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"Una mirada extranjera,
delira en un crucifijo,
con su agonía en mi puerta,
me habla del pan de sus hijos..."

"Aporofobia, retirada."
-Agarrate Catalina-
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   A Mew le cuesta trabajo entender si sigue soñando o si realmente se joven Gulf, al que acaba de hacerle el amor, está ahora allí parado frente a él temblando. 

   Temblando ... 

   Son esos labios temblorosos, morados por el frío y ese rostro empapado en lágrimas los que le dice a Mew que lo que ve es real. Sin dejar de abrazarlo, caminan de vuelta a la pensión. A Mew ya no le importa que ese ser humano enclenque que camina pegado a él y que le aprieta la mano con fuerza- con una fuerza que lo sorprende-huela su olor putrefacto. En lo único en lo que piensa Mew ahora es en alejar a ese ser humano enclenque de las sirenas que se escuchan. 

   Mew no se da vuelta mientras avanzan pero no le hace falta. Sabe que las redadas dan comienzo. Las Fuerzas federales a la caza de indocumentados, envalentonados por la nueva ley migratoria.  Apresura el ñaso cuando llega a la puerta de la pensión. Aún así no logra evitar que Gulf escuche la conversación entre las dos señoras que viven en el piso de abajo. Son palabras que hieren. Son palabras que jamás va a olvidar.

    Aprovecha que su casera está ahora momentáneamente distraída corriendo a escobazos a una mujer de treinta y tantos que lleva un niño en brazos y que balbucea entrecortadamente, mezclando idiomas.. Mew solo alcance a entender la palabra hambre...

     Le lleva dos minutos guardar sus pertenencias en una mochila raída y entonces sucede lo que venía temiendo: las sirenas ya no se escuchan sólo desde la calle. Mew toma de la mano a Gulf y en silencio lo obliga a bajar por las escaleras de incendio. Cuesta salir por la ventana pequeña pero justo cuando llega el golpe seco en la puerta, comienzan el accidentado descenso. 

   No se sienten a salvo en la vieja camioneta, aún cuando el velocímetro marca cien. Después de dos horas en silencio y el tanque casi vacío Mew se permite respirar mejor. Se orilla al costado de una ruta alterna, bajo una arboleda frondosa que ve como refugio temporal. Y mira a Gulf por primera vez. 

   —¿Qué ... vamos a hacer ahora?

    Mew le responde en voz extremadamente baja. Y al oírse se siente aún más derrotado. 

   —No lo sé ...

    Entonces Gulf, en un acto repentino, saca la foto de su bolsillo y señala algo escrito atrás con letra borroneada. Mew parpadea confundido. No sabe bien dónde es pero entiende que es una dirección. 

   —Ven ... A casa ... Conmigo ... 

   Mew se siente incapaz de volver a pronunciar palabra. Se deja abrazar por un Gulf tembloroso y así arrullado por una melodía que lo escucha tararear,  entra en un sueño profundo y calmo justo cuando la luz del crepúsculo comienza a invadirlo todo.

Bleeding Beast...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora