10

5 3 1
                                    


John.

Desde la mañana he estado con una gran sonrisa dibujada en mi rostro, consciente de que tal vez parezco un idiota, pero en efecto... soy un idiota enamorado, y es que de cierta manera sigo agradeciéndole a la vida o tal vez al destino, por haberme hecho coincidir nuevamente con ella, y como en aquella ocasión, nuestro segundo encuentro fue algo poco común. Gracias a ese encuentro fue que me envalentone para pedirle su número telefónico, con la esperanza de poder seguir hablando con ella.

No iba a negar que esperaba una negativa y tal vez hasta un insulto, pues de cierta manera me lo merecía por haber sido tan atrevido. Sin embargo, ella me sonrió para acto seguido tomar mi móvil y empezar a teclear, juro, que yo, no podía estar más feliz.

Cuando nos despedimos, y apenas poner un pie dentro de mi departamento, le envié el primer mensaje, con la intención de saber si ella había llegado bien a su casa, a lo cual me respondió casi de inmediato, agradeciéndome por mi compañía, a lo que solo atine a responder con un «Yo soy el que te da las gracias por haberme soportado»

Así fue como empezamos a enviarnos mensajes, deseándonos suerte en nuestros días, así como el de mantener pequeñas charlas que terminan en una que otra broma, a tal grado de haberme atrevido a pedirle de manera indirecta una cita, que desde luego ya estaba imaginándome lo peor, cuando ella no me respondía, hasta que inesperadamente, me dio aquella respuesta que yo tanto deseaba, el bendito «si» y ahora me encuentro sentado justo enfrente del lago The Pond, mientras observo a un centenar de enamorados caminar con las manos entrelazadas, lo que de cierta manera me hace imaginar por unos momentos, estar así con ella, aunque sea un imposible, dado que ya está comprometida con aquel detestable playboy, frunzo mi ceño mientras muevo mi cabeza en forma de negación para olvidar aquello, justo cuando estoy lidiando con aquel detestable sentimiento, logro divisarla a lo lejos, como de costumbre tan hermosa, tan perfecta..., como puedo me pongo de pie y voy a su encuentro, con cada paso que doy, mi corazón late desbocadamente, y un cosquilleo en mi estómago se hace presente, inconscientemente aquella sonrisa que llevo desde la mañana se hace aún más grande, y el motivo... ella.

—Hola—dijo agitada—. ¿Te he hecho esperar mucho? —cuestionó, deteniéndose en frente mío.

—Para nada, soy yo el que ha llegado quince minutos antes—confesé de manera despreocupada, dándole inesperadamente un beso en la mejilla en forma de saludo—. Me alegra que vinieras.

— Es obvio que no iba a dejarte plantado, además en casa no tengo nada interesante que hacer.

—¿Acaso eso es un cumplido? —cuestioné con sarcasmo.

—Yo... lo lamento es solo que...

—Descuida, no tienes por qué disculparte, después de todo, no olvides que soy Mr. Dramas— musité divertido.

—En verdad lamento si fui grosera, es sólo que...

—Ya sé que te pongo nerviosa, pues estoy casi seguro de que me encuentras irresistible— dije guiñándole un ojo, ocasionando que ella se ruborizara al instante— pues ahora caía en cuenta que adoraba cuando ella se sonrojaba, pues se veía aún más hermosa.

—Eres un presuncioso de lo peor— me recriminó.

—Bueno, bueno, ya no peleemos, ¿Qué te apetece hacer?

—Me gustaría que me mostraras la música que tanto te gusta y conversar un poco, pues la última vez que estuvimos aquí, me dejaste muy pensativa.

—¿Y eso fue bueno o malo?

—Fue algo bueno, realmente muy bueno...

—Entonces, señorita, ¿me permite? — cuestioné, ofreciéndole mi brazo tal cual caballero de época galante.

Querido  JohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora