IV: Sentido y cariño

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Este capítulo está inspirado en la canción Viaje a tiempo atrás de Anastasia.

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Sin embargo, el mago Cartman y lady McCormick desconocían que iban en dirección opuesta a su destino

En un orfanato ubicado hacia las afueras del mismo pueblo donde realizarían la audición para encontrar a su perfecto impostor, sin saberlo, su verdadera musa estaba siendo echado a la calle.

— ¡Y no vuelvan!

La reja fue azotada con fuerza, frente a las narices de dos jóvenes que al cumplir la mayoría de edad, fueron echados del orfanato donde juntos fueron criados, cargando con las escasas pertenencias que poseían.

— ¡Hey! ¡Pero qué manera es esta de echarnos! ¿Dónde vamos a dormir esta noche? —Y un tenaz joven de ushanka verde, se aferró a las rejas con perseverancia, mientras estas eran cerradas con una cadena — ¡Señorita Selastraga! —le exigió a la directora del orfanato.

—Hermano, olvídalo, vamos —suplicó el chico del pompón rojo, tirando del hombro de su mejor amigo.

— ¡Ese ya no es mi problema, Kael! —Respondió una mujer de tetas caídas y con un particular ojo visco —Por ocho años les di de tragar y techo. Ya tienen la mayoría de edad y ya no son mi responsabilidad. Busquen empleo en el pueblo o qué sé yo, par de vagos —indicó la mujer tras asegurarse con candado, volviendo hacia el interior del orfanato.

— ¡Es una vieja bruja sin consideración! —Kael, el chico de la ushanka, con desesperación recogió una bola de nieve y la aventó, sin éxito, hacia la mujer — ¿Cómo puede echarnos así? ¡Maldita vieja de infeliz, irresponsable, imprudente! —gritaba el pelirrojo siendo arrastrado por su amigo, sacando al fin de su pecho todo lo que alguna vez pensó de ella.

—Hermano, ya no perdamos más el tiempo aquí —decía el chico del pompón rojo, tirando con fuerza de él.

— ¡Hija de puta! —la insultó por última vez agitando su puño en el aire.

Kael entendía que el orfanato estaba saturado. En cuanto los niños dejaban de ser "niños", legalmente, eran echados para quitarse esas pesadas cargas de encima.

Y en realidad nunca disfrutó mucho de vivir ahí, pero sin dudas era mejor que vivir en la calle como un desamparado. Eran huérfanos ¿A dónde se supone que irían? Apenas tenían unos cuantos ahorros.

— ¡Stan! ¿Qué vamos a hacer?

—Eso iba a preguntarte yo —respondió el chico del pompón rojo, Stan, mientras llevaba entre sus brazos a Sparky, su perro.

Ambos caminaban a la orilla de un sendero dedicado a carretas, empujando la nieve al enterrarse sus pies, dirigiéndose sin otra opción hacia el pueblo.

— ¡Ahg! ¡Es tan injusto! Somos huérfanos no tenemos nada ¿Qué esperan que hagamos saliendo del orfanato? No tenemos nada, ni a nadie —se agachó y se sentó sobre una roca, estresado —. Incluso Sparky terminó afectado. No creí que fueran a echarnos así...

Literalmente solo se tenían a sí mismos, a un perro, un par de sacos en los que cargaban sus identificaciones, una navaja, un poco de provisiones, escasos ahorros y ropa, nada más.

—Kael... —Stan le llamó al pelirrojo, sentándose a su lado — ¿No recuerdas que antes llegaste a hablar sobre que tal vez podrías tener familia en el reino de Kuppa Keep? ¿No podríamos ir hacia allí?

El de ojos esmeraldas, guardó silencio, haciendo memoria y recordó ese collar que cargaba consigo desde siempre. El único rastro de su vida pasada. Lo sacó de debajo de las capas de ropa vieja que llevaba encima y miró el brillante dije de flor con joyas incrustadas y leyó el reverso: "Juntos en Kuppa Keep".

El último príncipe del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora