Capítulo 8

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Estella


Desde aquella noche tan horrible no había querido salir del alquiler donde nos quedábamos, apenas y bajaba a la cocina a por unos huevos duros. Me sentía humillada, derrotada y débil. Parecía que el karma ya estaba pisando mis entrañas y sacaba cada gota de sangre que debía.
Me he cuestionado toda la mañana si aún tendría el valor para ir al concierto de Selena, era sumamente injusto dudar sobre ese tema, lo sé y más porqué había atravesado toda una carretera para ver mi artista favorita y despejar, cosa que al parecer no voy a poder cumplir ¿Cómo podría despejar teniendo a Mía en Barcelona?
¿Qué hago con esta guerra interna que desde la noche anterior no hay dios que la pare? Mi estancia con mi pequeña castaña colgaba de un hilo y no del rojo precisamente, después de ver como mi ex depositaba todo su estómago en mi ropa, me cuestionó de muy mala manera quien había sido la chica que arruinó la noche. Era de esperar, yo también habría preguntado quién era esa peliroja que acababa de vomitarme encima.
Me estuvo reclamando casi toda la noche hasta concluir en una estupidez bastante profunda... Volver con Mía.

Si, está de locos, lo sé, pero no se equivoca. He errado en no escucharla, conversar como soliamos hacerlo, ponerme en su lugar y sobre todo darle el valor que quizás no he llegado a completarle. Así es como he llegado a la conclusión de llamarle y si tengo un poco de suerte pues, vernos en algún lugar, talvez conocer algo de la ciudad, como una vez dijo.
¡Imbécil! ¡Eso soy!
No he sido capaz de siquiera poder marcar su número, me da flojera creer que puedo estar bloqueada o que quizás Mía no quisiese hablar conmigo.
Cuando era pequeña, mi mayor miedo era ser rechazada y es algo que me costará la vida, superar. Gracias a Dios mi madre nos apoyaba a mi y mi hermana desde que salimos del closet, le costó trabajo adaptarse más al cambio de Esther pero siempre nos dejó claro que no importara la orientación sexual o las preferencias que teníamos, ella siempre nos amaría tal cual, al contrario de mi queridísima abuela, en cuanto mamá la puso al tanto, el escándalo lo escuchó hasta el mismísimo Lucifer. Después de entonces no la volvimos a ver más, harán ya unos ocho años o menos y creo que ha sido la raíz de mi miedo. Ella era como un angel de la guarda para mi y mi hermana, siempre nos apañaba cuando mamá nos pillaba en algunas travesuras.

Una ráfaga de nostalgia se apoderó de mi y de la nada, comenzaron a brotar mis lágrimas. Esther estaba abajo con Wen, no quería molestarles para que vieran como me destruye extrañar a Mía y perder a mi castaña. Además desde la fiesta les había visto más juntitos que antes.
Ahora que lo pienso... ¡Dios! ¡Menuda egoísta que soy! Solo yo tenía que darme cuenta para darle la razón a Wen. —Quieres a todas para tí y eso es egoísta y enfermizo— habia dicho mi amigo en una ocasión.
Joder, que pilladita estoy por el pecado. Deseo dos mujeres y a las dos las he perdido por gilipolla.
Tomé el móvil que reposaba en la mesita al lado de la cama, respiré profundo, limpié mis lágrimas y me dirigí a los estados de Mia.
Nada... No había una puta mierda ¿Estaré bloqueada? —No me gusta andar alardeando mucho lo que hago Estella— recordé, cuando le cuestioné porque no subía nada. Suspiré afligida mirando su foto de perfil y sonreí, estaba hermosa, recuerdo tomarle esa foto en el campus universitario, luego de un picnic a la puesta del sol, sonreía genuina, sus ojos como siempre estaban achinados por la causa, su cabello se hacia para un costado por el viento en aquel momento.
Esa imágen me revolvió la vida y me llenó de valor para llamarla, apenas eran las siete y media de la mañana, quizás estaría durmiendo, con un poco de suerte responderia media atontada y me daria el sí que necesito a gritos.
Marqué, enseguida contestó —¿Estella?— ¡Mierda! No pensé que contestara tan rápido, mi corazón comenzó a latir con desesperación, se iba a salir del pecho, los nervios se apoderaron de mi y colgué.
¡Joder! ¿Que he echo? Volví a marcar, esta vez llené mis pulmones antes de que contestara.

—¿Estella?¿Todo bien? —preguntaba desde el otro lado, sentía pasos y una puerta abriendo.

—Eh... Si —titubee un poco por los nervios, aclaré mi garganta y luego seguí — ¿Estas libre? — ¡Venga Estella eso es no único que te salió!

—¿Perdona? Es que no entiendo la pregunta... —Joder Mia no me hagas esto tan difícil.

—¿Qué si tienes planes para esta noche? — hubo un silencio — ¿Podemos hablar?

—Oh... —Otro silencio— ¿A las cinco te parece bien?

—¡Claro! Nos vemos en la tarde, luego mandame tu ubicación y pasó por ti... —contesté entusiasmada.

—Ok, nos vemos.

Luego de colgar solté todo el aire acumulado por la presión, pensé que iría peor. Al menos no todo está saliendo mal. !Si!¡Si!¡Si! Me revolcaba de un lado a otro en la cama  de la felicidad que sentía.
Sin embargo había algo distinto en su voz, indiferencia. Solía ser indiferente cuando estaba a la defensiva o comenzaba a conocer a alguien.
Mis celos se apoderaban mi cuerpo una vez imaginado a Mia ligando con alguien más pero nuevamente no puedo ser egoísta, ella es libre ahora y a diferencia de mi, no conoció a alguien mientras mantenía un relación estable.

La mañana transcurrió rápido, talvez por mantener mi mente ocupada jugando al ajedrez con mi mejor amigo. Esa tarde si me alimenté como debía, tomé una ducha y luego de vestirme, me perfumé con excesividad. Salí tirando leches, conduciendo con ansiedad hasta la ubicación que hacia unos minutos habia mandado Mía.
El reloj marcaba las cuatro y media, me gusta llegar antes de tiempo a cualquier lugar, es parte de mi yo universitaria. La carretera en el transcurso, se hacia extensa y yo estaba que hasta me comía las uñas de los nervios. Cuando llegué, puse la radio del auto para entretenerme mientras llegaba la hora.

— El reporte de asaltos en esta semana se ha dado a todas las autoridades de la ciudad, estamos en un sesenta y cinco por ciento de robos con violencia, asalto en la calles y violaciones a menores de edad. Por favor le pedimos a todos los ciudadanos que de estar en esta situación marquen al núm...

—¡Maldita radio! Me generas más estrés —dije apagandola y conectando mi móvil para poner canciones de Selena Gómez.

Mientras cantaba, me relajaba, vi por el rabillo del ojo un cabello rojo acercarse. Automáticamente esperé a que estuviese mas cerca para poner nuestra canción, un poco adelantada para no dar a entender que era a propósito. Ella tocó leve la ventanilla, en modo de saludo para sin más, abrir la puerta y entrar como si nunca hubiese pasado nada entre las dos.
Me babee admirandola, su pelo estaba recogido en una coleta alta y algunos risitos caían a los lados del rostro, los labios solo llebaban una capa muy fina de gloss, lo demas iba natural, no necesitaba maquillaje, es más hermosa sin el. Vestía de shorts y polo a juego con sus tennis "de la ocasión" como siempre solia decir. Sonreí al verla, estaba sonrojada pero con el rostro relajado...

—¿Cuánto tiempo sin verte? — dijo rompiendo el hielo, una imagen de la castaña vino a mi mente, ¡No, ahora no es el momento!

—¿Una semana? —contesté nerviosa.

—Menos... —respondió bajando la cabeza. —¿De que quieres hablar? —Joder aun no estoy preparada para esa pregunta.

—¿Te apetece un café? —ella sonrió y asentó.

En el auto, estabamos relajadas, a gusto una con la otra, hablabamos de lo maravilloso que había sido este años juntas, recordemos las anécdotas del pasado, fue grandemente lindo saber que aún tenía algo de afecto por mi. Aparqué cerca de una cafetería a pocos metros del hotel donde se alojaba, allí seguimos con la conversación que llevamos en el auto hasta que ya no se pudo evadir más intención principal...

—Esta mañana cuando llegaba a la habitación has llamado para vernos pero de seguro no era para charlar del pasado, ¿o si? —soltó sin más.

—Mía yo —hice una pausa para tomar aire — lo he pensado y creo que fuí muy injusta al terminar la relación.

—Pero... —titubeo pero la interrumpí.

—Dejame acabar — asentó — Quizás fuí muy egoísta, pensé que habías tirado a la mierda todo sin pensar en mi por un segundo, pero no fui consciente de que también tú te sumergias en angustias por todos los temas que ya sabemos y ...

—¡Estella! —interrumpió con voz firme —¡Al grano!¿Qué quieres? —suspiré y antes de soltar todo el aire hablé.

—¿Quieres volver...—pausé y seguí — conmigo?

"Dedicado a todos aquellos que se sientan identificados"

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora