Capítulo 11

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Mía

—¡Es hoy! ¡Es hoy! —gritaba Sahm corriendo por toda la habitación. ¡Al fin llegó el día!— dejó caer todo su peso sobre lla cama.

Paty la miraba poniendo sus ojos en blanco, todas reíamos. A Pat no le gustaba que invadieran su espacio con tanta energía como la que desprendía Sahm. Pero había que admitirlo, a mis amigas le hacía mucha ilusión ver a Selena en vivo y directo, en lo personal, no me hacía tanta gracia, al fin y al cabo no era tan fan de Selena Gómez. Esta mañana hemos quedo para charlar y pasar tiempo juntas, ya que la mayoría de las veces siempre estaba durmiendo o en la casa de Luka viéndome con...ya saben quién. Le he contado a las chicas con pelos y señales todo lo que ha pasado hasta la mañana de hoy, incluyendo las apariciones de Estella y sus llamadas excesivas. Ellas han pasado estos días de puras fiestas, Pat y Trixi han conseguido encular con un par de tíos que por las fotos del insta se ven muy buenorros. Sahm ha vuelto a verse con la pareja de chicas e intimaron una vez más, no quiso ser tan detallista pero pude notar que había disfrutado y que verdaderamente aquella noche no lo había echo solo porque estaba borracha. Maggie solo se encargó de hacer el papel más responsable de todas, cuidarlas, disfruta viendo a las demás felices, por lo tanto no es tan pesado para ella hacer el papel de madre.
He quedado con ellas porque casualmente es el cumpleaños de Luka y ya que no asistiré al concierto y coincide en la noche con la fiesta de mi amigo pues decidimos pasar esta mañana juntas, antes de que se fueran a maquillar y hacer esas cosas en las que tardan tanto.
Almorzamos y luego cada una volvió a su habitación, yo caí rendida como un tronco por las horas sin dormir hasta despertar con una llamada de Luka. La música resonaba muy fuerte y su voz no se escuchaba bien pero entre lo que alcancé a oír me bastó para saber que esperaban por mí. Así que me metí al baño y me duché, tomé unos jeans, mis zapatos de la ocasión y un polo gris. Hice una coleta en mi cabello, estiré mis pestañas y eché un poco de colorete en mis labios, perfumé mi cuello, miré mi reflejo unos segundos en el espejo, tomé mi pequeña cartera en la que solo cabía mi móvil, unas toallas y salí tirando leches.
No lo voy a negar, me hacia ilusión volver a ver a esa pequeña de dieciocho años que se había ganado mi corazón en solo tres días y que lamentablemente después de las cinco am no volvería a ver jamás.
Caminé apresurada hasta la casa de Luka. Al llegar decidí llamarle ya que la música estaba tan alta que quizás no escucharía el timbre.
Abrió una chica castaña, llevaba un conjunto lleno de lentejuelas a juego con unas sandalias color metal, me saludó con una sonrisa familiar y haciéndose a un lado para dejarme pasar, entré. Busqué entre la multitud a Luka y a lo lejos, cerca del balcón vi su silueta de espalda. Me acerqué para saludarle pero en cuanto vi que le sostenían el culo y lo besaban como si quisieran quitarle la ropa, dí media vuelta.
Al entrar, la energía de la fiesta me envolvió de inmediato. La música retumbaba en las paredes, y el aire estaba impregnado de risas y el aroma de bebidas mezcladas. Busqué a Luka entre la multitud, pero en su lugar, me encontré con Erik, que ya había hecho nuevas amistades en la fiesta.

—¡Mia! —gritó, acercándose con una copa en la mano—.

Mientras hablaba, noté que la fiesta se estaba animando aún más. Me sentí un poco abrumada, así que decidí darme un par de vueltas para despejarme. Caminé por el salón, observando a los amigos de Luka, algunos bailando y otros sumidos en conversaciones profundas. Entre ellos, vi a James; su cabello desordenado y su sonrisa despreocupada me atrajeron de inmediato.

—¡Hey, Mia! —me saludó con un guiño—. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias. ¿Y tú? —respondí, sintiendo una chispa de conexión.

La conversación fluyó naturalmente entre nosotras, y antes de darme cuenta, estábamos riendo y compartiendo anécdotas. La química era palpable, y no podía evitar sentir que había algo especial en ella.

Siete minutos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora