Capítulo 5

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- Hazlo otra vez - pidió un insistente Devon.

- Hijo, ya lo ha hecho diez veces. Ver es creer, creo que no te va bien esa frase - dijo Elliot con la misión de calmar a la fiera e hizo lo contrario. Si las miradas matasen, Devon ya habría acabado con Elliot.

- Primero, no soy tu hijo y segundo, quiero saber por que puede hacer lo que hace y si para eso hace falta ver como se "traga" las piedras durante toda su vida que así sea - escupió sin quitarme los ojos de encima.

Yo estaba allí, bajo los ojos de Elliot, un hombre de media edad de pelo negruzco con el cual hablaba Skiler esta mañana y el padre de Star. Devon, que me miraba como si le hubiera puesto la zancadilla en una carrera, arrebatándole el primer puesto. Skiler, que me daba falsas sonrisas tranquilizadoras y Star, una chica de largos cabellos negros, tan y como los de su padre, ojos profundos y marrones. Se me olvidaban tres cosas. ->

1° Es la prima de Devon. Lo que llevaba a lo segundo.

2° Me odia.

3° Fue ella la que me dejó inconsciente el día en el cual me secuestraron.

Poco después de que el idiota de Devon me "propusiera" cambiarme busqué a Skiler para preguntarle por mi ropa la cual ya no existía. Y me llevó hacia Star.

- No voy a darle mi ropa a esa...humana - me miró con todo menos cariño.

- Vamos, Star, no voy a dejarle mi ropa - rogó Skiler un poco molesto.

- No me parece tan mala idea - me inspeccionó de arriba a abajo - Así enseña lo patética que es.

- No le hables así - dijo entredientes mi ¿amigo? - Ya tiene suficiente con tu primo - la razón por la que sepa que son familia.

- Agh. Pero si no le viene es que es gorda - espetó sin más, caminando a su cuarto. Sacó una caja y me la entregó. La miré confusa - No pensarías que te iba a dar mi ropa nueva.

- Vamos Eleonor - me cogió Skiler del brazo y me arrastró fuera del cuarto.

- ¿Porqué no le caigo bien a nadie? - me sorprendió la tristeza de mi voz.

- A mi me caes más que bien, pequeña - acomodó su brazo encima de mis hombros. Mi rostro se pintó de una fina capa roja.

- No me conoces - apoyé mi cabeza en su clavícula.

- Llevo varios años "acosándote" - rió y sentí su cuerpo vibrar bajo el mío mientras andabamos.

Abrí la puerta de mi habitación que por cierto era en la que me desperté después del golpe.

Puse la ropa doblada en el armario con cuidado percatándome de que eran solo camisas de manga larga, corta y tirantes con pantalones largos nergros, mezclados con unos cuantos cortos.

Sentí una tela caer sobre mis hombros desnudos. Me estremecí. Toqué la prenda maravillando mis ojos ante una hermosa chaqueta de cuero. Ski me sonreía de oreja a oreja.

- Verás, pensé que te gustaría tener algo tuyo - me ayudó a colocármela - Fui al Londres humano - abrí la boca pero me interrumpió. - Supe que siempre quisiste una y también que tenía que ser una talla mayor o al menos así te gusta.

Mi boca se abrió formando un círculo prefecto.

- Si que eres un acosador - una carcajada salió de lo profundo se su garganta ronca y atractiva - Es perfecta, no se como agradecerte.

- Solo permanece a mi lado - sonrió e hice lo mismo.

Me vestí y aquí estoy delante de gente que me examina como si de un experimento me tratase.

- ¿Y quién nos dice que no es juguetito biológico de los espectros? - cuestionó Star cruzada de brazos.

- Si así es ,se han superado - repasaba cada parte de mi cuerpo con mirada detectivesca el rubio.

- Todo lo que decis son tonterías - aseguró la cálida voz de Ski. - ¿Porqué la han ocultado? Todos los juegos de los espectros nos lo han enviado ,nunca los han cuidado. Sin contar que ella no tiene ni idea de lo que es un espectro, solo sabe lo que le hemos dicho.

- ¿Quién nos asegura que eso sea cierto? - apartó la vista de mi Devon - ¿Quién nos dice que no es una espia?

- ¡Me encanta esto! - dije con ironía - ¡Me sacasteis a golpes de mi maldita casa y ahora soy un espia! - miré de reojo a la otra muchacha.

- No tienes el derecho de alzarnos la voz - gruñó el odioso. - No eres más que una intrusa.

- ¡Pues si soy una intrusa sacarme de aquí! - exigí exasperada.

- ¡Por mi vete! - sacó llamas por los ojos verdes.

- ¡Lo haría si pudiera por simple hecho de no volver a verte en mi vida! - espeté apretando mis manos en dos puños. Las uñas me hacían daño en las palmas de las manos por la fuerza exigida.

Me observó buscando la veracidad de mis palabras, después gruñó saliendo acompañado de un portazo que hizo retumbar todo.

- Si vuelves a hablarle así a mi primo te arrancó la cabeza - amenazó Star para también salir por la puerta.

- Siento eso - me disculpé a Elliot y Skiler que miraban atónitos la escena.

- Le importas a Devon - empecé a reír a carcajadas como si lo dicho por el hombre hubiera sido la cosa más graciosa del mundo.

- ¿No es una broma? - dije extrañada a ver la cara sería de ambos.

- No merece lo que tiene. No te unas a la lista - espetó Skiler caminando hacía la puerta.

- ¿A dónde vas? - dije con decepción al notar que giro el picaporte.

- Fuera - tensó la mandíbula. Estaba confundida. ¿Había hecho algo?

- ¿Puedo ir contigo? - pregunté casi por inercia.

- Se ve que al final el niño bonito siempre se lleva lo que quiere - susurró Elliot.

- ¿Y tu sobrino no? - rió como un tiburón. Daba miedo como sus fracciones estaban rígidas y sus ojos brillaban debajo sus cabellos claros.

- No. Él tiene un gran peso en la espalda. Cuida de su especie. Es el mayor soldado de la Alianza a su corta edad - los ojos de Ski centellearon rabiosos. - Eso te destruye. No eres más que un envidioso. Tu padre no estaría orgulloso.

- ¡No hables de mi padre, pedazo de escoria andante! - distinguí un rastro de tristeza en su voz. - Mi padre se ganó el respeto de todos, tú no eres un excepción.

- Eso es verdad. Y creeme al decirte que yo, como todos los que residen aquí queríamos a tu padre, pero eso no te permite comportarte como un niño mimado - apartó la mirada del muchacho para clavarla en mi - Para ser una Hija de Ángel debes saber defenderte aunque...seas especial - el otro presente gruñó. - Devon se ocupará de tu entrenamiento.

- No - espetó mi amigo.

- Debe aprender del mejor - dicho esto me quedé sola con Elliot.

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