Capitulo 5

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Estaba en el parque mamá ivy como le gustaba decirle , ella había pedido que trajera la comida pero al parecer  ya se estaban comiendo entre si , bueno tal vez exagero un poco pero igual no quería estar en casa entonces era una buena excusa ,al llegar solo pude dejar el pollo y irme de la casa no quería escucharlas aún que era lindo que se mostrarán cariño , en mí casa el amor se percibe si te intentan matar y valla que lo amaban más Tim

Solo observaba todo desde la más hermosa hoja ,hasta  la más minima respiración de alguien era un sonoro de paz ,  me puse a pensar en Connor  alguien tan único que apesar de sus estúpidos chistes era alguien que verdaderamente se interesaba en el apesar que el sea un alfa dominante y el un Omega

Ya estaba haciendo frío era más de las 7:00 PM, una hora poco indicada para que un Omega estuviera fuera de su casa, pero daba igual. Yo era Damián Quinn. Aún no había definido cuál apellido de mis madres utilizaría oficialmente, pero eso no me preocupaba. En todos los papeles figuraban como mis auténticas madres, y eso era lo que realmente importaba.

Recuerdo un día que un oficial le preguntó a Ivy si de verdad yo era su hijo, argumentando que no me parecía en nada a ninguna de las dos. Ivy, con su típica actitud desafiante, respondió: “A veces, el amor no se mide por la apariencia, sino por los lazos que compartimos”. Y aunque el oficial no estaba convencido además de que parecía que no entendió la respuesta, eso resonó en mí. Era cierto. En casa, el amor no dependía de la sangre, sino de las experiencias compartidas y el apoyo incondicional.

Mientras me perdía en esos pensamientos, la brisa fresca comenzó a calar en mi piel, y el frío de la noche se hacía más intenso. El parque, aunque vacío, tenía su propio encanto en esta hora, con las luces parpadeando y las sombras alargándose en la acera. Era un lugar donde podía ser yo mismo, sin las expectativas de ser el hijo de Batman, el niño prodigio que siempre tenía que demostrar su valía.

Entonces, una risa resonó cerca. Miré hacia donde provenía el sonido y vi a Connor, corriendo hacia mí con su característico desparpajo. Tenía una sonrisa amplia, y sus ojos brillaban con la luz del atardecer.

—¡Damián! —exclamó, acercándose—. Estaba buscando una excusa para salir, y mira, aquí estás. ¿Te importa si me siento contigo?

—No, claro, adelante —respondí, intentando ocultar la mezcla de emociones que bullía en mi interior.

Connor se sentó a mi lado, y por un momento, el silencio entre nosotros no era incómodo. Era el tipo de silencio que se siente cómodo, como si no necesitáramos llenar el espacio con palabras para entendernos.

—¿Qué haces aquí solo? —preguntó, su tono era más suave, casi curioso.

—Solo... necesitaba un poco de aire. La casa se sentía muy llena, aunque no había nadie más que Ivy y Harley —contesté, tratando de mantener la conversación ligera.

—Ah, sí, lo entiendo. A veces es bueno escapar de todo, incluso si solo es por un rato. —Se giró hacia mí, sus ojos explorando mi rostro—. Pero no deberías estar aquí a esta hora, especialmente tú.

—¿Por qué? —pregunté, aunque en el fondo sabía la respuesta. Los Omega como yo siempre debían tener cuidado, sobre todo al anochecer.

—Porque eres un blanco fácil. Siempre lo serás. —Su voz se tornó seria, y por un momento, me sentí vulnerado.

—No soy tan débil como crees. —Respondí, un poco más defensivo de lo que pretendía.

—No estoy diciendo que lo seas. Pero la gente no ve más allá de tu apellido o de lo que crees que eres. Y eso no es justo. —Connor hizo una pausa, sus ojos se suavizaron—. Lo que quiero decir es que no tienes que demostrar nada. No para mí.

Su declaración me sorprendió. Era raro recibir ese tipo de apoyo sin un trasfondo de juicio o expectativa. Sentí una calidez que me envolvía, como si el frío de la noche se desvaneciera.

—Gracias, Connor. Eso significa mucho, de verdad —dije, mirando hacia el suelo para ocultar la pequeña sonrisa que se asomaba en mi rostro.

Entonces, como si sintiera la necesidad de cambiar el tono, Connor sonrió y dijo:

—¿Te parece si hacemos un trato? Cada vez que uno de nosotros necesite un respiro, nos encontramos aquí. ¿Qué dices? Un refugio, solo para nosotros.

—Me parece un buen trato. —Respondí, sin dudarlo.

Y así, en esa fría noche, entre sombras y luces titilantes, sentí que quizás había un lugar al que realmente pertenecía. No era el hijo de Batman, ni el Omega solitario que buscaba su camino. Era Damián Quinn, un chico que estaba comenzando a encontrar su voz en un mundo que solía ser tan ruidoso y confuso. En compañía de Connor, todo parecía un poco más claro.












 Renacer en tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora