Capítulo 9: La niña que no tiene cara

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⚠️Advertencia ⚠️: contenido delicado, abuso infantil, delirios, bastante oscuro todo, tener precaución. Leer notas finales.
















El escritorio es liso y encantador, tiene pequeñas aberturas en la fina madera, ella las cuenta una y otra vez tratando de encontrar una abertura nueva y maravillosa.

Inclinada sobre él su pecho apoyado este gentilmente la sostiene.

A ella le gusta el escritorio, es cómodo y le habla, le cuenta cómo se siente ser sostenido y permanecer estable.

Ella no sabe cómo hacerlo, lo intenta, lo imita.

Tantas veces que no sabe cuándo parar, hoy y en este mismo instante ella intenta ser el escritorio.

Fuerte y estable.

Le encanta convertirse, es como una estación, cómo la inevitable lluvia, en el sol ardiente de verano.

Cómo un manto multicolor.

Ella no puede evitarlo.

Cambia y cambia sin detenerse.

Sin embargo, sin embargo. No es suficiente para no sentir el ardor caliente en su parte inferior de su espalda, y en las frías manos de su padre.

No es permitido, ella solo puede convertirse en la heredera de su noble casa.

Esto es lo primero
que ha entendido:
el tiempo es el eco de un hacha
dentro de su casa.

Y la corta profundamente, ella piensa que debe tener miedo objetivamente debería ser normal.

Sus manos teñidas de un líquido rojo le pican

Cuando todo se acaba y se le ordena acomodarse nuevamente observa a su padre y quién teme es él.

Le teme. Su padre se derrumba, se rompe como si su columna vertebral fuera tirada por cada azote de su espalda dieran una verdad absoluta.

La sujetan fuerte, las esposas de cuerdas, la sujetan a los costados, la sujetan para que no pueda enfurecerse, la mantienen en silencio para que no pueda gritar, no pueda chillar, llorar o vomitar.

Su madre le teme, lo sabe mientras observa el juicio pronunciado y dictado llora lo más silenciosamente posible mientras sostiene con delicadeza a la pequeña ave decapitada en su pecho, no la mira, pero siente su mirada sobre ella y tiembla sin parar.

Nadie se opone pero están horrorizados, asustados y horrorizados piensan que se lo merece.

¿Por qué tiene tanto miedo su madre? Ella nunca le haría una travesura, solo quería tomar el manto del pájaro y volar sin necesitar escoba.

Todos están de acuerdo. Es necesario hacer algunas cosas, desagradables pero efectivas. Algunos horrores que infligen son marcas de carácter, pruebas de bondad. Y ellos lo sabrían; hacer esta distinción es su mandato.

Por eso la corta, por eso la inclina en su escritorio y su madre se convierte en una sombra.

Nadie se opone, sólo puede observar como su padre se hace añicos y su madre no la mira.

Trata desesperadamente de eliminar por siempre el manto, las máscaras sólo deben ser dictadas por su padre, únicamente de él. No puede evitar ni robar las que no se le asignan.

Lo que no sabe, lo que nadie parece entender es que el manto en realidad es lo único que tiene.

No existe nada más, ella no existe, no tiene cara.

  A heaven in hell   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora