Capítulo 4

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¿Habrá un agujero donde esconderme?

Takia vuelve a reír y paso la mano por mi cabello frustrado

—¿Podrías dejar de reírte?— pregunto avergonzado y ella niega limpiando una lágrima de su ojo

—¿Como se te ocurre?— respira pero vuelve a reír haciendo que me sonroje más de la vergüenza —Esta bien, me calmo. Es tu grito fue...— vuelve a reír y yo avanzo dejándola atrás sin soportar la humillación que me está haciendo pasar —Lo siento, es que es gracioso

—Para mi no lo es— me sorprende el tono serio en que lo dije

—Toma— me detengo cuando se pone frente a mí con la mirada baja y estirando un palillo de algodón de azúcar —Lo siento, es que eres inevitable— me mira pero por el algodón solo veo sus ojos, siempre son asi de brillantes o solo yo los veo de esa manera

Me cruzo de brazos y desvío la mirada —No me gustan los dulces— de reojo veo como me mira indignada y no evito sonreir por lo infantil que puede llegar a ser, ella lo nota y eso la enfurece

—¡Mentiroso— me da la espalda y yo rodeo su cuello con mis brazos para acercarme y darle una mordida al algodón, ella se sacude —No, es mío— me alejo tragando el dulce y empiezo a reír, hace un momento me lo estaba ofreciendo y ahora lo pelea —¡Ladrón de caramelos!— me señala y acelera el paso comiéndose el dulce

Sin necesidad de correr la alcanzo y le robo otro pedazo y haciendo que se enoje más

—¡Ya deja! ¡Es mío!

Levanto la manos a la altura de mi cabeza —Vale— se descuida y le robo el palillo completo

—¡Ey!

—Que pena, ya es mío— sonrío triunfal aunque esa sonrisa se espuma cuando por mi descuido tira del cuello de mi camisa, la cercanía de nuestros rostros me hace cerrar los ojos y siento como arrebata el dulce de mis manos para salir corriendo

Me enderezo y aclaro mi garganta, eso fue extraño

Restriego mis ojos notando que no tengo mis lentes y colocó mis manos alrededor de mi boca —¡Takia, mis lentes!

Se detiene y da media vuelta con una sonrisa juguetona, ay no —¿Los quieres?— por favor que pida un dulce —¡Alcánzame!— grita para desaparecer de mi vista

Bufo y miro los alrededores para encontrar un atajo y camino entre el espacio de dos puestos cuando salgo algo choca con mi cuerpo y retrocedo tres pasos por el impacto, por intuición rodeo la cintura de esa persona

—Lo siento— dice desesperada por salir, sonrío al saber quién es

—Te atrape— se tensa y alza la mirada

—Hiciste trampa— queja e intenta salir de mi agarre pero se rinde al darse cuenta que es imposible —Ni los necesitas— murmura colocándomelos ella misma

—Creeme que si— afirmo liberándola, ella niega mientras bosteza —¿Nos vamos?

—No, quiero seguir jugando— la tomo de la mano y la jalo a la salida, no se resiste. La miro sobre mi hombro y noto como entrecierra los ojos y los abre de golpe al darse cuenta que se está durmiendo —Si nos vamos es porque tú estás cansado, no yo

—Aja

Apenas nos sentamos en el taki ella cae dormida, le doy la dirección al chófer y arranca mientras acaricio el cabello de Takia, quién duerme con la cabeza recostada en mi hombro

Dicen que las apariencias engañan y lo comprobé con ella, cuando me visitaba veia a una chica tranquila, dulce, linda... Incluso cuando me tocó vivir en su casa seguía teniendo aquella actitud tan dócil. Pero al mes mostró una actitud contraria a lo que creía; rebelde, ruidosa y con una capacidad increíble de guardarse las cosas, si no la entendíamos no se esmeraba en explicar. Con un simple “Si no me entienden no es mi problema” terminaba las conversaciones

Pero sin importar su actitud seguía siendo linda y enojada es como si esa belleza resaltará

Suspiro y miro por la ventanilla —Eres la amiga más complicada que he tenido

Cuando llegamos la cargo en brazos y ella inconscientemente se acurrucó como un bebe en mi pecho

Me sorprendio la balsa que estaba, es una glotona con peso de una pluma

Logro abrir la puerta y me quedo estatua al ver a nuestros padres buscando cada rincón de la casa, ladeo la cabeza sin entender —¿Qué buscan?

Al verme a mí y a Takia en mis brazos respiran aliviados —¿La dejaste inconsciente?— pregunta su madre

—¿Qué? No. Salimos al parque de diversiones

—Creíamos que Takia se había ido y fuiste siguiéndola— hablo mi padre

—No negaría esa afirmación— susurro para mí mismo

—¿Por qué no contestabas el teléfono?— está vez pregunto mi madre entrecerrando sus ojos

—Lo he dejado en mi habitación, está descargado

—No tienes que cuidar de ella— el tono frío del Señor Wenzel, me hace dar escalofríos —Lo puede hacer sola

—Lo hago porque es mi amiga, me preocupa su bienestar

Frunce el ceño y va a hablar pero la señora Wenzel lo interrumpe —¡Ya cállate, Elian!— su esposo la mira ofendido pero lo ignora —¿Te ha dicho algo?

Niego y veo la decepción en sus ojos, por lo que entendí ella esperará que lo descubramos nosotros mismos. No lo dirá directamente, serán como pistas para encontrar un tesoro.

Solo que este tesoro es la respuesta de como terminó aquel frijolito dentro de ella

La dejo en la cama y sintiendo la comodidad sonríe entre sueños

Está muy tranquila, no me molesta sus segundas facetas. Me alegra conocer como es ella en realidad, me inclino y dejo un beso en su frente —Nunca cambies— murmuro levantándome y la miro dormir unos segundos más para después dejar su habitación cerrando la puerta

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