Donde los Counters, cazadores de espíritus malignos, siguen su lucha secreta desde su tienda de fideos.
O...
Donde los Counters enfrentan nuevos desafíos para proteger la Tierra de espíritus malvados que buscan la inmortalidad.
The Uncanny Counter S...
Yu-na estaba en la cocina, concentrada en preparar la comida. Llevaba puesto un delantal sobre unos shorts negros de licra y una blusa corta de color blanco. Estaba tan enfocada que ni siquiera escuchó que tocaban la puerta. Se dio cuenta solo cuando Hyuk-woo desde la sala, le dijo:
—Amor, un señor te busca.
Confundida, Yu-na se quitó los guantes y se dirigió hacia la puerta. Ahí estaba Pil-kwang, con una sonrisa en el rostro.
—Oh, Pil-kwang, ¿qué haces aquí?
—Hola Yu-na, espero no estar interrumpiendo.
—No, no te preocupes. Pasa, por favor —se quitó el delantal y lo dejó sobre una silla.
Hyuk-woo observó la escena y decidió dejarlos solos, pensando que sería algo personal o relacionado al trabajo.
—Yo los dejo solos, amor.
Se retiró hacia otra habitación, dejando a Yu-na y Pil-kwang en la sala.
Pil-kwang se acercó lentamente, sus ojos escudriñando cada detalle del cuerpo de Yu-na, haciéndola sentir un poco indefensa, aunque no lo mostrara.
—Vine porque quería hablar contigo sobre algo importante, algo que creo que deberías saber.
—¿Ah sí? ¿De qué se trata?
Pil-kwang se acercó más, invadiendo su espacio personal. Yu-na podía sentir su respiración cerca de su rostro, creando una atmósfera tensa.
—He notado que tienes un gran potencial, Yu-na. No solo en lo que haces, sino como persona. Hay algo en ti que es... especial.
Yu-na tragó saliva, sintiendo una mezcla de nervios y curiosidad. Sus palabras, su tono, la forma en que la miraba, todo la hacía sentir un tipo de atracción y confusión al mismo tiempo.
—Sabes, en la vida, las oportunidades no siempre vienen dos veces. Creo que estás destinada a grandes cosas, y me gustaría ayudarte a alcanzarlas.
—Yo...
Pil-kwang le tomó la mano suavemente, acercándose aún más. Sus miradas se encontraron, y Yu-na sintió un extraño escalofrío recorrer su cuerpo.
—No tienes que decir nada ahora. Solo piénsalo. Estoy aquí para ayudarte, en lo que necesites.
La intensidad de la situación creció. Pil-kwang no apartaba su mirada de ella, y su cercanía era casi abrumadora. Yu-na, aún con el corazón acelerado, asintió ligeramente, sintiéndose atrapada entre sus palabras.
—Gracias... por pensar en mí de esa manera.
Pil-kwang sonrió, sabiendo que había plantado una semilla en la mente de Yu-na, una semilla de duda y curiosidad que esperaba pudiera germinar a su favor en el futuro.
—Siempre, Yu-na. Siempre estaré aquí para ti.
Se despidió con una caricia en su mejilla, haciéndola cuestionarse de su lealtad hacia Hyuk-woo.
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