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Para Olga despertar de sus sueños, siempre sabe ser de lo más extraño, abrir los ojos en una habitación cubierta por la oscura y llena de libros, siendo la nada su único acompañante en todo momento, despertar, dirigirse al comedor donde comería un desayuno simple y nutritivo, para que luego volviera a su habitación para continuar estudiando.

Era una rutina extraña y solitaria a la cual llego a acostumbrarse, las pocas veces que salía de su mansión era solo para hablar con los lords de la torre del reloj y siempre que caminaba por los pasillos de la torre del reloj, miraba a los magus de cuna baja, como conversaban y jugaban de la forma más animada, no importándoles su condición social.

Solo teniendo una vida simple llena de amigos con los cuales podían desafiarse a duelo, salir a comer, salir de compras e incluso disputas sobre su magia heredada, una vida miserable que alguna vez envidio, pero después de tantos años en soledad creyó que se estaba preparando para algo grande y no necesitaba desperdiciar su tiempo con simples amigos.

Talvez no necesitaba estar junto a esa clase baja y concentrarse en el futuro aún desconocido, el cual llego en el momento de convertirse en la directora de chaldea, un puesto que era de su padre el cual falleció por causas extrañas, pero con la responsabilidad de salvar el mundo sobre sus hombros, creyó que era su momento de brillar.

Cuando hizo la prueba para convertirse en master, creyó que su momento de gloria había llegado, tantos años en soledad serian recompensados, ella invocaría a un poderoso sirviente como el rey de los caballeros o el rey de Uruk, alguien digno de su clase social y sus expectativas.

Pero para su mala suerte, no llego a ser apta como maestra, alguna deficiencia que la estaba arruinando su futuro brillante, tanto tiempo y todos sus esfuerzos fueron botados a la basura con una sola prueba, quitándole su sueño y futuro.

Fue lev quien la ayudo en su momento de necesidad dándole consejos para mejorar su magia y guiándola en su cargo como nueva directora de chaldea, llenando su cabeza con expectativas a las cuales se aferró, no lo culpaba, ya que siempre deseo ser aprobada por alguien, incluso su padre nunca la volteo a ver dos veces.

Cuando descubrió sus planes y la verdad, supo que todo había terminado, nunca seria alguien tan importante en la vida, su destino era ser una más del montón, morir en manos de la única persona que fingió creer en ella, pareció irónico que la única persona que la llevo hasta ahí, la derrumbara y dejara caer en el abismo.

Pero como si el mundo le diera una oportunidad o talvez fue su destino, ella se encontró en los brazos de la persona que la salvo siendo la menos esperada.

-seguirás mirando la comida o me lo como yo- Shiro pregunto con una tostada en su mano y en la otra una humeante tasa de café, mientras Shiro la miraba divertido por su actitud, Olga se mostró confundida y emocionada, era la primera vez en su vida que desayunaba con alguien.

Sin saber cómo actuar asintió y se sentó en la mesa, agarrando una tostada con mantequilla a la cual le dio un mordisco asiéndole abrir los ojos por la sorpresa –que te parece, es mi receta secreta- con una risa divertida continuo con su café, ambos tomando un desayuno de lo más normal.

Pero a la vez extraña, Olga termino de comer su desayuno, algo diferente a lo que estaba acostumbrada, el sabor del desayuno era tan diferente cuando lo preparaban sus sirvientes comparado con el que Shiro preparo.

-bueno, quería comentarte que encontré a un ángel caído en una casa abandonada, ella me revelo mucha información que debería hablarse en un lugar privado, pero bueno, ya sé que esta sucediendo en este mundo-

Haciendo una pausa dramática, Shiro comenzó a sorber su tasa de café lentamente, Olga que esperaba que continuara se irrito y le lanzo su tasa de café vacía, Shiro la agarro y miro –que sucede Olga, quieres un poco más- con una divertida sonrisa señalo la tasa vacía, Olga desviando la mirada asintió.

Fauces del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora