CAPITULO 12

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Al día siguiente, Fernando y Fabiola regresaron a la escuela sintiéndose como nuevos. Habían vivido una experiencia extraordinaria y sabían que nada sería igual. Al entrar al edificio, sintieron una nueva energía y confianza.

Durante el receso, Fernando buscó a Ludmila para hablar con ella. La encontró en la cafetería, como siempre, rodeada de su grupo de amigos.

-Ludmila, ¿podemos hablar? -preguntó Fernando, mirándola a los ojos.

Ludmila asintió y lo siguió fuera de la cafetería. Encontraron un lugar tranquilo donde podían hablar sin interrupciones.

-Ludmila, sé que te gusta cómo nos vemos juntos, pero creo que ambos sabemos que no hay algo real entre nosotros. -Fernando comenzó con sinceridad.

Ludmila sonrió tristemente y asintió.

-Tienes razón, Fernando. Me gustaba la imagen, pero ahora entiendo que eso no es suficiente. Mereces estar con alguien que realmente te valore por quien eres, no solo por cómo te ves a su lado.

Fernando le sonrió con gratitud.

-Gracias por entender, Ludmila. Eres una gran chica y sé que encontrarás a alguien que te aprecie de verdad.

-Gracias, Fernando. Te deseo lo mejor -respondió Ludmila, dándole un abrazo amistoso antes de regresar a la cafetería.

Enseguida ,Fernando decidió llevar a cabo un plan en un lugar tranquilo y apartado: la biblioteca de la escuela. Sabía que allí podría tener un momento íntimo con Faby para hablar sin interrupciones. Llevaba consigo una copa de fresas con crema y una servilleta donde había escrito una frase con cuidado.

Con el corazón latiendo con fuerza por la emoción, Fernando entró en la biblioteca y buscó a Fabiola. La encontró en una mesa apartada, concentrada en un libro.

-Hola, Faby-saludó Fernando con una sonrisa nerviosa, acercándose a ella.

Fabiola levantó la mirada al verlo llegar con la bandeja y la servilleta.

-Hola, Fer. ¿Qué es todo esto? -preguntó curiosa, observando la copa de fresas con crema

Fernando le entregó la servilleta con un gesto suave y lleno de cariño.

-Es una pregunta importante. Abre la servilleta, por favor -dijo Fernando, sintiendo cómo la emoción le hacía temblar un poco la voz.

Fabiola abrió la servilleta y leyó:

"Fabiola, mi preciosa niña, ¿quieres ser mi novia?"

Un brillo de alegría y amor iluminó sus ojos.

-Sí, Fer. Claro que quiero ser tu novia -respondió Fabiola con una sonrisa brillante y sincera.

Fernando la abrazó con ternura, sintiendo un profundo alivio y felicidad. En un momento de intimidad y amor, se inclinó hacia ella y la besó suavemente. En ese instante, el tiempo pareció detenerse, dejándolos a ellos dos solos en su mundo de amor compartido.

No hubo aplausos ni júbilo ,solo el silencio sereno de la biblioteca y el latido acelerado de sus corazones. Sabían que este era el comienzo de una nueva y emocionante etapa en su relación, celebrando su amor en la privacidad de ese momento especial.

-Gracias, Fer. Esto es maravilloso -susurró Fabiola, con los ojos brillando de emoción y amor.

-Gracias a ti por hacerme el hombre más feliz del mundo, Faby-respondió Fernando, sosteniendole la mano con ternura.

Juntos, disfrutaron de la quietud y la intimidad de la biblioteca, sabiendo que habían dado un paso significativo hacia adelante en su relación

Mas tarde , Fabiola se encontró con Sarahí en el pasillo. Sarahí la abrazó emocionada.

-¡Faby! ¡Qué bueno verte! ¿Todo está bien?

Fabiola sonrió y asintió.

-Sí, Sarahí. Todo está bien. Y gracias por todo tu apoyo. Tengo algo que decirte.

-¿Qué pasa? -preguntó Sarahí, intrigada.

-Fernando y yo... bueno, somos novios ahora -dijo Fabiola, sonrojándose un poco.

Sarahí saltó de alegría.

-¡Lo sabía! ¡Sabía que acabarían juntos! ¡Bienvenida a la familia, cuñada! -dijo Sarahí, abrazando a Fabiola con entusiasmo.

Después de clases, Fernando y Fabiola se encontraron en el parque después de la escuela. Caminaban de la mano, disfrutando de la compañía mutua.

-¿Qué te ha parecido esta extraña experiencia, Fabi? -preguntó Fernando, sonriendo.

-Es increíble, Fer. Nunca pensé que terminaríamos juntos , y mucho menos vivir esta aventura, pero ahora que estamos aquí, no puedo imaginarlo de otra manera -respondió Fabiola, apretando su mano.

-Tienes razón. Todo ha sido una locura, pero estoy feliz de que todo haya salido bien -dijo Fernando, inclinándose para darle un beso.

-Te amo, Fabiola -susurró Fernando contra sus labios.

-Te amo, Fernando -respondió Fabiola, sonriendo.

Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, una mujer de cabello largo y azul llegó a la puerta de Liliana. Tocó suavemente y esperó. Liliana abrió la puerta, mirando a la mujer con curiosidad.

-¿Quién eres tú? -preguntó Liliana.

-Soy Azeneth. Necesito algo de ti -respondió la mujer, sus ojos brillando con determinación.

-¿Qué quieres? ¿Mi libro? -preguntó Liliana, con una mezcla de precaución y curiosidad.

Azeneth negó con la cabeza.

-No, no quiero tu libro. Quiero que me cuentes tus historias -dijo, sonriendo misteriosamente.

Liliana la miró fijamente durante un momento antes de abrir la puerta por completo y hacerla pasar.

-Muy bien, Azeneth. Ven, tenemos mucho de qué hablar -dijo Liliana, cerrando la puerta detrás de ellas.

FABYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora