𝟣𝟥. 𝒜𝓎𝓊𝒹𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒶𝓁 𝑜𝓂𝑒𝑔𝒶 | 𝓁𝒾𝓉𝒾𝒶𝑔𝑜

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Tiago colocó la llave en el cerrojo y abrió la puerta, dejando pasar a su mejor amigo. 

—Muchas gracias, Lit —sonrió, mientras el mayor depositaba los paquetes de pañales en la mesa, mientras sus manos iban a su vientre por instinto. 

—No es nada, Tiago —le devolvió la sonrisa, mirando cómo el omega se acariciaba el vientre. —¿Cómo está el chiquito? 

—Está bien. Feliz, supongo. 

Bien, recapitulemos para poder saber qué había pasado y porqué Tiago había acabado embarazado. Tiago tenía 21 años, a sus 12 se había presentado como omega y nunca tuvo un problema con su celo. Hasta que conoció a su exnovio, Emkier, y sus hormonas se volvieron totalmente locas. 

En su último celo, antes de que el chico le rompiera el corazón, acabó embarazado y abandonado, con una mísera pensión cuando el padre de su cachorro se enteró. Pero contaba con unos amigos maravillosos y una jefa comprensiva en el trabajo. Actualmente, tenía cinco meses, se le empezaba a notar el vientre y Mauro, su mejor amigo, le ayudaba con todo.

Aquello, sin embargo, le era contradictorio, pues su omega lo empezaba a ver como su alfa, queriendo que fuera el padre adoptivo de su cachorro, lo que a Tiago no le gustaba. Claro que veía a Lit con otros ojos, más allá de un sólo amigo, pero no podía arruinar su amistad y mucho menos que su amigo tenía pareja. 

Pero era inevitable que su omega lo viera como un alfa cuando era tan considerado —era lo que los amigos hacían— y le sobaba la pancita con el cachorro adentro.

—Serías un padre genial, Lit.

—Lo sé. Pero mi novia aún no quiere ser mamá.

Esas palabras dolieron un poco, pero Tiago no le prestó atención al dolor en su corazón, pues el bebé se movió un poco en su interior ante el contacto cálido de Mauro.

—Me tengo que ir —dijo, apartando sus manos del vientre de su amigo, disimulando su propia decepción.

—Ah, sí. Está bien, Lit. Te cuidas.

—Claro.

Se sintió vacío cuando Lit salió por esa puerta y su bebé redujo el movimiento. Una lágrima se escapó de los ojos de Tiago, quién se sintió estúpido. Tal vez si no estuviera embarazado, no habría desarrollado esos sentimientos raros por su mejor amigo.

—Te amo, hijo.

Unos días más tarde, Tiago fue con Lit a la ecografía del bebé. Lit le dio la mano para que no tuviera tanto miedo, mientras la doctora untaba el gel en el vientre del chico. Las pocas feromonas de Mauro lograron calmarlo, lo que lo hizo sentir más culpable. No debería de estar disfrutando de esas atención de alguien que, aunque era su mejor amigo, ya era el novio de alguien.

—¿Está listo?

—Sí.

La ecografía reveló lo que Tiago ya sabía, que estaba esperando un varón. Ese pequeño estaba muy saludable y era bastante activo y excitable.

—Estoy segura de que serán unos padres orgullosos.

Ninguno corrigió a la doctora, solamente sonrieron y salieron del lugar. Aún la mano de Mauro envolvía la del omega. Mauro se había sentido feliz cuando la doctora dijo que serían unos padres felices, antes de aterrizar y poner los pies en la tierra, dándose cuenta de que, para el bebé de Tiago, probablemente sólo sería algo como “el tío Mauro” o algo así.

Se dio cuenta de que todavía tenía agarrado a Tiago de la mano y lo soltó suavemente. Lo acompañó de regreso a su hogar.

—Muchas gracias por acompañarme, Mau —sonrió Tiago, haciendo que el corazón del alfa se acelerara. Siempre quería ver ese rostro alegre, sin lágrimas, solo alegría pura.

—Cualquier cosa por vos, bobito.

Se despidieron con un beso en la mejilla, que, de algún modo, cambió las cosas. Días más tarde, Tiago se sorprendió a sí mismo hablándole a su bebé y refiriéndose a Mauro como ‘su papá’ de forma accidental.

Se quiso lavar la boca con jabón después de eso. Tenía que hablar con él y poner un límite, pues su corazón y sentimientos estaban en juego. No quería seguir ilusionándose con Mauro.

Cuando Lit llegó la siguiente noche, Tiago estaba bastante nervioso, pues su omega estaba lleno de alegría por verlo, pero triste a la vez, pues Tiago estaba a punto de poner un punto final.

—Oye, Tiago, hay algo que quiero contarte... —habló el alfa antes de que él pudiera abrir la boca, entonces sólo asintió.

—Dale, decime.

Estaba preparado para que le dijera que le había pedido matrimonio a su novia, que sería un hombre casado, pero en lugar de eso, se sorprendió bastante con lo que salió de la boca del mayor:

—Estoy enamorado de vos. —¿Qué?—. Y ya sé que tengo novia, pero no me puedo seguir engañando. No puedo estar con ella sabiendo que ella no es la persona con la que sueño al dormir, tampoco es justo para nosotros...

—¿Nosotros? —quiso sonar incrédulo y con esperanza, por error sonando altanero.

—¿Crees que no me doy cuenta? Tu aroma se hace más dulce y tu sonrisa brilla más cuando estoy con vos... y ni hablar de ese pequeño —señaló su barriga.

—¿Y qué pasará con ella? —preguntó, haciendo referencia a la novia de Lit.

—Pues le seré honesto, que no... que no sueño un futuro con ella.

—¿Por qué yo? O sea... ¿desde cuándo... —te gusto?, terminó la pregunta en su mente, sintiendo que sus mejillas se calentaban y se ponían rojas.

—Poco antes de que salieras con Emkier... No sé qué le viste, pero no pude alejarme de vos... Pensé en que, si no iba a ser tu novio, al menos tu amistad me basta...

—Pero quiero más —dijeron al mismo tiempo. Se pusieron rojos y Tiago se rió un poco. —Bueno, pero... termina con ella... Digo, no merece que iniciemos esto mientras sigues con ella... Tampoco quiero ser the other woman —dijo con nerviosismo.

—Sí, lo sé, Tiago. Sólo... no sé, me daba la sensación de que querías terminar lo más rápido con este asunto...

—Y sí quería, porque pensé que no era correspondido y tampoco quería darme ilusiones.

En ese momento, el bebé empezó a moverse, provocando que su padre pusiera los ojos en blanco. Lit sólo se rió y puso una mano en el vientre de su omega. Su todavía no oficial omega.

—Los amo.

𝒇𝒍𝒐𝒓𝒊𝒅𝒂!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora