CAPITULO 4

215 5 2
                                    

- Necesito la clave de tu celular y de tus redes sociales -dijo Faby, consciente de lo importante que era no levantar sospechas entre sus amigos y familiares.

Fernando asintió, sacando el teléfono de Faby de su mochila. -Sí, tienes razón. Aquí tienes mi celular. La clave es 6666

Faby le entregó su celular a Fernando. -La clave del mío es 4202. Tienes que familiarizarte con mis cuentas de Instagram, Facebook y TikTok. Mis amigas siempre me están etiquetando en cosas.

Ambos se sentaron juntos y comenzaron a explorar los celulares del otro. Fernando, con el teléfono de Faby, se dio cuenta de cuántas notificaciones recibía de sus amigas y compañeros de clase. Se esforzó por memorizar los nombres y las conversaciones recientes para no parecer fuera de lugar.

Mientras tanto, Faby revisaba las redes sociales de Fernando. Notó la cantidad de publicaciones relacionadas con el rock y las bandas favoritas de Fernando,También vio varias interacciones con Ludmila y su grupo de amigos.

- Tuve una pequeña... situación con Ludmila hoy -dijo Faby, tratando de sonar casual. -Ella me llevó a la cafetería y fue un poco ... incómodo.

Fernando levantó una ceja. -¿Incómodo cómo?

- Digamos que ella es muy cariñosa y tuve tú sabes una... erección-respondió Faby, sonrojándose un poco al recordar el roce incómodo en la cafetería.

Fernando sonrió -Sí, Ludmila puede ser así. Solo intenta mantener la distancia sin hacerme parecer raro. Mientras tanto, yo intentaré no meter la pata con tus amigas.

A medida que pasaban los minutos, comenzaron a familiarizarse con las rutinas del otro. Fernando, ahora en el cuerpo de Faby, se esforzó por recordar los nombres de los compañeros de primer semestre y los detalles de sus conversaciones diarias. Observó cómo se relacionaban entre ellos y trató de imitar la manera en que Faby solía interactuar.

Faby, por su parte, se sintió abrumada por la cantidad de mensajes y notificaciones en el teléfono de Fernando. Intentó responder de manera que pareciera natural, usando el estilo de escritura y las expresiones que Fernando solía utilizar. Se dio cuenta de lo importante que era mantener una actitud confiada y relajada, especialmente con amigos como Pablo y Ludmila.

A lo largo del día, ambos se fueron acostumbrando lentamente a sus nuevas realidades. Fernando empezó a sentirse más cómodo con la mochila de Faby y la rutina de sus clases de primer semestre. Aunque la falda y la ropa interior seguían siendo incómodas, comenzaba a adaptarse a las diferencias físicas y sociales.

Faby, por su parte, aprovechaba la nueva fuerza y estatura del cuerpo de Fernando para moverse con más confianza. Aunque los constantes acercamientos de Ludmila la ponían nerviosa, pero no le molestaban y actuaba como Fernando lo haría.

Al final del día, Faby y Fernando se encontraron nuevamente para intercambiar impresiones.

- Creo que lo hicimos bastante bien hoy -dijo Faby, sonriendo ligeramente.

- Sí, pero tenemos que seguir mejorando. Para cometer menos errores -respondió Fernando, más serio.

Faby, ahora en el cuerpo de Fernando, se fue a casa de él acompañando a su amiga Sarahí. A lo largo del camino, Sarahí notó que su "hermano" estaba desorientado, pero no le dijo nada. Llegaron a la casa y Faby, en el cuerpo de Fernando, se sintió aliviada de que la difícil parte de su día hubiera terminado.

Más tarde, durante la cena, la familia de Fernando conversaba animadamente. El padre, un burócrata, preguntaba sobre el día de sus hijos, mientras la madre, ama de casa, servía la comida.

-¿Qué pasó con Faby? ¿Aún seguirás siendo su tutor? -preguntó Sarahí, mirando atentamente a Faby, que ocupaba el lugar de Fernando en la mesa.

-Sí , claro -respondió Faby, tratando de sonar como Fernando-. Mañana continuaremos con las tutorías.

Sarahí le pregunto . - Por cierto¿Te sientes bien? Sé que te golpeaste la cabeza muy fuerte hoy.

-Estoy bien -respondió Faby, esforzándose por mantener la calma-. Solo necesito descansar un poco.

Después de la cena, Faby se retiró a la habitación de Fernando. Encendió su laptop y se puso a escuchar música K-pop, algo que Fernando nunca hacía. Pronto, las melodías de BTS, BLACKPINK e incluso Red Velvet llenaron la habitación. Sarahí, al escuchar la música, entró rápidamente.

-Fernando, creo que sí te golpeaste fuerte la cabeza -dijo Sarahí, sorprendida al ver a su "hermano" escuchando música K-pop.

Faby paro la música rápidamente, sintiéndose descubierta. -Sí, estoy explorando y escuchando más de este género musical porque sé que le gusta a alguien que me interesa.

Mientras tanto, Fernando, en el cuerpo de Faby, tenía su propio desafío. Con el mapa que Faby le había dado, se dirigió a la casa de ella. Al llegar, la madre de Faby lo recibió con una sonrisa cálida y la comida ya lista.

-¿Cómo le fue a mi princesa? -preguntó la mamá de Faby, abrazando a Fernando.

-Bien, mamá -respondió Fernando, sintiendo una mezcla de incomodidad y resignación. Odiaba que lo trataran como a una "nenita", pero sabía que tenía que adaptarse.

Se sentaron a cenar, y Fernando trató de actuar lo más normal posible, aunque cada gesto y palabra de la madre de Faby le recordaban la delicada posición en la que se encontraba. La comida estaba deliciosa, pero la sensación de estar viviendo una vida que no era la suya le resultaba abrumadora.

Después de la cena, Fernando se retiró a la habitación de Faby. Observó el espacio, lleno de recuerdos y objetos que le eran ajenos. Se sentó en la cama y miró su reflejo en el espejo. Ver el rostro de Faby mirándolo de vuelta le hizo sentir una extraña combinación de cercanía y distancia. Sabía que tenía que ser fuerte y encontrar una solución para revertir lo que les había sucedido.

De regreso en casa de Fernando, Faby trataba de adaptarse a su nueva realidad. Sentía la presión de mantener las apariencias y no levantar sospechas. Aunque la música K-pop la había delatado, se esforzó por actuar como Fernando en todos los demás aspectos.

Ambos, Faby y Fernando, sabían que tenían que mantener su secreto a toda costa mientras buscaban una forma de volver a sus cuerpos originales. Con la esperanza de que, al final, encontrarían una solución.

FABYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora