Capítulo 9

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Estella

Estaba nerviosa, se notaba, mi pregunta la habia dejado atónita, más bien a ambas, aún no creía que de mis labios salieran aquellas palabras tan directas.
Mia dio un sorbo a su café e hice lo mismo, mojó sus labios con la lengua, puso la tasa en el platillo y dió un gran suspiro antes de decir cualquier cosa.

—Dejaste claro que era el final — contestó tajante— No me parece justo que ahora quieras regresar.

Claro que no le puede parecer justo, la he tratado sin compasión, estoy clara de mis actos, de lo dura que he sido y fui. Sé que jamás la he valorado y ella es conciente de eso pero a pesar de todo estuvo a mi lado y ahora está aquí frente a mi, compartiendo un café mientras me escucha arrepentida.

—Sé todo lo que he echo, Mia —pausé mirandola y pensando que decir — pero te extraño, extraño esto —dije señalandonos a ambas— ¿Crees que me gustaria ser yo la que se retracte luego de siquiera escuchar alguna escusa o permitirte explicarme? —suspiré cerrando mis ojos para luego continuar— Me conoces joder, sabes perfectamente lo que me cuesta tragarme el orgullo para rogarte que volvamos y lo intentemos... Danos una oportunidad más...

—Yo —recompuso tomando aire— necesito tiempo para pensarlo. No sabes lo que he sufrido estos días, comenzaba de a poco a rehacer mi vida e intentado olvidarte por muy poco que he logrado... ¿Sabes algo? —dijo buscando eclipsar mis ojos— La decepción no se cura con volver a darnos una oportunidad, necesito tiempo para sanar un vacío que aunque vuelvas, no llenarás.

Esas palabras bastaron para darme cuenta de dos cosas, una, que quizas si nos daria una oportunidad y dos, ya queria volver a su hotel.
Todo el camino lo pasamos en silencio, yo aferrada al volante y ella mirando su móvil, como si esperase un mensaje. No queria indagar, sentia que sería mucha presión sobre ella y si íbamos a volver era mejor no pedirle explicaciones.

Finalmente llegamos, ella bajó disparada no sin artes dejarme un beso en la mejilla. Volví al alquiler, aparqué y cuando bajé del auto una escencia a rosas lleno mi nariz. Mis latidos se aceleraban, obviamente reconocí aquel olor, dí vuelta y alli estaba ella, tan peculiar que siempre, con esas fachas de antaños y perfume barato. Caminé hacía su posición, iba natural como siempre, sin maquillaje y el cabello suelto, sonrió al verme y la imité. ¿Qué hacía allí? ¿Cómo sabía donde me quedaba?

—¡Hey! —dijo en modo de saludo.

—¿Todo bien? —cuestioné, me preocupaba su visita y más el como habia averiguando mi alojamiento.

Caminé hacia ella y la besé en la mejilla cuando logré estar a menos de un metro de distancia. Me quedé observandola ¿Qué cojones hacía allí? La última vez que hablamos dejó bien claro que no quería verme ni en los centros espirituales, supongo que de alguna emergencia debe tratarse para que esté frente a mis ojos. Busqué en mi cabeza el repertorio de fechas importantes por si se me escapaba algún detalle, palabras que quizás habia dicho a las cuales no le había prestado atención pero no habia nada que pudiese justificar su visita. Entonces llendo al grano indagué.

—¿Ha pasado algo?

— No —respondió de inmediato, miró a todos lados como si lo que fuese a decir nadie lo debia escuchar— Pero hay algo que debes saber.

—Entonces entremos, la casa está sola —dije señalando el alquiler.

Wen y Esther estaban de "cita" asi que esta noche con un poco de suerte dormiría sola en casa. Pasamos dentro, tiré las llaves del coche a uno de los muebles en la sala y la guié hasta la cocina. Tenía un hambre horrible, me avergonzaba que en algún momento rugiera mi estómago y mi compañera se percatarse de ello.
Tomó asiento en una de las bancas y yo seguí hacerme una exagerada torta  repleta de cebollines y mil condimentos que habian en la alacena ¿Si lo preguntan? No, no se cocinar. Suelo tomar lo primero que se aparezca y echarlo a la sarten caliente, si queda bueno o malo no importa, aun asi lo como.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora