—¿Mi padre, está en su oficina?

—¿Eh? Si, si—atiné a responder—. Su padre se encuentra adentro.

—¿Crees que pueda verlo?

—Por supuesto, pase—musité, haciéndome finalmente a un lado para permitirle el acceso.

—Muchas gracias—dijo esbozando una gran sonrisa—. John, ¿verdad?

—Así es.

—Que tengas un bonito día, John—dijo, para después ingresar a la oficina de mi jefe.

Y ante aquella última frase, no podía estar más feliz, mi día que iniciaba mal, ahora se había convertido en uno de los mejores, pues una vez más la había tenido cerca y eso era suficiente, como para hacerme sonreír como a un perfecto idiota.

Querido  JohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora