𝟢𝟦. 𝒰𝓃𝒶 𝒽𝒾𝓈𝓉𝑜𝓇𝒾𝒶 𝒹𝑒 𝓈𝒶𝓅𝑜𝓈 𝓅𝓉. 𝟤 | 𝓎𝓈𝓎𝓃𝑒𝑜

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—¡¿Sos un hombre?!

El primer sapo exclamó aquello con una mueca, no de asco, pero sí de miedo. Neo puso los ojos en blanco y asintió. —Sí, ¿algún problema?

—¡Sí! ¡Se supone que estaba besando a una princesa para volver a ser humano! —del shock, se quedó pensando, mientras Neo trataba de acostumbrarse a las ancas. —Bueno... supongo que con un príncipe debía de funcionar... —susurró. 

—No soy un príncipe —dijo de la nada, informando a su acompañante. 

—¿Qué? ¿No tenés sangre azul? —el otro sapo parecía más shockeado que antes.

—Eh... la última vez vi que era roja... —el primer sapo puso los ojos en blanco. Entonces Neo se atrevió a tocar su propia piel y gritó al darse cuenta de que era pegajosa. —¡Estoy cubierto de moco! ¡Qué asco!

—¡No es moco, es baba! 

—¿Qué diferencia hay? —preguntó en tono histérico, tocándose una vez más y haciendo muecas de asco que divertían a Alejo. —Agh, esto es tu culpa... 

—¿Mi culpa? Vos no dijiste que eras hombre... ¡y que no sos un príncipe!

Neo pudo —y quería— seguir discutiendo con el chico-sapo cuando divisó una mosca. Sí. Una mosca. Normalmente no le hubiera tomado importancia a la presencia del insecto, pero, naturalmente sus instintos como sapo le jugaron en contra y su lengua empezó a buscar el alimento. Escuchó una risita burlona por parte del otro y volteó a verlo con enojo. Volvió a tratar de encontrar el insecto, pero ahora siendo seguido por Alejo. 

Sus lenguas se enredaron, causándoles asco... y que cayeran del balcón. Cayeron en la mesa de la comida y sus lenguas ya se habían despegado. En ese momento, Neo sintió un cálido aliento cerca de su trasero y, si hubiera podido, se habría sonrojado. 

—¿Podés no acercarte a mi trasero? 

—No soy yo —respondió Alejo, con tono de miedo. Los dos miraron con horror cómo el sabueso de Julieta se acercaba a ellos de forma amenazante. Las ancas de Neo temblaron cuando trató de levantarse, cayendo contra Alejo, quien lo sujetó por la cintura como si lo hubiera hecho toda la vida. La pareja de sapos decidió huir del perro, pues ninguno tenía deseos de ser devorado. —¡Corre! 

Lo que sería la mano de Neo fue tomada por Alejo y ambos empezaron a correr sobre el mantel con algo de dificultad. La mano de Alejo logró asirse a los globos que servían como decoración y lograron estar a salvo cuando los globos se empezaron a elevar en al aire. 

—Ay, creo que estamos a salvo... 

Los globos empezaban a descender, siendo impulsados por los vientos del sureste. Poco a poco la oscuridad fue cubriendo la escena. Neo estaba más o menos tranquilo, algo frustrado por lo que había pasado, sin tener la oportunidad de soltarse del otro sapo, gracias a quien había acabado igual. 

—¿'Tas bien, nene? 

—No me llames así.

—No te enojes, guapo, dale. —Alejo lo miraba con una sonrisita coqueta, mientras Neo fruncía el ceño, a la par que los globos navegaban peligrosamente hacia las ramas de un árbol. No pasaría mucho tiempo antes de que los globos explotaran y cayeran al suelo. 

—Muchas gracias, príncipe —dijo Neo, con sarcasmo, levantándose. 

—¡Oye, no es culpa que hayas aceptado besar a un sapo desconocido, nene! —exclamó, ofendido. —Además, vos me engañaste a mí...

—Era una fiesta de disfraces, dah...

—Bueno, pues 'tas jodido porque yo 'toy quebrado.

—¿Qué? —Neo se detuvo en seco—. ¡Dijiste que eras asquerosamente rico!

𝒇𝒍𝒐𝒓𝒊𝒅𝒂!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora