𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒆

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Era una tarde tranquila en el palacio, y el sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de seda que decoraban los aposentos de Arisa

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Era una tarde tranquila en el palacio, y el sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de seda que decoraban los aposentos de Arisa. Ella estaba sentada en una mecedora, sosteniendo a su hijo de cinco meses, que observaba el mundo con curiosidad y ojos brillantes. El bebé, con sus mechones rubios y ojos que reflejaban la misma intensidad que los de su padre, estaba aprendiendo a reír y gorgorear, llenando la habitación con sus suaves sonidos.

Arisa balanceaba suavemente la mecedora, cantando una melodía suave mientras su hijo jugaba con un pequeño sonajero. Era un momento de paz y alegría, una burbuja de tranquilidad en medio de las intrigas y las responsabilidades del palacio.

De repente, la puerta de sus aposentos se abrió suavemente y Kirishima, uno de los guardias más leales de Bakugo, entró con una sonrisa. Llevaba un pergamino en la mano, sellado con el emblema real.

—Lady Arisa, traigo un mensaje del rey —anunció con una reverencia.

Arisa sonrió al ver a Kirishima y le hizo un gesto para que se acercara. El bebé también se fijó en el guardia, soltando una risita y agitando su pequeño sonajero.

—Gracias, Kirishima. ¿Cómo está Bakugo? —preguntó, mientras tomaba el pergamino.

—El rey está bien, mi señora. Me pidió que le entregara esto personalmente —respondió Kirishima, devolviendo la sonrisa al bebé.

Arisa rompió el sello con cuidado y desenrolló el pergamino. Sus ojos se iluminaron al reconocer la caligrafía de Bakugo. Era un poema, uno que claramente había escrito con todo su corazón:

"En el jardín de mi vida,
Tú eres la flor más bella,
El sol que ilumina mis días,
La luna que guía mis noches.

Tu sonrisa, mi alegría,
Tus lágrimas, mi dolor,
En tus brazos, encuentro la paz,
En tu amor, mi salvación.

Mi reina, mi corazón,
Contigo siempre estaré,
Por ti y nuestro hijo,
Todo lo daré."

Arisa sintió una cálida oleada de amor y gratitud mientras leía las palabras de Bakugo. Se sentía abrumada por la profundidad de sus sentimientos y la dedicación que mostraba en cada línea.

—Es hermoso —dijo en voz baja, con los ojos brillando—. Gracias por traérmelo, Kirishima.

Kirishima asintió, contento de haber cumplido su tarea.

—El rey desea que sepa cuánto la ama y cuánto significa para él, mi señora. Hará cualquier cosa para protegerla a usted y al pequeño príncipe.

Arisa miró a su hijo, que seguía jugando felizmente, y luego de nuevo a Kirishima.

—Transmítale mis sentimientos también, por favor. Dígale que lo amo y que siempre estaré a su lado, pase lo que pase.

Kirishima inclinó la cabeza con respeto.

𝐇𝐚𝐫𝐞𝐦 𝐝𝐞𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧 ->ᵏᵃᵗˢᵘᵏᶤ ᵇᵃᵏᵘᵍᵒ<-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora