Dos semanas luego...
Rachel
Termino de arreglarme frente al espejo de mi tocador. Mi cabello estaba medio recogido y mi maquillaje era sutil. Me coloqué un vestido corto que me llega más abajo de la rodilla, pero no tanto. Es elegante y casual para esta noche.
Salgo de mi habitación sin preocuparme, Chloe está con Christopher esta noche y seguramente se quedará todo el fin de semana con él.
Bajo de mi departamento cuando me llega un mensaje diciendo que ya me espera abajo. Me despido del portero y sonrío al verlo esperando recostado de su auto.
—Capitán.
—James.
Me poso frente a él.
—¿Nos vamos? —abre la puerta del auto para que entre.
—Vamos.
Subimos y a los segundos arranca. Ayer luego de una reunión estuvimos hablando y me invitó hoy a una exposición de arte que se hará en una galería, en donde varias de sus obras serán exhibidas. Había estado un poco nerviosa durante el día, pero creo que logré controlarme luego de unas horas.
Una vez llegamos al lugar y bajamos del auto tomó mi mano para entrar. El ambiente era tranquilo, música suave, personas charlando. Algo agradable.
—¿Esto contaría como una primera cita? —pregunto tomando una copa de champán.
—¿Quieres que lo sea? —sonríe— Tenía planeado llevarte a cenar luego.
—Ya tenemos nuestra primera cita oficial, capitán.
Me enseña sus obras cuando pasamos por el pasillo que las mostraba. Explicó cada una de ellas con calma. Me gustaba mucho su forma de pintar.
Observo una que me hace sonríe y quizás sonrojarme un poco. Un rostro, todo en colores grises a excepción de los ojos. Estos tienen un azul intenso.
—Me dijiste que no me habías vuelto a pintar.
—Cuando me preguntaste no lo había hecho. —se para detrás de mi— Tú me diste la idea, ¿recuerdas?
Lo hice, le dije que quería que pintara mis ojos.
Pero no pensé que enserio lo haría.
—Entonces, si te digo que me pintes desnuda... —bromeo.
—Quizás lo haga.
Eso sería interesante. No me desagrada la idea.
—Quizás te deje hacerlo. —lo veo por encima de mi hombro con una sonrisa antes de volver la vista hacia la pintura.
Toma mi cintura para que camine hacia otro lado, sigue mostrando las otras dos obras que faltaban. Hablamos con una que otra persona que él se encuentra y lo saludan, me presenta con cada una. Estuvimos viendo las demás obras de las personas que conocía.
Una hora y media luego, o quizás dos, nos terminamos marchando del lugar. Me llevó a cenar a un restaurante nuevo de la ciudad, nos llevaron a nuestra mesa que ya había sido reservada por él horas antes, en el balcón con una hermosa vista.
Estuvimos cenando y hablando de cosas no relacionadas al trabajo. En serio que cuando no está en su modo de capitán y no está amargado es entretenido hablar con él. Porque intentar tener una conversación en la central con este hombre... parece que todo le irrita.
—Vamos, admítelo. —río al estar frente a mi edificio.
—¿Por qué no lo haces tú?
Me cruzo de brazos con una ceja elevada pero sin dejar de sonreír.
—Yo no tengo temor ni pena en admitir que me gustas desde haces meses, Parker.
Porque lo hace.
—Es bueno saberlo. —da un paso al frente pegándose a mí.
—¿Por qué?
—Así ya no tengo temor al decirte que llevo enamorado de ti desde hace años, James.
Sonrío. Ya lo sabía pero es bueno escucharlo.
Toma mi mentón acercando sus labios a los míos. Dejo que me bese y que rodee mi cintura con uno de sus brazos. Mis manos van a sus hombros para poder sostenerme y besarlo mejor.
—¿Quieres subir? —murmuro al sepárame un poco.
—¿Para qué?
—No seas estúpido...
—¿Ahora me insultas? —habla sobre mis labios— Debería darte un castigo por eso.
—¿Que clase de castigo?
—¿Subimos y te lo demuestro?
Asiento lentamente tomando su mano. Doy media vuelta para entrar al edifico y subir hacia mi departamento. Abro la puerta y al entrar lo vuelvo a besar, esta vez no de una forma lenta.
Me acorrala contra la puerta cuando esta es cerrada detrás de nosotros. Toma mi rostro aumentando la intensidad del beso, mis manos suben por su abdomen y pecho, abriendo los botones de su camisa blanca para poder tocar su piel.
Baja los besos por mi cuello al igual que sus manos, estas pasan por mi espalda para bajar el cierre del vestido y dejar que caiga a mis pies, sólo dejándome en las bragas de encaje negro que usaba. Sus manos siguen bajando hasta mis piernas, me toma por los muslos alzándome para hacer que las enrede en su cintura.
Me lleva hacia mi habitación cuando se la señalo, y es ahí donde me muestra una parte de él que jamás había pensado que tenía, pero que me encantó y excitó de mil maneras, dándome una de las mejores noches de mi vida.
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