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  "Bajo una iglesia con su cama de cartón,
frente de un Banco,
sobre un banco de hormigón,
no es tan ajeno ni lejano,
todo el dolor de mis hermanos..."

"Aporofobia, retirada"
-Agarrate Catalina-

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 Mew avanza toda la primera hora con paso decidido. No va a ningún lugar en particular. Pero tampoco quiere alejarse demasiado. Camina prácticamente en círculos. Ve pasar las mismas calles una y otra vez. 

   Durante la segunda hora, el miedo hace que no quiera despegar sus ojos de la vereda adoquinada. Mew tiene miedo de la ciudad en la que vive, de esas callejuelas aisladas, desnuda de árboles, desnuda de voces amigables y de sonrisas de bienvenida. Mew se pregunta en un acto inconsciente qué se siente recibir una sonrisa de bienvenida.

   Finalmente, se deja caer en un banco destartalado de la plaza justo frente a la imponente catedral al que llega cansado y que quería evitar hasta ese momento. Porque Mew sabe que en cuanto se siente en uno de esos bancos fríos, el cansancio acumulado no le permitirá volverse a levantar.

    Pero con su mente distraída en esa sonrisa que acaba de imaginar, y sin darse cuenta, se acomoda sobre el duro hormigón como si fuera la más cómoda de las camas. Cierra los ojos y suspira. Mew sabe que no imaginó esa sonrisa: un Gulf de rostro demacrado por el hambre, con una mirada sin brillo, labios cuarteados y mejillas pálidas, le sonríe con una inusitada y fresca sonrisa, cada tarde cuando él llega de trabajar. 

   Mew siente todo su cuerpo estremecer. Y sin darse cuenta entra en un sueño profundo, cálido, desesperado. Y aunque profundamente dormido, su mente sabe que está soñando. Entonces Mew se deja llevar, porque tiene la certeza de que en cuanto abra los ojos aquella imagen desaparecerá como una voluntad de humo. Esa imagen es la imagen de un Gulf completamente desnudo, que camina con lentitud hacia su catre, donde él lo espera también desnudo. 

   Mew había estado reprimiendo aquel pensamiento en su mente casi con violencia desde la primera vez que había aparecido, varios días atrás. Pero ahora mismo no hace ni el más mínimo intento por hacerlo desaparecer. Se deja llevar. 

   En un arrebato atrae a Gulf hacia él y le acaricia el pecho, la espalda, el rostro y finalmente el vientre como si el mundo fuera a acabarse de un instante a otro. Mew siente que sus dedos se encienden y, junto con sus dedos, su cuerpo entero. Y ya no espera. Ya no habla. No pronuncia ninguna de esas palabras de amor que fantaseó con pronunciar: no es capaz de decirle que lo desea, que lo ama, no le implora que no lo abandone nunca, que no se vaya jamás, que lo ame de la forma tan desesperada con la que él lo ama ... 

   No ... No dice nada.

    Lo empuja con más violencia de la que hubiera querido hacia el colchón duro. Lo hace girar y sin esperar más lo penetra con intensidad, con urgencia, y se deja llevar por el fuego que ahora parece estarlo quemando vivo. Y entonces lo escucha. Escucha el primer gemido de placer de aquella boca que tanto soñó con besar. Y continúa danzando sobre él, desbocado y continúan los gemidos. Y junto a los gemidos escucha un ruego:

   " No pares, por favor, No pares, mew ... "

   Mew ... 

   Mew ...

    Como si una mano invisible lo arrastrara hacia la oscuridad, Mew siente que el sueño se ha acabado. Insulta de forma de descontrolada mientras abre los ojos. Pero entonces lo oye otra vez: oye su nombre:

   — Mew ... 

   Un Gulf tembloroso y empapado por la lluvia fría que comienza a caer le sostiene del brazo y le susurra con urgencia: 

   —Mew ...¡ No vuelvas a desaparecer ...!

Bleeding Beast...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora