Capítulo 3

24 7 0
                                    

Mía

Llevaba todo el día tirada en la cama, leyendo un libro que se estaba haciendo bastante personal, en estos nuevos capítulos. Sahm de vez en cuando se pasaba por la habitación para preguntarme si me apetecía algo de comer, pero tengo un nudo echo en el estómago, Estella se ha llevado mis ganas de vivir con ella.

Ya eran más de las siete de la noche, asi que sin ánimos me puse de pie para darme una ducha y volver a la cama, miré mis maletas, aún no las habia abierto... Y pensar que si nada de esto hubiese pasado estaríamos camino a Barcelona. Demonios, que tediosa es mi existencia.
Volví a la cama y desplomé mi cuerpo sobre ella, ahogando mi cara en la almohada.

—¿Piensas pasarte el resto de tu vida asi?

—¿Crees que tengo algo mejor que hacer? —respondí tomando un poco de aire.

—¿Derrochar ese estrés, escribiendo? —decia desde la puerta.

— Ya voy por cinco poemas, cariño —alcé mi mano abierta y luego la dejé caer.

—¡Vaya!, si que estás dolida. ¡Venga bañate! Esta habitación apesta a depresión adolescente.

No tenía fuerzas para responderle asi que levanté mi dedo pulgar, dándole a entender un "si" por correspondencia, pero siendo sincera, no me metí al baño, en cambio me quedé dormida.

—¿Pero qué cojones? —dí un brinco del susto ante el chillido de mi amiga.

—¡Demonios! ¿Podrías ser menos chillona? Intento dormir —dije molesta.

—Oh. Perdón —desapareció y luego volvió con una voz mas sutil. ¡Buenas, buenas, dormilona!

—¡Menuda imbécil! —reí por lo tonta que había sido. ¿A qué has venido? Espero que tengas un buen argumento, para no arrancarte los ojos.

—¿No piensas ducharte? Ya hueles a putrefacción infantil —dijo entrando a la habitación.

—Me cuesta abrir las maletas.

—¡Madre mia, mírate! —Sahm podía ser muy dramática siempre que me veía en este estado. ¡Tienes aún las maletas hechas!,¿No crees que es una señal?

—¿Señal?,¿Señal de que?

—La señal para que levantes tú apestoso trasero de la cama, te bañes y pongamos pie para Barcelona. ¿No crees?

—Se te daría bien escribir —dije con sarcasmo.

—Nunca se me ha dado bien escribir, ¿Por que lo dices?

—Porque te inventas unas historias... —expliqué alargando la palabra. No voy a ir a ninguna parte.

—¿A no? —cuestionó frunciendo el ceño.

—¡No!

—¡Vale!

Y se marchó sin más. Como ya mis ganas de dormir habían emigrado a otra dimensión, tomé mi móvil para ver la hora; no había dormido nada más que dos horas, a penas eran las diez. Maldije para mis adentros, ojalá pudiera dormir años y despertar sin memoria.
De pronto escuché mucho ruido; de pocas ganas me levanté de la cama y seguí el bullicio hasta llegar a la sala.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora