Capítulo 4

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Estella

Me encontraba sentada sobre el mecedor del jardín, miraba el único recuerdo físico que quedaba de Mía, una carpeta llena de fotos nuestras en mi móvil. Comenzaba a eliminarlas una a una y de pronto llegó un video, le dí play, Mía sostenía la cámara mientras yo hacia bailes chistosos para que riera, sonreí con nostalgia, con ella había pasado uno de los mejores años de mi vida. No dejé que terminara y lo eliminé, algo dentro de mi se arrugó, sigo pensando que quizás me precipité demasiado.
De igual modo no podía ser hipócrita conmigo misma, había tomado esa decisión más que por el impulso de una mentira y estaba claro que solamente yo sabía el porque.

Miré hacia atrás por instinto y allí estaba mi hermana, charlando con Wen, tenían química, solo se conocía hace un par de meses y ya hablaban como si fuesen amigos de infancia. Admiré por unos minutos a Wen, miraba de una manera diferente a Esther, con el mismo brillo que Mia me miraba. Todo me recordaba a ella, agité un poco mi cabeza, le estaba dando mucha importancia.
Continúe observándolos desde la distancia, Esther reía mientras Wen le hablaba de quién sabe que cosa, se veían muy involucrados.
Sonó mi móvil, había estado esperando esta llamada toda la mañana, así que contesté.

—¿Sí?

—Esta noche habrá fiesta, ¿Te vienes?

—No tendré nada mejor que hacer, creeme.

—Tu...

Sabía lo que quería preguntar, había esperado meses para verle, ahora que no tenía inconvenientes y que nadie nos vería, podría darme el lujo de seguir con mi vida como si nada.

—No, ya no estoy acompañada —le informé.

Dije adiós y me quedé unos minutos pensando. Menuda mierda de persona que soy, nunca he logrado sentirme completamente llena y en lugar de aclararlo todo, he creado un caos en la vida de otra persona.
Pero ya estaba hecho, no hay vuelta atrás o retroceso en el tiempo, Mía siempre estuvo ajena a este secreto y si no conduce hasta Barcelona, jamás se enterará. Me complace saber que por nuestra ruptura no vendrá y que una vez mas gracias a eso, puedo andar de forma libre.
Tomé un poco de aire, llenando por completo mis pulmones y luego exhalé. Me puse de pie para comentarles a mi hermana y su nueva conquista que esta noche iríamos de fiesta. Wen es mi mejor amigo, nos conocemos desde pequeños y desde entonces cada que uno va algun lugar el otro le acompaña. Por lo tanto no habia mucho que rogar, por obvias razones Esther iría tambien, asi que esta noche, si llegase a pasar algo, tendrá coartada.

La tarde pasó lentamente, supuse que así lo sentí por las arduas ganas de ir aquella fiesta. Finalmente cuando el reloj marcó las siete-treinta nos hicimos a pie hasta la cabaña. Recien llegamos y el apogeo aún estaba por los bajos, a penas comenzaban a llegar las personas. Entonces la ví, tan hermosa y reluciente como siempre, con su cabello castaño hecho una coleta, en los ojos un delineado increíblemente perfecto, sus labios...tan finos y jugosos, en un tono carmesí a juego con un vestido pegado al cuerpo, haciéndole resaltar cada una de las curvas que siempre escondía debajo de la ropa ancha que comúnmente usaba.
Se acercaba a mi con tanta prisa que quizás alcanzaba ver como su vestido subía más arriba de las rodillas y me mostraba pequeños detalles de su ropa interior. No me equivocaba, cuando llegó hasta mí, solo se quedó viéndome ha los ojos mientras sus manos acomodaban su ajustada ropa.
Yo estaba embobada, siempre causaba una serie de sentimientos que jamás había conseguido sentir por nadie más. La tomé por las caderas y la acerqué a mi, pegándola más a mi cuerpo, ella me tomó por los brazos y se quedó viéndome fijamente a los ojos.

— ¿Cuánto tiempo pequeña?

Hacia más de medio año que no había conseguido verla, luego de que sus padres murieran en un accidente de coche y ella se fuera a vivir con sus tios. Sonrió con timidez, me ponía verla sonrojarse, le daba un aire de ingenuidad.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora