𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑶𝒄𝒉𝒐

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El jardín del palacio estaba en plena floración, con colores vibrantes y aromas dulces que llenaban el aire

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El jardín del palacio estaba en plena floración, con colores vibrantes y aromas dulces que llenaban el aire. Arisa y Bakugo estaban sentados en un banco de piedra, bajo la sombra de un gran árbol. El sol de la tarde se filtraba a través de las hojas, creando patrones de luz y sombra en el suelo. Arisa, con su vientre de ocho meses de embarazo, acariciaba suavemente su barriga mientras Bakugo la observaba con una mezcla de orgullo y ternura.

—No puedo creer que ya casi esté aquí —dijo Arisa, su voz llena de emoción y un toque de nerviosismo.

Bakugo asintió, mirando el vientre de Arisa. Su mano, callosa y fuerte, se posó sobre la de ella, sintiendo el movimiento del bebé debajo.

—Va a ser un guerrero fuerte, como su madre —dijo Bakugo con una sonrisa—. Y testarudo como su padre.

Arisa rió suavemente, disfrutando de la rareza de ver a Bakugo tan relajado y emocionado por algo que no fuera una batalla.

—¿Has pensado en algún nombre? —preguntó ella, mirándolo a los ojos.

Bakugo frunció el ceño, pensativo.

—He estado pensando en algunos —admitió—. Pero quiero que sea algo que tenga significado para ambos. Algo que represente la fuerza y la esperanza.

Arisa asintió, conmovida por sus palabras.

—¿Y si le ponemos Katsuo? —sugirió—. Significa 'héroe victorioso'. Creo que sería un buen nombre para nuestro hijo.

Bakugo se quedó en silencio por un momento, saboreando el nombre. Finalmente, asintió con aprobación.

—Katsuo. Me gusta —dijo, sonriendo—. Será un nombre que lleve con orgullo.

Arisa se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en su hombro. Sentía una profunda paz en ese momento, a pesar de los desafíos que habían enfrentado y los que aún estaban por venir.

—Bakugo... —comenzó, su voz suave—. ¿Crees que seremos buenos padres?

Bakugo se giró para mirarla, su expresión seria pero cálida.

—Lo seremos —respondió con firmeza—. Hemos superado muchas cosas juntos. Este niño tendrá todo el amor y la protección que podamos darle. Y siempre tendrá un hogar seguro con nosotros.

Arisa sonrió, sintiendo las lágrimas de felicidad empezar a formarse en sus ojos.

—Gracias —dijo, su voz quebrándose ligeramente—. Gracias por estar aquí, por ser mi apoyo y mi amor.

Bakugo la abrazó con fuerza, besando su frente con ternura.

—Siempre estaré aquí, Arisa. Para ti y para nuestro hijo. —dijo, sus palabras resonando con una promesa sincera y eterna.

Juntos, se quedaron sentados en el jardín, disfrutando de la calma y la belleza del momento, mientras el futuro se desplegaba ante ellos con la promesa de una nueva vida y una nueva esperanza.

𝐇𝐚𝐫𝐞𝐦 𝐝𝐞𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧 ->ᵏᵃᵗˢᵘᵏᶤ ᵇᵃᵏᵘᵍᵒ<-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora