𝟣𝟢. 𝐵𝑒𝒷é, 𝓂𝑒 𝑒𝓃𝓉𝑒𝓇é | 𝓁𝒾𝓉𝒾𝒶𝑔𝑜

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Mauro y Tiago habían terminado su relación hacía unos tres meses, sin embargo, no habían cortado el contacto. Lit sabía que Tiago ya tenía una nueva pareja, un nuevo novio, siendo el segundo chico con quien salía, pues para Tiago, Monzón había sido el primero en varios aspectos de su vida. La gente había preguntado bastante por ellos, ya que, de ser un shipp anhelado y hecho realidad, habían pasado a tener meses sin subir una foto. De ese modo, tuvieron que salir a hablar y a anunciar su separación. 

Pronto, Tiago se había conseguido un nuevo novio, lo cual no le molestó tanto como pensó que pasaría. Uno de esos días en los que Mauro estaba acostado en su cama, descansando, tratando de obtener inspiración, sonó su teléfono. Sonrió con malicia al ver que era Tiago quien llamaba, por lo que se apresuró a contestar. Sabía que Tiago era alguien muy voluble y sonrió en cuanto escuchó su respiración.

—Hola, bombón —dijo, en tono seductor, sabiendo que, del otro lado de la línea, el menor se había sonrojado. —¿Qué pasa, el pelotudo de Samuel no te da la talla? 

—Cállate, Mauro. 

—Aw, sé que me extrañas. 

—Bueno, tal vez sí te extraño un poco. —El tono de voz de Tiago había cambiado. Se escuchaba más ronco, seductor, como si se estuviera excitando. —Estuve viendo los vídeos, esos que grabábamos... 

—Mmm, ¿de cuando lo hacíamos en el baño? ¿O cuando me la chupabas?

—Mmm, de cuando lo hicimos en el estudio... 

—Estás siendo infiel, bebé... —Pero no le importaba, quería volver a estar con él, quería que Tiago dejara al patético de Samuel, a quien ni siquiera conocía. 

—Nos peleamos. 

Conque se habían peleado él y Samuel. Se imaginó a sí mismo yendo a por Tiago, secuestrándolo ahí frente a Samuel. La línea seguía en silencio, evidentemente, Tiago esperaba lo que Lit diría, pero este estaba ocupado tratando de calmar el naciente bulto en sus pantalones. 

—¿Mauro?

—Quiero verte. ¿Puedo verte? Paso por vos. 

—Sí, sí quiero verte... Nos podemos ver en la cafetería de acá... 

—Claro, voy para allá...  

Colgó la llamada y se quedó un rato más acostado. Obviamente no iban a hacer las paces y mucho menos volver —aunque, muy en el fondo, Mauro anhelaba eso—, sólo era sexo y nada más. En ese momento, le llegó una foto y se levantó con lentitud. Una foto en donde se veía el cuerpo desnudo de Tiago, con su mano cubriendo su intimidad, aunque no había necesidad de hacerlo: Lit conocía ese cuerpo como la palma de su mano, al derecho y al revés. Se puso desodorante, se lavó la cara y los dientes, luego se puso una remera limpia, además de perfumarse. Se sentía como si fuera un adolescente en su primera cita, a la vez, se sentía como si volviera a ser el inicio de su relación con el chico de hermosos ojos castaños. 

Se metió en su carro y salió en dirección hacia ese café en donde tuvo varias citas con Tiago. Se estacionó y caminó hacia el lugar. Ahí lo vio, tomando un vaso de agua. La mirada de Tiago se iluminó al verlo. Lit se sentía estúpido al darse cuenta de que se estaba acercando a la tentación como una polilla a la luz, pero no le importó más en el momento en el que el menor se lamió los labios y deseó morderlos, chuparlos y dejarlos rojos. 

—Hola, bebé —saludó, sentándose frente a él. 

—Hola, Mau. 

Tuvo la tentación de besarlo, por lo que decidió hacerlo. Se inclinó sobre la mesa y lo besó. Tiago no tardó en corresponder el beso, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del peliblanco. Dejaron ahí el dinero de la cuenta, con el vaso a medio terminar, antes de dirigirse al auto. Arrancaron y lo escondieron en una calle desolada, en la que casi no había nadie. Lit no había tenido la intención de aprovechar esa oportunidad, pero Tiago lo había buscado, lo había llamado y ahora lo tenía en el asiento del copiloto, mordiéndose el labio. A esas alturas, ya no importaba si Tiago estaba con Samuel.

—La calentura ya se te ve, Tiaguito...

—Cierra el pico —pero no estaba enojado. Suspiró, complacido, cuando Lit empezó a pasar su mano por su cintura, dirigiéndose hacia la cinta de su pantalón deportivo, con indicios de que le metería la mano en el pantalón. —Quiero grabarlo —anunció, antes de que la mano de Mauro llegara a su intimidad. 

Mauro sonrió y asintió, sacando su celular. Le dio una nalgada a Tiago, quien ya se estaba levantando, antes de indicarle que se fuera al asiento trasero. Una vez que el celular empezó a grabar, él también se pasó al asiento de atrás. Pronto, la ropa de Tiago estaba en el suelo del carro y este estaba rebotando sobre el regazo de Lit. Sin que ellos dos se dieran cuenta, al teléfono de Pacheco le llegaban mensajes con solicitudes de reconciliación, que no se podía enojar así, que era su pareja. 

Pero en ese momento, Tiago estaba muy ocupado cogiendo con su exnovio, besándose y susurrándose lo mucho que querían volver, habiendo terminado por razones bastante estúpidas. 

—Dejá a ese idiota. Volvé conmigo —decía, mientras daba una estocada ante cada frase, olvidando su determinación anterior de que sólo era sexo, no un indicio de que Tiago quería reanudar la historia que habían dejado inconclusa. 

Tiago no respondía, solo podía gemir, jadear y babear cada que Monzón golpeaba aquel punto sensible, ese manojo de nervios que le daba un placer inigualable. Así pasaron los minutos, hasta que alcanzaron el quinto round. El celular de Tiago estaba reventando de mensajes, hasta que, fastidiado, soltó a Mauro y tomó su celular, sin que el del peliblanco dejara de grabar. Movió sus dedos y pronto volvió a subir al regazo de su exnovio. 

—¿Por qué estás jodiendo, Sam?  

Mauro no alcanzó a escuchar lo que el chico del otro lado de la línea, porque Tiago suspiró de forma reprobatoria y volvió a bajar sobre él. Se veía hermoso y candente, con el sudor perlando su piel y la luz de la luna lo alumbraba. Era una imagen bastante sensual y cautivadora. Casi se le escapa un te amo, pero se mordió la lengua para evitar decirlo. Tiago seguía en su labor, subiendo y bajando sobre él, sin dejar de hablar con el otro chico, mientras su ropa interior yacía tirada en alguna parte del suelo del auto. 

—No, Samuel. La verdad es que nunca me gustaste demasiado... —Hubo un silencio y luego Tiago puso los ojos en blanco. —¿Qué te importa si estoy con él? No, ya no. Terminamos...

Aquellas palabras fueron seguidas por una llamada terminada y un beso apasionado entre los amantes, quienes siguieron con su noche de pasión, con esa escena a la que terminarían dando replay

𝒇𝒍𝒐𝒓𝒊𝒅𝒂!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora