Capitulo 1

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Damián saltaba de edificio en edificio, sus movimientos fluidos y calculados, como el entrenamiento de su padre le había enseñado. Estar en la ciudad era una rutina, una misión que ya no le Damián se movió entre los edificios, pero su mente estaba en una tormenta. El beso de Jon lo perseguía, y cada vez que intentaba pensar en otra cosa, la imagen de su novio con aquella chica le atravesaba la mente, desgarrando su corazón un poco más. La distancia que había creado entre él y Jon parecía un abismo irremediable, y no sabía cómo enfrentarlo.

Finalmente, decidió que debía regresar a la mansión. Su padre, el legendario Batman, seguramente lo estaría esperando. La última vez que había patrullado, había hecho todo lo posible por no pensar en lo que estaba sucediendo con Jon, pero ahora tenía la certeza de que tendría que enfrentar más que una simple discusión sobre su falta de atención.

Al llegar, Damián notó la atmósfera tensa en la casa. Las luces estaban encendidas, pero todo parecía más oscuro que de costumbre. Se sintió más pequeño mientras cruzaba el umbral, sintiendo el peso de las miradas que lo esperaban.

Su padre, junto a su madrastra y sus hermanastros, lo observaban con desaprobación. Damián sintió que cada mirada era un juicio, un recordatorio de que nunca sería el hijo perfecto que ellos esperaban.

—¿Dónde has estado? —preguntó su padre con voz grave, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Patrullando —respondió Damián, tratando de mantener la calma, pero su voz tembló ligeramente.

—Patrullando? —repitió su madrastra, su tono lleno de desdén—. No puedes simplemente hacer lo que te plazca. Tienes que ser un Omega ejemplar, un modelo a seguir.

Damián sintió que la presión aumentaba. Sabía que no podía escapar de su pasado, que su linaje y su identidad siempre lo perseguirían. Pero esa noche, el dolor de Jon y el reproche familiar lo convirtieron en un volcán a punto de estallar.

—No soy un Omega perfecto, y no puedo ser lo que ustedes quieren que sea —respondió, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.

—Eres un Omega —dijo su padre, su voz baja pero contundente—. Y eso implica que tienes responsabilidades. Tu madre estaría decepcionada de ti.

La mención de su madre fue la chispa que encendió la furia en Damián. Ya no podía soportar más. Sin pensar, se dio la vuelta y salió corriendo de la casa, atravesando el jardín y perdiéndose en la noche. Necesitaba aire, espacio, libertad.

Pero la oscuridad le cerró el paso rápidamente. Sus pensamientos eran un torbellino, y en su confusión, tropezó. El golpe contra el suelo fue brutal, y todo se volvió negro.

Cuando Damián se despertó, no sabía cuánto tiempo había pasado. Estaba tendido en una cera fría, las luces de la ciudad parpadeando a su alrededor. Se incorporó lentamente, su cuerpo adolorido y su mente nublada. A su alrededor, el ruido de la ciudad era ensordecedor, pero se sentía completamente solo.

Recordó el beso de Jon, la decepción de su padre y la presión de sus expectativas. Con un suspiro profundo, sintió que el peso del mundo se había posado sobre sus hombros.

Se levantó, apoyándose en la pared de un edificio cercano, y tomó un momento para respirar. Las lágrimas finalmente cayeron, una mezcla de dolor y frustración. No podía seguir así, no podía dejar que sus heridas lo definieran. Tenía que levantarse, recuperar su vida y, sobre todo, encontrar la verdad detrás de la traición de Jon.

Con una resolución renovada, Damián se alejó de la acera. Esta vez, no iba a dejar que el pasado lo atrapara. Tenía que buscar su propia verdad, y tal vez, solo tal vez, el camino hacia un nuevo comienzo comenzando allí mismo, en las calles que una vez había vigilado.









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 Renacer en tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora