Una nueva figura materna

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Usualmente, la gente suele esforzarse mucho en su juventud para así construirse un futuro prometedor y tener una mejor vida a posteriori. Lamentablemente, hay veces en que los caminos de la vida, tan impredecibles y crueles como ellos solos, terminan dándonos vidas que no esperábamos tener en un principio. Por si alguien se lo está preguntando: No, este tema no será el foco de atención en la historia del día de hoy, sin embargo, sí será la razón por el cual esta anécdota pudo llegar a suceder...

...

"¡Maldición! ¡Voy a llegar tarde al cumpleaños de mi hija! ¡Tengo que ponerme las pilas y repartir todas las cartas antes de que sean las 12 del mediodía!"

Exclamó el cartero del pueblo mientras corría de un lado a otro dejándole sus respectivas cartas a los ciudadanos. El pobre hombre, que tenía un cuerpo bastante fornido y corpulento, muy alejado de la imagen atlética que alguien como él debería tener para poder llevar a cabo su trabajo de mejor manera, estaba al borde de un desmayo causado por el cansancio extremo y la deshidratación desmedida. Apenas podía mantener el ritmo, su cuerpo no dejaba de sudar, su respiración agitada resonaba tanto como el claxon de los coches, y por si la situación no se podía poner peor, tenía que estar en su casa antes de las 12 del mediodía para así estar presente en el cumpleaños de su pequeña hija, quién ya estaba por cumplir los 10 años de edad. La verdad es que este individuo daba bastante pena, no solo por el trabajo que tenía, sino también por los esfuerzos que había realizado en el pasado con el objetivo de tener un futuro mejor... Dichos esfuerzos, tristemente, fueron en vano. Pero oye, aunque ganaba mal y tenía un horario más bien terrible, al tipo le sobraba mucha inteligencia, y gracias a eso, encontró una manera sencilla de solucionar su problema con el menor esfuerzo posible. Con su vista, hizo un análisis rápido de su entorno hasta encontrar a la persona adecuada, una vez consiguió encontrar lo que buscaba, se acercó a su presa emblandiendo los billetes en una de sus manos

"Chiquillo, ¿Te apetece ganar un par de pavos?"

Preguntó el hombre extendiéndole el brazo con el dinero al chaval pelirrubio que se había encontrado por ahí

"¿Qué si me apetece? ¡Por supuesto! ¡Si hace falta hasta te ofrezco drogas!"

Exclamó el infante aceptando la oferta de aquel cartero sin tan siquiera dudarlo en lo más mínimo

"Perfecto. Te daré este dinero, pero me debes prometer que vas a entregar estas cartas a sus respectivas direcciones, sí o sí, ¿De acuerdo?"

Explicó el adulto indicándole al niño lo que tenía que hacer una vez recibiera su respectiva paga. Y afortunadamente para él, aquel mocoso era un hombre de palabra

"Te prometo, como que me llamo Andrew Kelsey Brooks, que voy a entregar estas cartas a sus respectivas direcciones tal y como me lo has ordenado"

Dijo Andrew colocando su mano izquierda sobre su pecho y alzando su mano derecha abierta como forma de decir que estaba haciendo una promesa

"Perfecto, pues aquí tienes, yo me voy ya que llego tarde a un evento, chao"

Y sin nada más por hacer ahí, el pobre cartero se dio media vuelta y salió corriendo en dirección a su casa. Dejando tras de sí al pelirrubio con las manos llenas de cartas y los bolsillos rellenos con algunos billetes de 1 dólar cada uno...

...

Gracias a la condición atlética del muchacho, no fue una tarea excesivamente difícil la de entregar todas las cartas. Hasta ahora no había tenido ninguna clase de inconveniente, y finalmente, llegó al punto en que solo le faltaba entregar una última carta, el chiquillo estaba más feliz que nunca. Había ganado algo de dinero por un trabajo fácil, que bonita es la vida, ¿No?

El multiverso de FNAF 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora