La clase de Biología acababa de empezar y me acomodé en el duro asiento de madera. El timbre sonó brindando el comienzo. En el instante en el que el viejo profesor Anderson abrió la boca para impartir la materia la puerta se dejó pasar a Alexander. Mi amigo se encontraba desaliñado ,con la camisa arrugada y el cabello en punta. No pude evitar unirme a las risas de mis compañeros de clase.
- Mil perdones señor Anderson, la profesora Stevans, de gimnasia, se negó a dejarme ir. - se disculpó. El hombre lo miró con una sonrisa divertida y le hizo una seña para que ocupara el lugar vacio a mi lado.
- Tienes una pinta horrible, amigo mio. - le guiñé un ojo y el sonrió negando con la cabeza.
- Siento no poder estar siempre perfecto para ti, amor. - se burló. Le saqué la lengua como cualquier persona madura de diecisiete años y llegué a la página del libro con la información explicada por el maestro.
- Muchachos, los trabajos debían ser entregados hoy. - informó y fue pasando por cada mesa.
Mi amigo palideció. Saqué mi trabajo con su portada azul bien decorada junto con otro de portada verde. Se lo tendí a Alex que sonrió de manera exagerada.
- Eres la persona más buena, amable, simpática y la mejor amiga del mundo. - me dejó un dulce y suave beso en la mejilla.
- Y tu eres la persona más despistada que he conocido en toda mi vida. - dije mientras ponía su nombre en el trabajo.
- Pero me quieres y yo a ti. Eso es lo que importa. - me removió el cabello.
- Por la única razón por la que me quieres es porque te ayudo. - saqué mi labio inferior haciendo un puchero e inflé los mofletes.
- Mentira. Eres la mejor persona que he conocido y después de saber por todo lo que he pasado has estado a mi lado. Te lo agradezco mucho Eleonor. - cogió mis mofletes - Además eres adorable.
- ¿Los trabajos? - nos miró Marcus Anderson con la ceja enarcada.
- Sí ,Marcus. - entregué los deberes.
- Señor Anderson, Eleonor.- me recordó él.
- De acuerdo señor Marcus Anderson. - sonreí y el soltó una carcajada.
En mitad de la clase, después de que el profesor mandara tarea mientras todos estaban callados redactándola la puerta se abrió.
De ella se asomó un adolescente de nuestra edad o un poco mayor. Sus cabellos eran rubios y los ojos esmeralda ,más misteriosos que recuerdo. Su complexión era grande con cuerpo bien formado. Su mirada se fijó en mi y los nervios enfloraron en mi interior.
El profesor Anderson lo miraba como himnotizado, en realidad su expresión era bastante cómica. Estaba anonadado como si de Dios se tratara. El muchacho le hizo una seña con la cabeza y los ojos de ambos me abordaron.
- Señorita Spencer el director quiere verla. - habló como un robot Marcus. Me volteé hacia Alex que miraba a su alrededor extrañado. Todos miraban al chico como si su vida dependiera de ello.
Me levanté sin antes recibir un apretón de manos ,reconfortante de mi amigo. Hice una mueca intento de sonrisa y él me guiñó un ojo. Tenía sin duda el mejor amigo del mundo.
Salí de la clase mientras la mirada del muchacho era fija en mi. Caminé en dirección del despacho del director pero mi acompañante me dejo en las taquillas con delicadeza.
Arrugué la nariz y el nerviosismo creció en mi cuando se puso enfrente y se dispuso a hablar - Pronto vendremos a por ti. Estate preparada y no pretendas hablarle a nadie sobre mi presencia, no creo que desees parecer una demente. - dicho eso desapareció.
Confusa, paralizada y sin saber que hacer me encaminé a la sala del representante y la persona que mantiene el instituto.
- ¿Qué pasa Eleonor? - me preguntó Mike frunciendo el ceño.
- Alguien...clase...el chico...ojos verdes...acorralar. - balbuceé sin coherencia.
- Eleonor, cálmate y habla con sentido.
- Un chico rubio de ojos verdes me sacó de clase y me amenazó para después desaparecer. - dije lo rápido casi sin separar las palabras.
