capítulo 7

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Damián.

Nunca pensé que dormir con alguien me diera tanta calma, en realidad nunca pensé que dormiría con alguien y aunque de pequeños dormíamos juntos era algo normal de niños, pero ahora es diferente la última vez que logre dormir bien fue hace dos años, todas las noches son un maldito sufrimiento y no logro conciliar sueño, pero con ella logré dormir plácidamente y no debería de acostumbrarme a ese sentimiento.

Tengo a una muy dormida Anika en mi pecho con sus piernas enredadas a las mías, volteo a ver el reloj en mi mano y son casi las siete de la mañana, normalmente Anika se despierta a las seis, pero después de todo el desastre de anoche dudo mucho que despierte ahora. 

Trato de quitarla de mi cuerpo sin despertarla y aunque se sienta bien estar con ella, no debería ser así, logro pararme de la cama sin despertarla, parece un ángel cuando duerme y quién diría que esa misma mujer es capaz de asesinar por gusto.

Los idiotas están todos en el piso, Elizaveta tiene su cara en el cuello de Adrik y este mismo la tiene abrazada, Ares tiene sus pies en la cabeza Adrik.

Esto merece una foto, salgo de la habitación y en el pasillo me encuentro con Vadim, el hermano de menor de Anika y Adrik.

Va vestido todo de negro, es raro verlo aquí casi nunca está. Está cojeando, parece tener una herida en el abdomen, no se le ve, pero por la forma de caminar lo deduje. 

—¿Qué te sucedió?

Vadim se gira y casi dobla el cuello, cuando me ve respira aliviado. 

—Pensé que era padre— murmura con alivio— ayer también me atacaron los Alemanes, dejaron un mensaje para Anika. Ella no le interesó cuando se lo dije, pero a mí si me pareció extraño, nunca antes tuvimos problemas con los Alemanes, a decir verdad nunca tuvimos nada que ver con ellos.

Es cierto, en Alemania hay un grupo de mercenarios que controlan algunas partes del país, pero no hacen negocios con gente de afuera.

—¿Qué mensaje dejaron para Anika?

—Dijeron algo sobre que «Él ya viene»— murmura cansado— no recuerdo muy bien, ya que casi me muero desangrado cuando me lo dijeron.

“Él” no sé quién mierda, quiere llegar a Anika, pero no voy a permitir eso, deben tener a alguien infiltrado, no pudieron haber entrado sin ser detectados, tengo que hablar por Adrik y Vladímir.

Si bien puede que solo sean unos imbéciles queriendo venir a hacerse notar o de verdad puede ser algo importante, los Alemanes no tienen trato con gente de afuera y con que entraran en territorio Ruso ya es algo raro, se están moviendo.

—¿Durmieron todos en la habitación de Anika?

Vuelvo a la realidad con la pregunta de Vadim.

—Sí.

—Hoy vienen tu familia a cenar, te quedas o te largas— me dice burlesco.

La verdad no me apetece ninguna cena y mucho menos si viene mi familia, no quiero verle la cara a mi madre que seguramente viene con su querida sobrina.

—Esa mierda no me importa.

Salgo del pasillo y lo dejo sin darle oportunidad a decir algo más. 

Llego a la cocina y encuentro a la nana de los chicos, esa mujer parece que tiene azúcar en las venas, es demasiado dulce y buena para una vida de asesinos bipolares.

—Damián, hijo, que bueno verte otra vez.

Hace el intento de abrazarme, pero sabe que no puede hacerlo, odio que la gente tan solo piense en tocarme.

Oscuro Deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora