Capítulo 7

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Mía

¡Tan esperada su pregunta! Para ellos, claramente. Traté de no poner mis ojos en blanco, ya no podía ser tan obvio. Sentí como mi cuerpo se hinchaba de orgullo por como al menos a alguien le estaba gustando en aquel momento. Miré a Luka como si con los ojos pudiese lanzarle rayos lacer y de una maldita vez terminar con toda aquella incomodidad que experimentaba. Observé con el rabillo del ojo a todos allí, parecían esperar una respuesta, Jamaes, a mi lado luchaba contra sus nervios pude alcanzar a notar como se mordía su labio inferior sin darse cuenta. Me sudaban las manos por la presión que tantos ojos causaban en mi, trataba de mostrarme imperturbable. ¿Quería besarla? Finalmente decidí verla con detenimiento, más bien a sus labios, no pretendía detallar su rostro o algo más por la simpleza de que solo me quedaban par de días en aquella ciudad. Ella miraba a mi amigo, apretaba sus piernas con las manos, mientras Luka se comía las uñas mirándome ansioso ¿Qué tenía que pensar? Nada, eso era lo que debía vagar por mi mente. Hablé sin más, soltando una respuesta fría, sin expresión en la cara y con un cabreo eléctrico que me pedía otro cigarrillo para poder seguir.

—No

Salí soltando chispas, chispas que solo yo sabía que tenía. Mi camino hacia la puerta, parecía verse en camara lenta, mis pies estaban pesados, tenía los hombos, la espalda e incluso la mandíbula tensada ¿Por qué cojones me sentía tan cabreada? ¿Cómo pretendía Luka que besara a su amiga sabiendo que aún recordaba a mi ex? Llegué en donde me había relajado hacia un rato y me recosté en una de las paredes
Entonces la sentí, fue como si mi cuerpo me avisara que ella estaba allí, observando desde la distancia. Voltee a verla ¡Joder! ¡James deja de molestarme!
Le eché un ojo de punta pies, con el semblante serio, hasta la coronilla me tenía la pibita esta. ¿Qué hacía allí? ¿No le había bastado mi rechazo? En su lugar me sentiría humilladisima. Enderece mi visión a un cocuyo que había en la pared de enfrente, porque si os creéis que fumaba en una zona ventilada, pues no, lo hacía en otra habitación, una donde el desorden abundaba, muebles empolvados, un pequeño lavado y una deteriorada ventanita calzada con un corcho para cerrarla con firmeza, venga que era una cápsula donde aún se podía fisgonear con la nariz el olor del cigarrillo de hacía media hora atrás. Saqué la cajita de mi bolsillo trasero, estaba estrujada, echa pedazos, ¡Esto no puede ir peor! James aún estaba allí, se acercó plantando sus pies delante de mí y ofreciendo uno de lo suyos para luego pedir mi encendedor, llevé el cigarro a mis labios lo prendí y se lo alcancé para que hiciera lo mismo. Solté el humo que llebaba en mis pulmones y en un acto de reflejo le tomé la mano. Metía mi encendedor a su bolsillo ¿Pretendía robarlo? ¿En serio? Está chica esta que chiflas de las candelas que provoca.

—Devuelvelo —dije a regañadientes.

Ella simplemente pasó de mi y dió una calada mientas se guardaba algo que no le pertenecía. ¿Quería que la odiase aún más o acabar con mi pasiencia? Repetí por última vez que regresara mi encendedor. Sonaría estúpido pero le tenía tanto apreció que me dolía pensar como alguien más se lo quedaba, había sido un regalo de mi madre el día dia que aceptó que tenía un vicio.
Estaba demasiado enojada, no le repetiría más lo que le pedía. Con calma terminé mi cigarro y me dirigí a la ventanita para botarlo, entonces ella decidió hablar.

—¡Te premio si logras abrirla!

Quité el corcho que había en un lado de la ventanita y la abrí sin dificultad, boté lo que quedaba de mi cáncer a largo plazo. La dejé abierta para que circulara el aire y luego voltee a encararla. Caminaba pisando fuerte el suelo, mis brazos entrelazados hacía atrás y la mirada fija en una chica de mediana estatura.
Estaba pegada al lavado, terminando aun de fumar, me detuve a menos de un metro de distancia, la punta de mis zapatos besaban las suyas.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora