DXD 13

130 29 5
                                    

Después de su declaración la habitación se quedó en completo silencio, Olga se sintió incomoda por la mirada que Shiro le estaba dando, después de unos segundos que parecieron una eternidad, Shiro suspiro y se recostó en la cama –no sabía que tenías un mal sentido del humor Olga, a que viene todo esto-

Olga sintió un nudo en la garganta al ver los ojos sin emoción de Shiro, esa forma de mirarla hizo que su corazón se apretara en su pecho, no le gustaba que la mirara así –porque lo necesito, es necesario para crear una réplica de chaldea o lo suficiente como para entablar una comunicación-

-deja de joderme Olga, yo no pienso formar ninguna relación con esos demonios, te recuerdo que las ganas de matarlos no me faltan, no tientes a tu suerte Olga, si se te olvida, tu eres un magus y yo un ejecutor de la santa iglesia, tú no tienes el derecho de darme ese tipo de ordenes-

-esto es muy importante, no es para mí beneficio-

-eso crees, entonces dime Olga, porque no te vendes a ti misma al demonio, estoy segura que les gustara una puta cualquiera que necesite dinero, incluso si tienes suerte podrían tomarte como su esposa y reencarnarte como demonio- Olga se mordió el labio, molesta por como la llamaron puta, pero con un fuerte dolor en el pecho porque Shiro pensaba así de ella.

-deja de hablar estupideces, yo no pienso hacer eso-

-y tú crees que yo sí, mejor ándate a la mierda Olga, tu no me mandas y si se te olvida- una llave negra voló velozmente al hombro de Olga que se incrusto entre sus huesos, haciendo que Olga grite con fuerza sujetándose su hombro y cayendo de rodillas –puedo matarte en cualquier momento, tu estatus no sirve de nada aquí y espero que lo recuerdes cuando trates de darme ordenes, ahora vete- con una mirada fría, Olga retrocedió a la puerta dejando sus papeles en la habitación, pero el dolor de la llave negra hacía difícil el salir de la habitación.

.

Sentado en el techo de la iglesia Shiro miro como el sol se ocultaba, las palabras de Olga realmente lo molestaron, pero decidió no pensar mucho en ello, mirando la llave negra en su mano, la cual fue incrustada en el hombro de Olga, sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, aun cuando la locura lo invadía podía recordar fragmentos de su batalla contra ese supuesto demonio, aunque el termino demonio estaba en dudas acepto la teoría de que eran demonios.

Recordó como el fuego lo rodeaba y quemaba hasta la ceniza, podía sentir como su cuerpo se convertía en cenizas destruyendo su cuerpo hasta convertirse en un cumulo de polvo, abrazándose a sí mismo recordó la vez que algo similar paso en su niñez, ese maldito experimento que lo llevo al borde de la locura comenzaba a molestarlo con vagas imágenes de lo que le paso.

Como si fuera una película logro ver como su cuerpo era torturado hasta no más poder, el miedo y terror que sentía invadía su corazón, pero también fortalecía su determinación, deseando proteger a los inocentes y que no tuvieran que pasar por lo mismo.

Suspirando, sonrió cuando el sol comenzaba a ocultarse dando una magnifica vista, esto era por lo que luchaba, una paz hermosa que reconfortaba su corazón dañado, sin apartar la vista del sol aculándose dejo escapar una bocana da de aire –que haces Mittelt- el ángel caído que lucía como una niña apareció detrás suyo, pero al verlo se arrodillo en el techo detrás de el –maestro, yo quería pedirle perdón por mis acciones-

-porque debería perdonarte, me has causado problemas y eso se paga con la vida, acércate, te matare ahora mismo- levantando el brazo Shiro transformó su mano derecha en garras gigantes, espero que el ángel caído tratara de escapar o suplicar por su vida, pero.

-claro maestro- Mittelt se había levantado y camino hasta estar en frente de Shiro, agarrado sus garras la llevo a su pecho –maestro, estoy muy agradecida de haberlo conocido, he cometido varios pecados en mi vida y gracias a usted me siento libre, así que por favor tome mi vida- dando una sonrisa amorosa, presiono las garras de Shiro con más fuerza ocasionándose pequeños cortes en sus manos que presionaban con fuerza y su pecho.

Fauces del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora