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Sirius había reservado una mesa en el restaurante más caro y elegante de la ciudad. Cuando les entregaron la carta Remus quedó en shock, no podía permitir que Sirius pagase algo tan caro como la comida que servían en ese lugar.

-¿Y si mejor vamos a otro lado? A comer uno panchos por ahí, no sé- dijo Remus algo avergonzado.

-¿Por qué? ¿No te gusta lo que hay acá?- le preguntó Sirius preocupado, esta bien que no se conocen desde toda la vida como con James pero, ¿en serio era tan mal observador como para no darse cuenta del tipo de comida que le gustaba a Remus?

-Sí, pero es muy caro, no quiero que gastes tanto por alguien que no se lo merece.

Sirius quedó duro, ¿que no se lo merecía? ¿Quién le hizo creer eso?

-Si no te lo mereciera no te habría traído acá en primer lugar, Remus.

-Pero es muy caro.

-¿Y? Quedate tranquilo que vos no vas a gastar nada, no te voy a dejar hacerlo.

-¿Qué? No, no es eso, es que...

-¿Que.....?

-Es muy caro.

-¿Y a mí qué me importa? La plata está para gastarse, por algo me lo heredaron.

¿Heredaron?

¿Sirius había heredado la cantidad suficiente de plata como para poder darse el lujo de traerlo a comer acá? ¿Qué hacía con un trabajador que apenas llegaba a fin de mes teniendo tanta plata y pudiéndose conseguir a alguien mejor?

-Pedite lo que quieras y dejame gastar plata en vos, aunque sea por esta noche, al fin y al cabo es tu cumpleaños.

A regañadientes Remus aceptó, al principio no quiso comer mucho para no hacer gastar tanto al pelinegro, pero como este vio que no comía comenzó a pedir un montón de platos de comida que a fin de cuentas iba a tener que pagar igual, así que a él no le quedó otra más que comer.

Café negro, sin azúcar//WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora