Rachel
Llevo una semana quedándome junto con mi novio en su casa, intentando que no acabe de lastimarse el hombro. Es algo difícil ya que el muy idiota no utiliza el cabestrillo para que por lo menos descanse ese hombro, y al no usarlo se la pasa quejándose.
Ha ido a la central estos días para entrenar a la tropa y para encargarse de varios asuntos que según él no pueden esperar una semana.
El alemán siempre se queja de que yo soy la terca y que a veces lo desespero, pero yo soy ahora quien quisiera colocarle una almohada en el rostro de tan cansada que me tiene con su terquedad.
Por lo menos se toma los medicamentos que le dieron, porque sino, ahí sí lo acabaría.
Lo volteo a ver. Está colocándose una camisa de botones color verde para ir a la central, por suerte esta vez solo irá unas horas, en la tarde irá con el doctor para ver cómo va su hombro. Tenemos una reunión con la élite por la campaña de Christopher, y supongo que hablarán sobre los asesinatos a los candidatos en estos días.
El ministro está tomando medidas extremas de seguridad para que su hijo no sea uno de los próximos en morir. Pero es Christopher, lo suicida no se le quitará nunca, se necesitarán más de mil hombres para tenerlo vigilado y que no haga una idiotez.
O sólo a Chloe para mantenerlo quieto, es lo mismo.
—¿Te sientes bien? —me levanto de la cama luego de amarrar mis botas al escucharlo soltar un quejido.
—Sí. —responde firme.
—¿Quieres que te ayude?
—No.
Aprieto los labios acercándome a él, me detengo al estar al frente. Me mira a los ojos por unos segundos, noto la lucha que tiene en su mirada en ese tiempo, hasta que acaba suspirando derrotado.
Sonrío victoriosa y termino de abotonarles los últimos dos botones de la camisa, que no lograba poner ya que subir su brazo le molestaba.
Me coloco de puntillas para besarlo, sonríe por eso besándome otra vez.
—¿No vas a ponerte...? —pregunto cuando toma mi mano con su besos bueno para irnos.
—No, solo era una semana, y hoy se cumple.
No voy a discutir otra vez, allá él y su hombro.
Nos vamos juntos a la central, yo manejando su auto. Manejo con calma al saber que vamos con buen tiempo, ya se me pegaron sus cosas de puntualidad.
O no, sólo no quiero escucharlo decir que ya vamos tarde, que me apure, que esto y lo otro.
Bajamos y me acerco para tomar su mano. Las personas se nos quedan viendo como ha pasado toda esta semana. No entiendo porque tanto alboroto por nuestra relación.
Entramos a la sala de reuniones, sentándonos en nuestros respectivos lugares. Aún no habían comenzado ya que faltaban algunos por llegar. El ministro tiene cara de aburrimiento, Christopher no está y los demás van llegando.
Luego de que nos vieron en la enfermería estuvieron casi una hora haciendo preguntas. Que cuando iniciamos la relación, que como fue, que porqué no se los habíamos dicho... entre otras cosas. Lo único que contestamos fue que llevábamos casi dos meses juntos.
El coronel llega, escuchamos al ministro hablar y advertirnos sobre lo que sucederá estos últimos meses, quería asegurarse de que todos fuéramos fieles al coronel y que ningún problema, ya sea personal o no, se interpondrá en la candidatura.
