Capítulo 12

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Mia

Cuando abrí la puerta de mi habitación en el hotel, un sopor frío me envolvió. La cama aún tenía la impresión de la forma de James, como un eco de su presencia que se había desvanecido en el aire aunque nunca había entrado en ella. Habían pasado tres días desde que nos conocimos, pero en mi corazón, esos momentos parecían más efímeros que el rocío de la mañana. La risa que compartimos, las miradas cómplices y las promesas no dichas se sentían como un susurro lejano. Miré por la ventana, donde el sol comenzaba a asomarse, pero su luz no podía calentar el vacío que dejó su ausencia.

Mientras me dejaba llevar por mis pensamientos, la fatiga me envolvió y caí en un sueño profundo. En mis sueños, caía por un abismo interminable, un vacío negro que parecía devorarme. El terror me despertó de golpe; miré el teléfono móvil y vi que eran las 8 a.m. Un suspiro de alivio escapó de mis labios al darme cuenta de que todo era solo un sueño, pero la sensación de caída persistía en mi pecho.

No podía dejar de pensar en James mientras me duchaba. Su sonrisa, su risa contagiosa y la forma en que me miraba como si fuera lo único que importaba. Sacudí la cabeza, intentando despejar esos pensamientos, y decidí que era hora de reunirme con mis amigas para desayunar en el restaurante del hotel. Hacía tiempo, horas quizás, que no disfrutábamos juntas, y el concierto de Selena Gómez era el tema perfecto para distraerme.
Al llegar al restaurante, el aroma del café recién hecho y los croissants recién horneados me dieron la bienvenida. Maggie, Paty, Sahm y Trixi ya estaban sentadas, sus risas llenando el aire.

-¡Mía! ¡No sabes lo increíble que fue el concierto! -exclamó Trixi, con los ojos brillantes.

-Sí, fue una locura total. La energía era contagiosa -agregó Paty mientras tomaba un sorbo de su café.

-¿Y qué tal si hacemos una lista de canciones que queremos escuchar la próxima vez? -propuso Sahm.

Las chicas seguían hablando sobre lo bien que la pasaron, pero yo me sentía como si estuviera observando desde fuera. El murmullo de sus voces se volvía distante mientras mi mente vagaba hacia James y todos esos momentos compartidos.

-Mía, ¿estás bien? -me preguntó Maggie, notando mi ausencia.

-Sí, solo... pensaba en algunas cosas -respondí evasivamente.

Mientras ellas continuaban charlando sobre el concierto, mi mente se llenaba de recuerdos: nuestras risas, las promesas no cumplidas. Justo cuando decidí abrirme a ellas sobre lo que sentía, mi teléfono sonó. Era una llamada de mi padre.

-Hola, Mía -dijo su voz al otro lado-. Estoy en la ciudad y quería verte.

La sorpresa me invadió. Después de todo lo que había pasado, no sabía si estaba lista para este reencuentro. Pero algo dentro de mí lo extrañaba y también ansiaba respuestas.

-Claro, papá. ¿Dónde te gustaría vernos?

- Te mando la ubicación-sugirió.

Miré a mis amigas. Tenía la necesidad de ver a mi padre, y quizás este encuentro podría ofrecerme alguna paz.

-Chicas, ¿qué les parece si nos quedamos unos días más? Quiero ver a mi padre -les dije.

-¡Por mí está bien! -respondió Trixi-. Además, algunas de nosotras ligaron con unos chicos aquí -dijo haciendo señitas coquetas a Maggi.

El día pasó volando mientras me dejaba llevar por la rutina del hotel. Dormí hasta justo antes de encontrarme con mi padre, en el mismo lugar solía frecuentar con James. La nostalgia me abrumó al recordar aquellos momentos; cada rincón parecía estar impregnado de su esencia.

Cuando llegué, vi a mi padre sentado con su móvil pegado a su oreja hablando dios sabrá que cosa. Su mirada estaba llena de arrepentimiento y tristeza. Nos abrazamos brevemente antes de sentarnos a hablar.

-Te extraño, Mía -comenzó-. Lo siento por lo que ha pasado entre tu madre y yo.

Le conté cuánto lo extrañaba y cómo mi madre estaba más rebelde que nunca. Fue entonces cuando él reveló la verdad desgarradora: había otra familia involucrada.
Mi mundo se desmoronó en ese instante. La traición me golpeó como una ola fría. Sin embargo, en medio del caos emocional, una parte de mí comenzó a entender la complejidad de la situación.

-No quiero conocer a esa familia todavía -le dije con firmeza-. Estuviste mal engañándonos a las dos durante tanto tiempo, pero no te juzgaré, eres adulto y creo que serás capaz de llevar toda esta situación con la cabeza fría.

Dentro de mí, una voz susurraba que estaba cansada de sufrir; solo quería encontrar paz interior en medio de este torbellino emocional. Papá me explicó la historia con pelos y señales hasta que ya no pude seguir escuchando y quedamos en volvernos a ver para seguir con el tema. Una parte de mi se sentía satisfecha y reconfortada al saber que la persona más reservada del mundo se abría con tal vergüenza a contarme sus actos con total confianza y todo esto me hacía sentir más cerca de mi padre.

Esa noche, Estella llegó a mi habitación del hotel, había algo reconfortante en su presencia. Nos reímos y hablamos tonterías hasta que finalmente le conté sobre mi padre y lo que había descubierto.

-Me siento tan traicionada -le confesé-. Esta mentira me frustra, Pero a pesar de todo no me siento tan al borde.

Ella solo me escuchó con atención, brindándome el apoyo silencioso que tanto necesitaba. La noche avanzó sin darnos cuenta y pronto nos quedamos dormidas juntas, envueltas en un manto de complicidad y recuerdos compartidos.

Al despertar al día siguiente, noté que había dormido con Estella a mi lado. Una mezcla de confusión y calidez me envolvió mientras recordaba los momentos pasados entre nosotras. La vida siempre tiene formas extrañas de sorprendernos, y esta vez no sería diferente. Mientras observaba su rostro tranquilo dormido a mi lado, una pregunta surgió en mi mente: ¿Qué significaría esto para mí?
La verdad es que aún no estaba preparada para volver con ella pero si os sois sincera, estar a su lado siempre había sido mi lugar seguro dentro de todo el caos.

Dedicado a todos aquellos que se sientan identificados

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora