Capítulo 10

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Gracias nuevamente por leer mi historia, adjunto algunas canciones que pueden ayudar a que la experiencia lectora sea mucho mejor. Recuerden que las imagenes son a modo de ilustracion, y no siempre van a coincidir bien con la descripción del libro. Disfruten! Y recuerden compartir con sus amigos y apretar el boton de la estrella porque me ayuda mucho. att Mel.

 Capítulo 10

Eduardo.

Baje de mí auto frente a la comisaría, me sentía más aliviado dado que ya no tenía que suplir a Esteban, todo tenía que tomar su curso normal, mí vida tenía que volver a ser la organización perfecta, ya no podía vivir en ese caos, pero sabía que hasta que ella no decidiera, mí mente iba a estar en todos lados intentando ser lo que soy normalmente pero sin lograrlo. 

Entre por la puerta principal, saludé a la oficial de recepción, una mujer muy bonita, de cabello castaño claro, bien peinado, de ojos color pardo, más o menos de mí edad, en la semana que había estado a cargo me di cuenta que era muy educada y diligente, siempre tratando de arreglar los errores de los demás, trabajaba duro, era algo seria pero siempre recibía a todos con una sonrisa de bienvenida antes de bajar la cabeza y seguir con su trabajo. Me dí cuenta que no sabía mucho de ella, nunca me había puesto a fraternizar mucho con mis compañeros.

-Buenos días oficial...

-Arias, Robledo, entre a trabajar cuando estaba usted a cargo.

Sonreí avergonzado.

-Perdón, todavía estoy algo despistado.

-¿Le encargo un café?

-No, gracias.

Continué el camino. Cuando llegué a mí escritorio, saludé a los demás, pero mí hermano salió de su oficina con el ceño fruncido.

-¡Robledo! Venga.

¿Y a este que? Acabo de llegar. Entre, cerré la puerta.

-Señor.

-¿Qué carajos haces acá?

Lo mire sin entender, pestañee un par de veces.

-No lo entiendo señor...

-Eduardo, no seas pendejo, te dije ayer que hoy tenías el día libre.

-¿Qué? No lo recuerdo.

-Si no tuvieras la cabeza en cualquier lado lo recordarías.

-Bueno, pero, ya estoy acá.

-No, te vas, necesitas descansar.

Me acerqué a su escritorio preocupado.

-Pero Esteban, vos no pudiste descansar nada, necesitas toda la ayuda que puedas.

-Solo te estoy dando un día Eduardo, no vacaciones.

-Pero ...-¿Qué iba a hacer? Necesitaba el trabajo para distenderme. - No...quiero un día libre, no sabría que...

-Dormí, hace ejercicio, no sé, no podes estar metido acá todo el tiempo. Necesitas una vida hermano.

-No entendés, necesito trabajar, es lo único que mantiene mí cabeza ocupada...

-Es una orden.

-Sí señor - Dije automáticamente. Lo saludé y salí, pase por la recepción sin despegar la vista del piso.

-Robledo...-Levanté la mirada, la oficial Arias salió de detrás de su escritorio con una vaso blanco con tapa en su mano.- Me di cuenta que realmente lo necesitabas cuando viniste en tu día libre. -Me extendió el vaso, no entendía que era, claramente mí cerebro no estaba conectando. - Es café Robledo, negro con un poco de edulcorante y un poco de leche de almendras.

Isabella, nuestro primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora