𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐

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El sol del mediodía se filtraba a través de las ventanas del comedor del harén, bañando la estancia en una cálida luz dorada

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El sol del mediodía se filtraba a través de las ventanas del comedor del harén, bañando la estancia en una cálida luz dorada. Las mujeres del harén estaban reunidas alrededor de una larga mesa, charlando y riendo mientras almorzaban. Sin embargo, había un aire de tensión latente entre ellas, especialmente cuando se trataba de Arisa, quien había capturado la atención del rey Bakugo durante los últimos tres meses.

Arisa, sentada en un extremo de la mesa, intentaba mantenerse ajena a las miradas y susurros de las demás. Su relación con el rey había cambiado drásticamente su vida en el harén, provocando celos y resentimientos entre las otras mujeres.

De repente, la puerta del comedor se abrió y entró Kirishima, uno de los guardias personales de Bakugo. Su presencia imponente hizo que el murmullo se apagara instantáneamente. Con paso firme, Kirishima se dirigió hacia Arisa, sosteniendo una carta en la mano.

─Arisa ─dijo Kirishima con una sonrisa amable─, el rey Bakugo me ha pedido que te entregue esto.

Las miradas curiosas de las demás mujeres se volvieron hacia Arisa mientras Kirishima le entregaba la carta. Ella la tomó con manos temblorosas, sintiendo el peso de la expectación en el aire. Desdobló el pergamino y comenzó a leer en silencio, sus ojos moviéndose rápidamente por las líneas escritas con la firme caligrafía del rey.

Mientras leía, un rubor se extendió por sus mejillas y una sonrisa tímida se dibujó en sus labios. Bakugo había escrito un poema para ella, sus palabras llenas de pasión y devoción:

"Tus ojos son estrellas en la noche más oscura,
tu risa, el canto de un ave al amanecer.
Eres el fuego que arde en mi pecho,
la brisa que calma mi espíritu.

En tus pasos encuentro mi paz,
en tus brazos, mi hogar eterno.
No hay joya más preciosa que tu amor,
no hay tesoro más grande que tu ser."

Arisa levantó la vista del pergamino, sintiendo las lágrimas de emoción amenazar con brotar de sus ojos. Las mujeres alrededor de la mesa observaban con una mezcla de celos y asombro, sus expresiones oscilando entre la envidia y la admiración.

─¿Qué dice la carta? ─preguntó una de las mujeres con voz aguda, incapaz de contener su curiosidad.

Arisa, aún conmocionada por las hermosas palabras de Bakugo, dudó por un momento antes de responder.

─Es... es un poema del rey ─dijo finalmente, su voz apenas un susurro.

El comedor se llenó de murmullos mientras las mujeres procesaban la noticia. Algunas se levantaron abruptamente, incapaces de disimular su enojo, mientras que otras simplemente se quedaron en silencio, enfrentando la realidad de que Arisa había ganado un lugar especial en el corazón del rey.

Kirishima, percibiendo la creciente tensión, se inclinó hacia Arisa y le susurró:

─El rey te espera esta noche en sus aposentos, Arisa. ─Con esas palabras, se retiró del comedor, dejando a las mujeres con sus pensamientos.

𝐇𝐚𝐫𝐞𝐦 𝐝𝐞𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧 ->ᵏᵃᵗˢᵘᵏᶤ ᵇᵃᵏᵘᵍᵒ<-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora