Si había algo que Mateo siempre había odiado, era el ser un omega. Desde que se presentó como tal, se sintió asqueado y avergonzado de sí mismo, que decidió que jamás haría público un dato como aquel, que solo le traería odio y burlas. Así que, la primera vez que fue a una clínica, le pidió a la doctora que le diera testosterona, pues los omegas machos carecían de la misma cantidad que un chico beta normal y menos que un alfa.
Gracias a aquellas hormonas, logró pasar desapercibido y evitar aquellos rasgos afeminados que los omegas solían tener. Jamás esperó que alguien descubriera su verdadera naturaleza.
Se encontraba en el baño de unos importantes premios, acalorado y maldiciéndose a sí mismo por no haber recordado sus ya no tan frecuentes periodos de celo. En los omegas normales, el celo llegaba cada tres meses, pero en él, por las hormonas consumidas, se habían reducido a dos periodos cada seis meses. En aquella ocasión, había olvidado tomar sus medicinas para controlarlo, y ahora estaba caliente y asustado, con miedo a ser descubierto.
En ese momento, escuchó voces dirigiéndose hacia el baño y, sintiendo pánico, se metió en el cubículo, deseando que no hubiera ningún alfa en ese grupo, para que no pudieran olerlo. Se tapó la boca, evitando jadear, cuando olió las feromonas de uno de estos chicos suponiendo que era algún alfa. Este mismo alfa, se metió en el cubículo contiguo a donde él estaba y lo escuchó mear, mientras los amigos de este seguían platicando.
—Eu, Khea, ¿ya venís? —escuchó a uno, haciendo que Trueno abriera mucho los ojos.
—Mepa que me voy a tardar un poco, me duele el estómago...
El otro par de chicos salió del baño. El corazón de Mateo parecía querer salirse de su pecho, cuando notó los pies de Khea —nadie menos que el exnovio de su exnovia, con quien salió antes de él— acercándose hacia su cubículo. Casi se muere del susto cuando escuchó sus nudillos golpeando la puerta.
—Eh, chico omega, ¿estás bien? —No respondió, pero dejó que sus feromonas hablaran por él. —¿Necesitas ayuda? ¡No me refiero a coger! —exclamó, avergonzado y con miedo de que el omega tomara esto a mal—. No me quiero aprovechar de vos, no quiero que pienses eso... Me... me refiero a que si necesitás un aventón o algo así...
—¿Me... Me ayudarías? —se atrevió a hablar, con voz ronca, llena de excitación, lo cual sorprendió a Khea.
—Claro.
Mateo abrió la puerta, pues esta se abría hacia adentro. Los ojos de Ivo se abrieron demasiado cuando descubrió que aquel omega era su colega, Trueno. Mateo se sonrojó ante la mirada inquisitiva del otro chico de trenzas y desvió la mirada. La mirada de Khea fue hacia su campera y se la sacó.
—Tomá, ponete esto.
—No voy a usar eso, huele a vos.
—Ya sé, pero si te ponés la capucha, van a pensar que solo sos un omega que encontré por ahí...
Antes de que terminara de hablar, Trueno había suspirado y se colocó la prenda que el más alto le había dado. No iba a admitir en ningún momento que le habían gustado las feromonas del otro chico, quien tomó su mano y luego se aclaró la garganta con nerviosismo.
—Hay que hacerlo más... real, ¿no crees?
Trueno gruñó un poco, asintiendo. No levantó mucho la cabeza, pero notó cómo Khea fingía un tono arrogante y decía que se retiraba a su casa con un omega. Salieron del lugar, con la cabeza de Mateo perdiendo cada vez más los sentidos y pronto sintió flashes saludándolo mientras se dirigían hacia el auto del mayor.
—Mandaré a alguien que recoja el tuyo.
Tras un par de indicaciones para que el alfa condujera hacia su hogar, Mateo gruñó y cerró las piernas, enojado por dilatarse. La presencia de Khea le estaba afectando más de lo que esperaba, pero a la vez, estaba agradecido con él. Después de un rato, sintió que el auto se detenía y, por instinto, soltó un gemidito de súplica, pues su lado omega no quería alejarse del alfa. Este inhaló las feromonas que el omega dejaba salir y negó con la cabeza.
—A tu casa, Mateo.
Débilmente, el omega salió del auto del mayor, temblando y sacando sus llaves con torpeza. Hasta que lo vio cerrar la puerta, Khea suspiró alivio y arrancó su carro. Al día siguiente, cuando Trueno aún seguía en celo, mandó a que llevaran el carro de Trueno; él mismo fue, para que evitaran tocar la puerta del chico, pues se daba cuenta de la vergüenza que sentía el menor por su segundo género.
Hasta que supuso que el celo de Mateo había acabado, decidió ir a visitarlo. Con la misma pena de un pibe de secundario yendo a hablar con la chica que le gusta, le llevaba una caja de supresores, los mejores que había conseguido en el mercado. Tocó la puerta, hiperventilando, preguntándose si se quedaba ahí o se iba. Pero antes de poder tomar una decisión, se encontró con el menor y no pudieron evitar sonrojarse.
—Hola...
—Vine por mi sudadera —dijo, de forma nerviosa, y luego se golpeó internamente: eso no era lo que quería decirle al chico. Mateo sonrió, algo nervioso.
—Claro, pasa.
—Espera... Ta-También te traje esto —le dio la bolsa con la caja de supresores, sonrojándose y temiendo verse como un desubicado. Los dos se volvieron a sonrojar como dos adolescentes descubriendo su primer amor.
—Gracias.
Se quedaron en silencio un rato y pronto se incomodaron, así que Trueno tosió: —Ejem, ¿te gustaría agua o algo así?
Khea asintió lentamente y luego habló con lentitud: —No te gusta ser omega, ¿verdad?
El silencio hizo preámbulo a la obvia respuesta: —Nadie respeta a los omegas, somos el eslabón inferior, ¿cómo me va a gustar?
—Sí, entiendo —fue lo único que pudo decir. Lo comprendía, pero no podía decir nada más sin sonar falso, pues era verdad, un alfa jamás sería discriminado como un omega.
Un rato después, Trueno regresó con la sudadera de Khea, que ya no olía a su propietario, sino que tenía impregnado el aroma del omega, quien sonrío, avergonzado.
—Lo siento, no sabía que ibas a venir por ella y apenas la iba a lavar.
—No te preocupes.
Al momento de entregar las prendas, las manos de ambos chicos se tocaron, sonrojándolos en el proceso. Se retiraron rápidamente y Khea tomó su campera. Ambos se sonrieron con torpeza, ignorando las nacientes mariposas en sus vientres. Por su parte, Trueno sentía bastante agradecido con Khea, pues este había sido decente con él. Ni siquiera lo trató de tocar.
—Nos vemos luego, Trueno. Y... recordá que si algún día querés mostrarte como omega, aquí tenés alguien que banca eso a mil.
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𝒇𝒍𝒐𝒓𝒊𝒅𝒂!!!
Fanfic𝒇𝒍𝒐𝒓𝒊𝒅𝒂!!! ⛤ trap ships one shots de mis shipps de traperos trolos Contiene: Duki x Paulo Lit Killah x Tiago PZK Trueno x Nicki Khea x Trueno FMK x Rusherking Ysy A x Neo