CAPITULO 5

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Fernando, en el cuerpo de Faby, se encontraba en la habitación de ella, intentando adaptarse a la nueva realidad. Mientras exploraba el cuarto, sintió una combinación entre miedo , incomodidad y preocupación al descubrir la verdadera magnitud de los sentimientos de Faby hacia él. Fotos de él en la galería de el celular de Faby , grupos de k-pop llenaban las paredes, y muchos peluches. También encontró cartas, escritos y dibujos dedicados a él.

-Ay, no -dijo Fernando con su nueva voz femenina-, ¡he cambiado de cuerpo con una niña loca!

Esa noche, cuando finalmente se acostó a dormir en la cama de Faby, rodeado de peluches y con una pijama rosada que le quedaba extrañamente bien, tuvo un sueño inquietante. En el sueño, entraba a la cafetería de la escuela y veía a su propio cuerpo, el verdadero Fernando, dándole un apasionado beso a Ludmila de esos que a ella sabía que la desarmaban. Intentaba acercarse y reclamar, pero Ludmila, con un brazo, lo detenía.

-Lárgate, Fabiolita. Fernando es mío, ¿lo oyes, pequeña niña tonta? -decía Ludmila con una sonrisa de triunfo-. Él necesita una mujer como yo y no una niñita.

-¡No soy una niña! -gritó Fernando, pero su grito solo resonó en el vacío del sueño.

Despertó de golpe, sudoroso y asustado. Miró el reloj: eran las 2 de la mañana. El perro de la casa comenzó a ladrar, alarmado por el repentino ruido. Fernando se encontró a sí mismo en la cama, con la pijama rosada y rodeado de peluches. La sensación de vulnerabilidad lo abrumó.

-No, no y no -murmuró para sí mismo-. Tengo que volver a ser hombre. Yo soy muy macho... muy macho...

De repente, sintió la urgente necesidad de ir al baño. Corrió rápidamente y, sin pensar, se sentó en la taza del baño. Mientras contemplaba su nueva realidad, notó con tristeza la ausencia de su "mejor amigo".

-Espero que esto no sea para siempre -dijo en voz baja, resignado a la extraña situación.

Después de terminar en el baño, se miró en el espejo. La imagen de Faby lo miraba de vuelta, con los ojos llenos de confusión y determinación.

-Tengo que encontrar la manera de volver a mi cuerpo -se dijo, apretando los puños-. No puedo seguir así.

Se dirigió de nuevo a la cama, tratando de calmarse y pensando en cómo enfrentar el día siguiente. Sabía que tendría que seguir fingiendo, pero también sabía que, tarde o temprano, encontrarían una solución. Se acurrucó entre los peluches y, a pesar de la incomodidad, intentó dormir, con la esperanza de que la mañana trajera alguna respuesta.

Esa mañana, Fernando en el cuerpo de Faby, casi pierde su autobús, pero logró llegar a tiempo. Cada vez contestaba más rápido y comenzaba a entender las interacciones en sus redes sociales. Haciendo algo que como Fernando nunca haría, empezó a escuchar K-pop para familiarizarse con la música que Faby solía escuchar. Llegó a la escuela y esperó a Sarahí.

-Oye, ¿cómo está tu hermano Sarahí ? -le preguntó , intentando sonar despreocupada.

-¿Por qué lo preguntas, Faby? -respondió Sarahí, con una sonrisa juguetona.

-Bueno, tú sabes que me gusta y me preocupo por él -dijo, tratando de obtener información sobre si no había hecho ninguna tontería en su cuerpo

Sarahí se echó a reír. -Bueno, ayer lo descubrí escuchando K-pop. ¡Jajaja! Bueno, quizá lo hace por querer agradarte. ¡Alégrate, mensa!

-Ah, me dijo mi hermanito que hoy regresará a darte la tutoría -añadió Sarahí.

-Ok, gracias... hermana -respondió Faby, sin pensar.

Sarahí la miró con una ceja levantada. -¿Hermana? Párale, no Faby, soy tu casi cuñada, no tu hermana.

-Perdón -dijo , sabiendo que había tenido un lapsus.

Durante el recreo, volvió a ocurrir lo mismo: Ludmila se pegaba a Fernando, abrazándolo y mostrándose muy afectuosa ambos compartían una copa de fresas con crema . Fer, viendo la escena, sentía una mezcla de envidia y celos. Sarahí, notando su expresión, le dijo:

-Fabiolita, ya es hora de que empieces a atacar y quitarle a esa lagartija a mi hermanito.

-Claro que sí dijo tomando un trago de agua de tamarindo, Sarahí, hoy mismo serás mi cuñada.

Esa tarde en la tutoría

Faby y Fernando se encontraron para la tutoría. Fernando aprovechó la oportunidad para hablar sobre Ludmila.

-Oye, ¿no se te hace que te estás pasando con Ludmila? -dijo , tratando de no sonar como novia celosa.

-¿Pasarme de qué? -respondió Faby, confundida.

-No te hagas. Te encanta que te frote la pierna y las nalgas en tu miembro-dijo , tratando de mantener la compostura.

Faby se echó a reír. -Jajaja, oye, debo aparentar ser tú.

-Pues sí, pero ya ponle un alto -dijo , tratando de sonar firme.

-Oye, suenas como novia celosa -comentó Faby, divertida.

-No, Faby, no son celos. Yo solo quiero regresar lo más pronto que se pueda a mi cuerpo. La verdad, no soy mujer, no puedo acostumbrarme a ser niña no puedo estar así. Entiéndeme.

-Ok, te comprendo. Mañana será sábado, hay que investigar en internet qué podemos hacer -dijo Faby , En tono más serio.

-Cierto. Ah, por cierto, mañana tus papas te traerán a la ciudad a comprarte ropa. Fernando, cómprame ropa que a tu gusto se me vea bien, por favor.

-Ya que dices eso, Faby, mañana por la noche irás con Ludmila a una presentación de un grupo de rock local. Por favor, pórtate como machito y no me vayas a hacer quedar mal.

-Ok, ok, lo tomaré en cuenta, pero luego no quiero que te quejes -respondió Faby, aceptando el reto.

Ese día viernes

Cada uno regresó a su casa. Faby se preparó mentalmente para ir con Ludmila a la tocada de rock el sábado por la noche, mientras Fernando se preparaba para ir de compras con la familia de Faby. Sabían que el fin de semana sería crucial para su plan y esperaban encontrar la solución a su problema pronto.

También decidieron juntarse el domingo para hacer una búsqueda en la red .

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