- ¿Devon? - susurró tan bajo que me costó bastante comprender - Eleonor es hora de que vuelvas a clase.
- Pero...el chico.
- No se de que hablas. - titubeó - Creo que deberías ir a la enfermería. Creo que el calor no le hace bien.
- ¡Pero si estamos en otoño Mike! - me enfadé porque no me creía. Él sabía algo y no me lo quería decir.
- ¿Cuántas te tendré que decir que para ti ,señorita, soy el director? - refunfuñó
- Pues eso. - salí de allí roja de rabia.
No era justo que me tratara como una loca cuando le decía la verdad. Lo peor de todo es que sabía de quien hablaba. Iba a descubir lo que pasaba tarde o temprano.
¿Qué significaba que vendrían a por mi? Solo pensarlo me dejaba sin aliento. ¿Qué le pasaría a mi familia? ¿Los querían a ellos también? ¿Qué tengo de especial? Nada. Mi promedio está un poco encima de lo normal, de cual me siento orgullosa. No soy atlética, ni fuerte y no tengo ninguna cualidad diferente.
Volví a clase y todos me miraron de forma rara. Se oían murmullos por lo bajo. Alexander como siempre, con su cálida sonrisa aunque parecía confuso por la actuación de la multitud.
- Eleonor. ¿Porqué ha salido corriendo de clase? - cuestionó Marcus.
- No he salido corriendo, alguien ha venido y...- vi la mirada de todos posada en mi. Esos ojos que decían "Está loca" mientras mis ojos picaban de frustación. Recordé las palabras del chico : No pretendas hablarle a nadie sobre mi presencia, no creo que desees parecer una demente. - Solo estaba mareada. Siento haber salido así. El director está informado. - acomodé mi cuerpo en el asiento.
El timbre sonó marcando el final del horario escolar. Me levanté con rapidez abrazando el libro de biologia contra mi pecho. Mi taquilla se abrió para que pudiera coger mi mochila y dejarla sobre mi hombro.
- Leni. - me volteé para ver a mi amigo correr hacia mi.
- Siento haberte dejado. Solo pensaba que creías lo de los demás. Pensarás que estoy loca. - miré al suelo con cara larga.
- No. Yo vi al chico. - mi boca formo un círculo perfecto y me abalancé sobre él rodeando su fuerte cuerpo entre mis brazos.
- Pensaba que...me alegra tanto. No quería que volviera a pasar lo mismo que con Nash. - mi cuerpo empezó a temblar al salir ese nombre de entre mis labios.
Nash fue mi amigo imaginario. Algo normal para los niños pequeños pero lo mío no lo era. Nash hacía cosas extrañas, movía objetos e incluso mataba animales de poco embergadura. Mi amigo imaginario creció conmigo, metiéndome en problemas y apartándome de cualquier persona que intentara ser mi amigo. Siempre me tenía que disculpar de sus actos ya que nadie lograba verlo excepto yo. Cuando era pequeña llegué a querer a Nash con todas mis fuerzas, sintiéndome protegida en su presencia. Pero cuando tuve diez años recién cumplidos comencé a hacer amigos. Estos niños pasados unos días de estar conmigo desaparecían. Aún nadie consiguió volver a verlos. Pocos meses después Nash me confesó que él era el responsable de las desapariciones. Me quedé helada y cada vez que lo veía lo intentaba alejar de mi hasta que un día se marchó y nunca volvió.
Alexander y mis padres son las únicas personas que conocen su existecia. Pero el que ahora apretaba mi cuerpo contra el suyo conocía todos sus actos.
- ¿Porqué no quedamos esta tarde para olvidarnos de toda esta locura? - se separó y pasó su brazo por mis hombros. Sonreí y asentí con la cabeza.
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Inside you
Spiritual- Llevo tanto tiempo esperando este momento. - sentenció el muchacho enredando varios dedos entre sus largos mechones albinos. - ¿Dónde está mi familia? - dije con voz tambaleante. Mis ojos pasaron a través de él sin lograr percibir nada. - Simples...