Prólogo

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Siete minutos. Ese fue el tiempo que separó a Mía de la muerte, un instante que cambiaría el rumbo de su vida para siempre. Pero antes de sumergirnos en ese fatídico momento, debemos retroceder y descubrir cómo la protagonista llegó a enfrentar tal destino.

Mía, una joven valiente y apasionada, vivía en una pequeña ciudad en la que los prejuicios y estereotipos se aferraban a las mentes cerradas de la sociedad. En medio de ese entorno hostil, luchaba por mantener su verdadera identidad en secreto, ocultando su amor por Estella, su novia, de sus propios padres.

El peso de su amor prohibido se volvía cada vez más insoportable, hasta que un día, los secretos y las mentiras se desmoronaron. Los padres de Mía, ahogados en la intolerancia y la ignorancia, descubrieron la verdad sobre su hija y la rechazaron sin piedad. Su corazón se rompió en mil pedazos, separándola de Estella y arrojándola a la oscuridad de la soledad.

Desesperada por escapar de su dolor y encontrar un refugio donde pudiera ser ella misma, se aventuró en una ciudad nueva. Allí, entre caras desconocidas y calles sinuosas, descubrió una comunidad diversa y acogedora que la aceptó tal como era. Fue en ese lugar donde conoció a James, una chica de ojos brillantes y sonrisa encantadora, cuyo destino estaba destinado a entrelazarse con el suyo de una manera inesperada.

El amor renació en el corazón de Mía mientras se sumergía en una relación romántica con James. Juntas, exploraban el mundo, encontrando belleza y consuelo en los pequeños detalles. Les gustaba especialmente salir en las noches sin luna, cuando la oscuridad envolvía el mundo y las estrellas se convertían en sus cómplices secretos. En esos momentos, caminaban tomadas de la mano, compartiendo sus sueños, esperanzas y miedos más profundos.

Sin embargo, su historia no estuvo exenta de desafíos y tragedias. Los prejuicios y la intolerancia se interpusieron en su camino, arrastrándolas hacia un destino sombrío. Solo bastaron siete minutos para reflexionar sobre su vida, sobre el amor y sobre los obstáculos que enfrentó debido a los prejuicios y solo tres de ellos se basaron en el recuerdo de las noches sin luna en las que ella y aquella chica de ojitos brillantes se sumergían en un universo propio, donde el miedo y la intolerancia quedaban atrás, y solo existía su amor inquebrantable.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora