Capítulo 5

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Mía

La música resonaba con tal intensidad que hacía temblar las paredes de aquella cabaña , pero mis oídos desconocían que incluso una de mis canciones predilectas se filtraba hasta los confines de la ciudad. Todo se volvía gélido, como si el tiempo se suspendiera en ese mísero instante. Mi corazón latía desbocado mientras contemplaba la escena que se desplegaba ante mis ojos, incapaz de apartar la mirada de ellas, como si buscara validar la realidad de lo que presenciaba.
Un amargo trago bajó por mi garganta y, esforzándome por encontrar las palabras correctas para describir el torbellino de emociones que me embargaban, hablé.

—No lo puedo creer —susurré con voz temblorosa. Estoy aquí, tratando de superar nuestra ruptura, y ella... ella ya sigue adelante ¿Cómo pudo ser tan rápida? —Mis amigas intercambiaron miradas compasivas, Maggie, tomó mi mano con suavidad.

—Lo siento mucho, Mia. No puedes controlar las acciones de los demás, solo puedes controlar cómo reaccionas ante ellas. Esta noche, lo más importante es que estás rodeada de personas que te quieren y estamos aquí para apoyarte.

Asentí con un gesto imperceptible, dejando que mi mirada descendiera hacia el suelo. Ellas siempre estaban ahí, dispuestas a escucharme y su presencia me reconfortaba en lo más profundo de mi ser, pero en ese preciso momento, me permití sentir el dolor, darle voz a esa tormenta interna que amenazaba con desgarrar mi alma. Inhalé profundamente, dejando que cada exhalo liberara el peso de mis recuerdos, cerrando los ojos para retener por última vez la imagen de mi Estella y finalmente, permitiéndola escapar de mi mente.

Tomé la decisión de que no permitiría que esa noche se viera empañada por la tristeza. Murmuré en silencio que era hora de seguir adelante, de permitirme la diversión, la alegría que merecía. Así, me mezclé entre la multitud, dejándome llevar por los ritmos frenéticos y arrastrando a Maggi conmigo para sumergirnos en la fiesta. Traté de mantener una sonrisa en mi rostro, aunque en mi interior me sentía devastada. Los minutos pasaron y, alejándome del bullicio de la pista de baile, busqué un rincón tranquilo donde pudieramos recomponernos. Luego, con paso firme, me dirigí hacia la barra en busca de unas bebidas que me ayudarían a relajarme aún más.

—¿Estás bien? —preguntó con una amable sonrisa un chico de cabello oscuro.

—No realmente —respondí con sinceridad. Acabo de ver a mi ex besándose con alguien más —el chico asintió comprensivamente y puso una mano reconfortante en mi hombro.

—Lo siento mucho. Eso suena duro. Soy Luka, por cierto —agregó dándole un sorbo a su bebida.

—Mía —sonreí y puse mis ojos chinos. Andas solo por acá al parecer —insinué coqueta.

—Mis amigos estan en algún lugar de la fiesta —explicó buscando a alguien con los ojos entre la multitud. No solemos separarnos pero cada quién encontró su pareja esta noche y adivina quien se irá solo a casa —miró hacia los lados y luego se señaló a si mismo. Yo.

—¡Cinco chupitos dobles, por favor! —Dije al chico de la barra, luego miré a Luka, me daba pena dejarle solo allí. Hey, ¿quieres unirte a nosotras?

Tomé los cinco tragos con un poco de dificultad y junto a Luka me dirigí, donde estaban las chicas. Luego de poner los chupitos en la mesa y sacudir un poco mis manos las miré, analizaban todas y cada una de las fracciones del chico con cabello oscuro. Así que sin preámbulos lo presenté.

—Se llama Luka y esta solo en la fiesta —agregué haciendole ojitos a Paty.

—¿Eres gay?

—¡Sahm! —juzgaba Maggi.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora