La música estaba a todo volumen. Mis tímpanos iban a explotar, eran sonidos irregulares mezclados entre sí sin ningún sentido de la compenetración. Jóvenes de edades menores de treinta bailaban o al menos movían sus cuerpos y caderas, ya sudorosos, rozándose. Las muchachas vestían ropajes más cortos que los míos, si era posible, no quería ni valorar la idea de que se les cayera algo y estuviera ahí para ver como los agarran.
Sorteamos a los chicos y chicas con agilidad, si "sorteamos" significa que Devon lo hizo mientras yo daba tumbos disculpándome de todos aquellos a los que había pisado.
Llegamos a una esquina de la barra "alejados" de los demás presentes. Miré lujuria en ojos de algunos y diversión en la de otros, yo solo sentía agobio.
- No pegas aquí - me dijo Devon con una sonrisa. - Eres demasiado inocente. No podías estar contoneándote allí, como la mitad de aquellas chicas, ni aunque te pagaran.
- No soy inocente - rugí. Sabía que no era un insulto, pero no podía evitar sentir como si me llamase niña. Ese termino no iba conmigo, en un momento...en unos días atrás no me habría importado que me llamasen así ,en cambio todo cambió. Mis padres no son mis padres, mi hermano tampoco lo es. ¡No sé ni lo que soy! Mi mundo se desmoronó. En solo tres o cuatro días maduré, nunca volveré a ser lo que fui, y eso, me destroza.
- Lo eres. Es una cualidad que a mi me gustaría tener - me miró con una sinceridad que me traspasó el alma. Hoy mi "relación" con Devon- no es el nombre apropiado para dos persona que se odian a muerte- había cambiado de rumbo por completo.
La sensación que tuve a su tacto se quedó en mi mente y dudo que alguna vez pierda su lugar en ella. Fue algo inesperado, sentí un placer y calidez inigualables. No soportaba que aquello me lo hubiera entregado el rubio, que me hiciera cerrar los ojos por él cuando nadie antes lo logró.
- ¿Qué vamos a hacer? - pregunté al notar que el muchacho estaba distante y miraba a través de mi.
Me di la vuelta, tenía interés por saber cual era la razón de su falta de atención. Seguí la trayectoria de sus ojos verdes, como las hojas de almendro inmaduras, llegando a una pequeña chica de cabellos rubios y llamativo vestido rojo sangre.
Chasqueé los dedos frente a él y pareció desprestarse de su trance. Nunca pensé que Devon era de la clase de chicos que se quedan embelesados por una persona que acaban de ver en una fiesta. Cada vez hacia que lo detestara más.
- ¿Qué quieres? - dijo molesto. ¿Él estaba molesto? ¿Estoy aquí aguantando como babea como un enfermo mental y se enfada? ¡Genial!
- Saber por que estamos aquí - agregué de lo más tranquila. No sé ni como lo conseguí con el carácter del muchacho. El rubio tenía que tener cuidado conmigo sino quería acabar mal.
- Para un libro, ya te lo dije, nunca escuchas - mi mente me decía que me calmara pero mi cuerpo quería patearle cada una de las partes de su musculado cuerpo.
- Mira guapo, quiero saber si voy a ir contigo a cogerlo, si me quedo aquí, quién tiene ese libro...¿lo entiendes? - pasé el peso de mi pierna derecha a la izquierda provocando que mi cuerpo diera un pequeño brinco. Su mirada bajó a mis piernas y me sentí desnuda. Puede que desnuda sea demasiado, me sentía como si llevara traje de baño cosa que nunca pasaría delante del joven.
- ¿Me has llamado guapo? - dijó con su típico tono arrogante. Me parecía increíble que de todas la cosas que le he comentado se haya quedado con eso.
Bufé y miré a los presentes. Me extrañé al observar personas de distintas razas, etnias y supongo que religiones. ¿Cómo habían quedado jóvenes tan diferentes en este desierto?
- Son espectros - me quedé impresionada y aterrada.
- Son personas de carne y hueso. - comencé a decir antes de sentir el dedo del chico tapando mis labios. Al notar lo que hacia lo aportó como si tocara algo tóxico.
- Humanos poseídos -aquella era la macabra solución.- Entran en sus cuerpos para divertirse, los humanos no aguantan más de un par de días. Los usan para divertirse, para sentir placer , éxtasis y luego tiran sus cuerpos muertos - explicó con repugnancia.
Logré evitar pensar en que quizás Nash hubiera hecho eso durante cinco minutos ,no obstante, después me fue imposible. Pero me di cuenta de que el oscuro siempre tenía el mismo aspecto, no podía ser posesión.
- Monstruos - fue lo que pude articular. Una lágrima resbaló por mi mejilla, no por tristeza sino por impotencia. No poder ayudar en nada a esa gente me reconcomía. Dejar que personas inocentes muriesen.
Devon limpió la gota de agua salada con apenas una caricia reconfortándome de manera completa - No llores, no por ellos - cogió mi barbilla para que lo mirara y asentí.
Miró a sus costados e hice lo mismo. Percibí varias miradas sobre nosotros, mejor dicho sobre mi. Miradas aterradoras ,reposando mi esbelta figura de arriba a abajo. Tragué saliva, sus miradas eran amenazantes y lujuriosas.
- Voy a ir a por el libro. Lo debo hacer yo solo - susurró a mi oído y lo miré temblando. ¿No iba a dejarme sola?¿Verdad? - ¡Escucharme todos y todas! ¡Quién tenga la insensatez de acercarse a esta chica y tocarla - me señaló cuando ya hubo obtenido toda la atención del local -, quedará inconsciente! ¡Tendrá suerte si vuelve a abrir los ojos!
Lo miré con la boca abierta. Acaba de amenazar a un grupo de más de doscientos espectros. Sin duda el rubio Denovan estaba demente.
Me sonrió como respuesta a mi sorpresa y se dio la vuelta. Le impedí seguir caminando cogiendo su brazo - Ten cuidado - le pedí y el suspiró para luego deslumbrarme con una sonrisa que le llegó a sus verdes esmeraldas.
- Siempre tengo cuidado. Te pido por favor que lo tengas tú - ¿eso en su habla era preocupación? Antes de que pudiera decir algo más se soltó el brazo y se perdió en la oscuridad del local.
Espero que tengas razón, Devon, por tu bien y por el mío.
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Inside you
Spiritual- Llevo tanto tiempo esperando este momento. - sentenció el muchacho enredando varios dedos entre sus largos mechones albinos. - ¿Dónde está mi familia? - dije con voz tambaleante. Mis ojos pasaron a través de él sin lograr percibir nada. - Simples...